«Ni una hoja ni un pájaro. La piedra nada más» (LUIS CERNUDA)
Se sabe que en la ciudad donde buscaron el amor Calisto y Melibea hay una calle en la que coincidieron la escapada cuesta abajo de un toro con el paso de un sacerdote agustino. Estando a punto de ser embestido por el animal, el agustino alargó el brazo y ordenó «¡Tente, necio!». El astado se detuvo en el acto. Quien haya pasado un tiempo en Salamanca conoce esa calle que ha pasado a llamarse desde mediados del siglo pasado calle Tentenecio y que apunta en el camino de subida a la Catedral Vieja.
__
He recordado ese nombre y ese lugar mientras pensaba en el momento político que estamos viviendo los españoles a raíz de las Elecciones Generales del 23 de julio de 2023. El resultado de esos comicios ha dado como ganador al partido conservador que, a pesar de haber recibido mayor número de votos necesitaría encontrar apoyos a través de acuerdos y pactos con otras formaciones políticas. Parece difícil que esto suceda. Por otro lado, el partido que gobierna, Partido Socialista -PSOE-, preside desde el día 1 de julio de este año 2023 el Consejo de la Unión Europea. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, ve posible y muy probable revalidar su puesto en el gobierno. El caso es que podría conseguirlo llegando a firmar acuerdos con partidos independentistas de Cataluña y otros partidos del País Vasco. Uno de los primeros gestos del gobierno actual ha sido facilitar el uso de lenguas cooficiales del país en el Parlamento español, de tal modo que lo que antes podríamos entender todos los españoles rápidamente se convierte en un proceso de interpretación de lenguas cooficiales, el pago de tecnología, pinganillos, intérpretes, etcétera. Esto es ahora. Ya está pasando. Lo que algunos entienden como una victoria de los derechos de las diferentes Comunidades Autónomas, otros lo entendemos como una vuelta atrás, un retardo. Uno se ve obligado a aclarar en este país de sensibilidades de asesoría de imagen pública que no se opone a ninguna de ellas, solo que no es partidario de dedicar tiempo y espacio a filtrar lenguas, a veces con errores de interpretación. Es más, uno no habla ni escribe utilizando lenguaje inclusivo en España -y cada vez que dice o escribe españoles incluye también a las españolas. Si el temor de los apologistas de tal lenguaje consiste en el desprecio a la mujer o al género femenino, entonces deben estar tranquilos porque ya les digo yo que no, que lo que uno siente por la mujer es respeto, admiración, y en contadas ocasiones, casi adoración.
El caso es que todo señala a una postura del gobierno actual a querer agradar a aquellos que podrían facilitar su revalidación en el poder. Esos mismos que enarbolaban pancartas con lemas en inglés «Catalonia is not Spain«, «Catalonia is not Spain«. Es difícil aguantar el gesto, creer en principios éticos. Por eso también imagino al sacerdote agustino en la vieja ciudad castellana susurrando al oído la frase necesaria para que se detenga. Quiero pensar que los hombres buenos existen y actúan sin buscar nada a cambio, a pesar de contemplar la torcedura, el giro de la marcha y me pregunto si ha valido la pena apoyar a quienes presumían de libertades, derechos y progreso, y parecen traicionar a un país dividido, decepcionado y roto, aunque paradójico y heroico.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional