OPINIÓN

Termópilas

por Laureano Márquez Laureano Márquez

Con mucho tino, el poeta rumano Mircea Cărtărescu (disculpen yo tampoco sé como se pronuncia la «a» eñosa), ha escrito una columna («La guerra de Putin contra mí y contra ti») en la que compara lo que sucede en Ucrania con la legendaria batalla de las Termópilas.

Los persas intentaron invadir Grecia en un episodio que la historia conoce como las guerras médicas, que no eran de los galenos luchando por un justo salario, como uno cabría imaginar. Lo de médicas viene por que a los persas se les denominaba medos, por una de las tribus que habían conquistado y con la que se habían fusionado.

Luego de que los griegos derrotaran a los persas, comandados por Darío, un segundo intento de invasión se produjo 10 años más tarde, en el 480 a.C., dirigido por Jerjes, sucesor de aquel.

En este segundo intento, se desarrolló la batalla de las Termópilas (literalmente «las puertas calientes»). Es un episodio que marca la heroica resistencia de los antiguos griegos.

En un estrecho desfiladero, estos pudieron contener por unos días la invasión del ejército persa, infinitamente mayor en número, dando tiempo a la organización de la defensa en el resto de Grecia.

Entre los combatientes estaban los 300 espartanos comandados por Leónidas, que lucharon hasta morir.

Aunque los griegos fueron vencidos en las Termópilas, la heroicidad de los espartanos infundió a los griegos ánimo para la derrota final de los persas en Salamina y Platea, lo que salvó a la cultura griega de perecer.

En otras palabras, también nosotros estamos en deuda con los espartanos que allí yacen.

Cărtărescu establece algunos paralelismos entre lo que acontece en Ucrania y las Termópilas:

Pero pese a las similitudes hay una notable diferencia: Jerjes no tenía ojivas nucleares capaces de borrar al planeta entero.

El poeta griego Constantino Cavafis, dedicó un poema a la legendaria defensa de los espartanos que comandó Leónidas, al que bien podríamos recurrir hoy para honrar a los defensores ucranianos:

«Honor a aquellos que en sus vidas

se dieron por tarea el defender Termópilas.

Que del deber nunca se apartan;

justos y rectos en todas sus acciones,

pero también con piedad y clemencia;

generosos cuando son ricos, y cuando

son pobres, a su vez en lo pequeño generosos,

que ayudan igualmente en lo que pueden;

que siempre dicen la verdad,

aunque sin odio para los que mienten.

Y mayor honor les corresponde

cuando prevén (y muchos prevén)

que Efialtes ha de aparecer al fin,

y que finalmente los medos pasarán».

Artículo publicado en TalCual