Fe, política y transformación en un contexto complejo, incierto y de grandes desafíos.
En medio del complejo contexto político en Venezuela, donde las ansias de cambio son palpables, la teología política ofrece una perspectiva interesante para analizar la situación desde un enfoque diferente. En ese sentido, exploraremos en este artículo cómo esta disciplina puede arrojar luz sobre la actual realidad.
Primero, la teología política es un campo de estudio que investiga las formas en que los conceptos teológicos se relacionan con la política, la sociedad y la economía. En otras palabras, se centra en la intersección entre la fe religiosa y la política, lo que permite un análisis centrado tanto en la espiritualidad como en las aspiraciones de los ciudadanos.
Aunque la relación entre la fe religiosa y la política ha sido debatida desde tiempos inmemoriales, adquiriendo bemoles interesantes desde la crucifixión de Jesús, la teología política como disciplina académica comenzó en el siglo XX, en parte como respuesta a la labor de Carl Schmitt y la Escuela de Frankfurt.
Ahora bien, tiene precedentes significativos en San Agustín, que en su obra “La Ciudad de Dios”, exploró la relación entre la Iglesia y el Estado. Por su parte, Santo Tomás de Aquino, filósofo y teólogo medieval, desarrolló la idea de la “ley natural” como base para la legislación y la autoridad civil. Una influencia determinante en la teología política.
Referencia contemporánea. La teología de la liberación, que surgió en América Latina en la década de 1960, se centra en la justicia social, la lucha contra la opresión y la solidaridad con los pobres desde una perspectiva cristiana. Y John Milbank, un teólogo contemporáneo, aboga por una visión política basada en la “teonomía” o la ley de Dios en lugar de la autonomía secular.
Existe un ejemplo más cercano. El Padre Arturo Sosa, Superior General de los Jesuitas, ha abordado temas relacionados con la política y la justicia. Sostiene que la política es el ámbito donde se toman decisiones colectivas en busca del bien común; por ello, enfatiza la relación entre ética y política, y, en consecuencia, la importancia de lo público como parte esencial de la vida humana y social. Recordemos, como venezolano, el Padre Sosa dirigió el Centro Gumilla, un centro de pensamiento que integra economía, política y teología.
En todo caso, existen diversas corrientes dentro de la teología política, y su impacto en la historia y el pensamiento moderno es innegable, especialmente por considerar que la ética y la política están intrínsecamente vinculadas, que la ética garantiza que las decisiones públicas consideren la participación y el aporte de todos los involucrados, creando comunidad y bienestar. Así las cosas, la teología política influye en las decisiones políticas actuales de varias maneras.
Por ejemplo, la teología política aporta principios éticos y valores basados en la fe religiosa. Estos pueden influir en la legislación, la justicia social y la protección de los derechos humanos. También aborda la paz, la reconciliación y la prevención de conflictos, esencialmente en la diplomacia. En suma, tiene implicaciones prácticas en la toma de decisiones políticas en todo el mundo.
Dicho así, la teología política nos invita a considerar cómo una eventual transición en Venezuela podría alinearse con los valores cristianos de justicia, solidaridad y bien común. ¿Cómo podrían las decisiones políticas reflejar una búsqueda auténtica de cambio y transformación en una eventual transición en Venezuela? Habría algunas formas, v.gr.
De entrada, priorizar políticas que reduzcan la desigualdad, promuevan la dignidad humana y brinden mejor acceso a recursos básicos como salud, educación, vivienda y servicios públicos. De gran significación. Tomar decisiones basadas en el beneficio colectivo en lugar de intereses particulares. Esto implica considerar cómo las políticas afectan a toda la sociedad y no solo a grupos selectos. Igualmente, establecer mecanismos transparentes para la toma de decisiones políticas. La integridad y la rendición de cuentas son fundamentales para una transformación genuina. En dos palabras, transparencia y ética.
Un tema álgido, concerniente a la justicia transicional. Abordar heridas del pasado, hacer justicia, reparar daños y trabajar hacia la reconciliación o reconstrucción del tejido social. Al respecto, se debe tener muy en cuenta que el perdón y la sanación son esenciales para avanzar como sociedad. Por eso, dijimos, álgido.
Entonces, una transición auténtica en Venezuela debería reflejar los valores cristianos aludidos, buscando el bienestar de todos y promoviendo una sociedad más justa y solidaria. La aplicación de estos valores cristianos en la política venezolana podría enfrentar los siguientes desafíos:
Implementar políticas justas y transparentes puede verse obstaculizado por intereses personales y prácticas corruptas arraigadas. Por eso, la lucha contra la corrupción será un desafío constante. Del mismo modo, enfrentar la polarización y promover la solidaridad requiere un esfuerzo concertado para superar diferencias ideológicas y partidistas.
No menos importante, lograr el bien común y la justicia social en un contexto de escasez es un desafío mayúsculo. En igual sentido, las heridas del pasado pueden dificultar la reconciliación y el perdón necesarios para avanzar hacia una transformación auténtica. Sin obviar que la falta de confianza en las instituciones gubernamentales y políticas puede afectar la implementación efectiva de políticas basadas en valores cristianos.
Son de gran magnitud los desafíos. De tal manera, que aplicar estos valores requerirá superar obstáculos estructurales, culturales y sociales para lograr un cambio genuino en Venezuela. Como pueden apreciar, la teología política nos desafía a pensar más allá de lo meramente político y a considerar la dimensión espiritual en la construcción de un futuro mejor para Venezuela.
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