I. El turismo
Estaba fumando enfrente de la iglesia masónica de Venecia, la iglesia de Santa Maria Maddalena. A unos 15 metros de mí vi a un guía turístico, un señor italiano de más de 60 años; hablaba en inglés con un grupo de turistas anglosajones.
—Los guías turísticos son los historiadores del siglo XXI —pensé mientras ponía mi atención en las palabras del guía—. Mas no sólo eso, sino que también son teatreros itinerantes, los herederos de las bojigangas y farándulas del teatro español del Siglo de Oro —a medida que estas ideas llegaban, más me sumergía en el monólogo del guía turístico, que continuaba a describir los pilares masónicos de la iglesia.
—Los illuminati y los masones eran lo mismo. A ver, ¿quiénes fueron algunos de los masones de mayor renombre? —preguntó el guía turístico—. Por ejemplo, ¿Amadeus? ¿Amadeus? ¿Amadeus? —escalaba la desesperación del guía, subía como el humo de mi cigarrillo; yo mismo estaba ansioso y me urgía gritar “Mozart”. El guía, con cara de bulldog triste, se vio obligado a revelar la respuesta.
A pesar del silencio de los turistas, el guía repitió el procedimiento.
—¿Thomas? ¿Thomas? —la multitud volvió a quedarse muda, no me pude aguantar y grité—. ¡Jefferson! ¡Jefferson! —todos me miraron, sonrieron y volví a gritar—. ¡Jefferson!
Con todos los turistas anglosajones como público, el guía y yo jugamos a la trivia masónica, modalidad ping-pong:
—¿George?
—Washington.
—¿Isaac?
—Newton.
—¿Mark?
—Twain.
—¿Giacomo?
—Non lo so.
—Casanova.
Perdí la partida de ping-pong por no saber quién fue Giacomo Casanova, el aventurero y libertino por el cual se dice que un hombre mujeriego es un casanova. En fin, tras haber dado el espectáculo, todos satisfechos, el guía y los turistas se marcharon.
Luego pensé en la relación entre ser un casanova y ser guía turístico. De cierta manera, el guía turístico está en la posición de seducir a su público, de convencer a los extranjeros de que el país visitado ofrece algo único. Eslóganes turísticos como el español “Spain is different” o el dominicano “República Dominicana lo tiene todo” tienen cierto parecido con los perfiles de Tinder, donde los pretendientes buscan diferenciarse, ya sea por el físico o por los rasgos de la personalidad. Dentro de estos parámetros, los guías turísticos vienen a ser como una especie de celestinos, de intermediarios, que convencen a los visitantes de la imagen que el país quiere proyectar.
A partir de estas reflexiones y experiencias, me he puesto la misión de revelar, en una serie de artículos, cuáles son los rasgos distintivos, más allá de los clichés, que caracterizan los paisajes y a los paisanos del territorio en el que me encuentro. A su vez, ya que me encuentro en Italia y Sicilia, y hago esta distinción con un claro objetivo, también pienso reflexionar sobre la italovenezolanidad; un tema polémico, complejo y poco profundizado.