Una parte fundamental de la agenda negociada para resolver la crisis política de Venezuela entre el régimen de Nicolás Maduro y las fuerzas democráticas en México –derechos políticos para todos, garantías electorales para todos y cronograma electoral para elecciones observables– está en jaque después de la renuncia sorpresiva de los rectores del Consejo Nacional Electoral, principales y suplentes, designados para el período 2021-2028.
El movimiento de la Asamblea Nacional de Maduro implosionó la posibilidad de realizar la elección primaria de la oposición con la participación (asistencia técnica) del Poder Electoral, con el cual la Comisión Nacional de Primaria había llegado a un acuerdo. Es evidente que el madurismo tenía miedo de que la precandidata María Corina Machado ganara la primaria con el aval del CNE.
La intención del voto por María Corina está creciendo sostenidamente desde que decidió participar en la primaria de 2023. La gira por las distintas ciudades del país produce un déjà vu al madurismo de la conexión popular que tuvo Hugo Chávez en la campaña electoral 1997-98. Observa un fenómeno político de similar naturaleza que amenaza la continuidad del Estado mafioso. De la misma forma que sucedió con la hegemonía de AD y Copei durante los 40 años de democracia (1959-1999), cuando Chávez llegó al poder.
Según la encuesta de mayo de Meganálisis, la tendencia de la intención del voto en la primaria muestra que desde febrero la líder de Vente Venezuela crece de manera inversamente proporcional a la opción “Ninguno”.
Además, con su rectitud, su amor al país, su lucha contra el socialismo y el mensaje sobre la separación de las familias venezolanas, María Corina ha conectado emocionalmente con las bases y dirigentes descontentos con el madurismo. Un voto que en los procesos electorales anteriores ha preferido abstenerse antes de sufragar contra el PSUV.
Un ejemplo de lo que digo es lo ocurrido en el mitin de María Corina en Valera, estado Trujillo. De acuerdo con información del diario La Nación de Argentina, uno de los asistentes, proveniente de las filas de la revolución, exclamó: “No me importa si llego el lunes y me echan. ¡Estamos resteados con usted!”.
Al evaluar el promedio simple no ponderado de las encuestas publicadas recientemente, se observa que María Corina tiene una ventaja de 10,3 puntos, asumiendo que los principales precandidatos se unieran en su contra. Pero si lo valoramos contra el que ocupa la segunda opción, la brecha es superior a los 27 puntos.
En febrero, esta era la diferencia que tenían juntos Rausseo, Rosales y Capriles sobre la líder de Vente Venezuela, según la firma DatinCorp. Por lo que la elección primaria era competitiva. Pero, tres meses después, los sondeos indican un triunfo irrebatible de María Corina Machado. En consecuencia, el resultado del 22 de octubre ya está cantado. Y ese día solo se definirá el orden del resto de los precandidatos.
Entonces, la primaria como un medio para definir quién será el candidato de las fuerzas democráticas de Venezuela en 2024 no agregará valor. Más bien consumirá los recursos necesarios para la elección presidencial porque el gasto de la campaña política se calcula entre 8 millones y 10 millones de dólares por precandidato, que solo podrán costear 4 o 5 precandidatos. Es decir, como mínimo, utilizarán en total entre 32 millones y 40 millones de dólares. Muy necesarios para la contienda presidencial.
Asimismo, los partidos tradicionales se quedarán vacíos porque muchos de sus dirigentes y militantes se unirán al fenómeno “María Corina” que recorre la Venezuela profunda, ocasionando una crisis entre la dirigencia política de base de estas agrupaciones políticas.
Seguir el libreto del madurismo de unas “primarias autogestionadas con voto manual” es un error estratégico. Porque pensar que organizar unas elecciones sin el Poder Electoral es “una oportunidad para mostrar al país y al mundo la capacidad que tienen para gobernar” es la jugada que espera el régimen de las fuerzas democráticas.
Diosdado Cabello, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, lo ratificó cuando dijo: “Pido que haya primarias en la oposición y que sean manuales, va a ser emocionante”.
Es el momento del consenso. Y es en torno a María Corina, quien creará la sinergia –el todo es más importante que la suma de sus partes– necesaria para derrotar el madurismo. Hay que estar claros en que la confrontación electoral que se avecina es contra el Estado mafioso, el cual tiene el respaldo de regímenes como los de Irán, China, Rusia, Cuba, Nicaragua y gobiernos como los de Colombia, Brasil, Turquía, México, entre otros. Sin mencionar las organizaciones criminales que operan en el territorio nacional.
Por lo tanto, se requiere tener los más pronto posible la candidata de la Unidad para poder desarrollar con los aliados internacionales y nacionales los apoyos necesarios. De la misma manera como lo logró Volodimir Zelenski en Ucrania –figurativamente, “necesito municiones no un paseo”, dijo cuando la administración Biden le ofreció evacuarlo–.
Los primeros movimientos del régimen indican la intensidad de la contienda electoral por venir: Francisco Ameliach, posible presidente del CNE; Cilia Flores asegurando que los nuevos rectores sean cien por ciento leales al madurismo; Luis Ratti despejando el camino para la inhabilitación de María Corina. Por consiguiente, no hay tiempo que perder y actuar con la candidata ya en la calle. No es lo mismo articular con los aliados estrategias, planes y acciones como precandidata que como la candidata de la Unidad.
Entonces, lo que debería ocurrir es que los precandidatos se inscriban esta semana. Unos quince días después, la Comisión Nacional de Primaria anuncia en una reunión con todos los precandidatos que alcanzaron un consenso en torno a María Corina Machado. Seguidamente, procede a la proclamación como la candidata de la Unidad para la elección presidencial de 2024. Inmediatamente, Marina Corina acepta el mandato e inicia la fase de la campaña presidencial.
Esto forzaría al Estado mafioso a elegir entre seguir con la piel de cordero o asumir su verdadero rostro criminal de lesa humanidad con los costos asociados.
En conclusión, es tiempo de consenso para derrotar “el vil egoísmo [interno] que una [y otra] vez triunfó”.