OPINIÓN

Teniente coronel Igbert Marín y su grito a la FANB

por Juan Francisco García Escalona Juan Francisco García Escalona
Igbert Marín Chaparro

Foto: Cortesía Tamara Suju

El rostro de la FANB que el país demanda

En Venezuela todas las instituciones han sido desmanteladas, quizás la más maltratada ha sido la Fuerza Armada, que ha degradado su valor histórico de honor y libertades, al sometimiento de factores externos, que amedrentan, persiguen y torturan a sus soldados, toda vez que el alto mando militar se ha corrompido y actúa contrario a la constitución nacional, favoreciendo así el sostenimiento de la cruel tiranía, que ha derramado sobre la FANB un torrente ideológico apartándola de su condición apolítica.

Por su parte, los factores de oposición del país, en su mayoría corrompidos tampoco adquieren credibilidad en los sectores militares, al punto de promover la condena a la condición del Bolivarianismo como si el pensamiento del libertador fuese un pecado. Cuando verdaderamente el ideario del Libertador Simón Bolívar es una daga que se clava en la conciencia miles de oficiales, que en nada tienen que ver con la instauración del perverso sistema que acosa al país, y destruye la FANB.

El surgimiento del teniente coronel Igbert José Marín Chaparro, privado de libertad desde el año 2018, sin prueba alguna, es una evidente demostración del temor de la dictadura a un quiebre de la Fuerza Armada, que pueda convocar al rescate del hilo constitucional para adecentar el país, el teniente coronel Marín exhibe un liderazgo soportado desde sus tiempos de brigadier mayor, y alférez mayor, además de ser el soldado mejor calificado en todos sus rangos desde la creación de la Escuela Militar de Venezuela, por sus destacados méritos alcanzó a comandar el Batallón Ayala, que opera en el corazón de Fuerte Tiuna. Su determinación de hacer huelga de hambre lo expone a la radicalización de los maltratos que sufre de manera recurrente, y a la vez muestra al país el rostro de la FANB valiente y heroica que tanto demandan los actuales momentos.

El momento en el que emerge el teniente coronel Marín Chaparro, no debe ser visto de forma casual, los hechos en la vida militar generalmente responden a planificaciones rigurosas, su mensaje penetrante al estamento militar lleva implícito repercusiones a lo interno de la FANB, su heroísmo, coraje y dignidad, ponen en evidencia no solo el sistema de tortura implementado por la dictadura de Nicolás Maduro, como una política de Estado, sino que desnuda a la vez el sistema aberrante de justicia militar, negador de la libertad y la democracia, al que ha estado Marín Chaparro, y centenares de oficiales dignos y honorables, que también han sido torturados y secuestrados en las mazmorras del régimen.

La FANB en Venezuela son una conjugación de todas las clases sociales, en consecuencia, su relación con la honda crisis es profunda y sincera. Los soldados la sienten en las voces de sus madres y familiares, tejiendo un enorme compromiso moral con su familia, amigos y el país, acción que puede motivar a desenlaces inesperado en la actual coyuntura, pero nada extraño en América Latina, que en su historia esta repleta de hechos de estas características, sin abonar estas acciones, todo resultado debe llevar inmerso procesos para la construcción democrática y no copias del espíritu de Hugo Chávez.

Un sector mayoritario del país aun considera que la FANB asumirá un papel preponderante, absolutamente decisivo para equilibrar e incluso desbloquear el pulso político existente en la actualidad, ese rol es incuestionable permaneciendo la FANB en la delgada línea de ser la única institución cuyo valor y poder permitan ejercer una influencia decisiva en los acontecimientos, que puedan sobrevenir a la actual crisis y provocar cambios profundos en la legitimidad del poder, para finalmente construir métodos democráticos que reinstitucionalicen la nación, con el concurso siempre de la sociedad civil.

Las peticiones del teniente coronel

Los organismos internacionales nuevamente son puestos a prueba, con la posición de un oficial que solo exhibe un record decoroso y digno a la institución militar, la oficina de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, el Comité de las Cruz Roja Internacional, el encargado de Negocios de la Unión Europea, y el nuncio apostólico de la Santa Sede, no pueden soslayar tal exigencia a constatar los tratos crueles e inhumanos, a los que son sometidos los presos militares en la llamada “casa de los sueños” a la cual califica el Coronel Marín como un depósito de seres humanos, al mejor estilo de un campo de Auschwitz-Birkenau, constituyéndose un elemento horroroso que debe valorar la Corte Penal Internacional a la hora de avanzar con el juicio por delitos de lesa humanidad que se lleva a cabo contra la dictadura de Nicolás Maduro.

El fiscal general de la República, el defensor del pueblo y el presidente del TSJ deben decidir si cumplen con el acuerdo de entendimiento suscrito por el Estado venezolano y el fiscal Karim Khan, o continúan sus maniobras para burlar la determinación de la justicia internacional, creyendo que nunca serán alcanzados por la verdad, y eludirán su responsabilidad en la participación de un sistema tan grotesco que es solo comparable con el genocidio nazi, conocido como el holocausto, que acabo con la vida de millones de judíos, a quienes consideraban desde la óptica de Adolf Hitler el problema judío, según las tantas investigaciones sobre esta época trágica. Hoy en Venezuela para el sistema de la dictadura, también hay un problema, que se llama la FANB, y el histórico militarismo en la participación política, por ello su permanente acecho y violación de sus derechos bajo la tortura en la llamada “casa de los sueños”. La decisión de funcionarios de respaldar el sistema asesino del madurismo, con crueldad de psicópatas dispuestos a morir asesinando, sin reconocer sus errores, deberá pasearse por una reflexión, sino desean ser comparados con el militar alemán Hermann Göring, quien sentenció: «Prefiero una muerte alegre, que reconocer que Hitler se equivocó».

De tal manera se padece en Venezuela un holocausto moderno, teniendo al madurismo la misma esencia de aniquilación que el nazismo, con patrones de modernidad del siglo XXI.

La deuda de los organismos internacionales

Penosamente el madurismo será recordado como la gran tragedia del siglo XXI, que también expone las grandes debilidades de los órganos internacionales, aun atrapados entre legalidad y justicia, permitiendo que en estos tiempos pueblos enteros sufran de delitos de lesa humanidad, clamando intervención para su salvación.

Los organismos internaciones deben reformularse, porque el crimen lo ha hecho exitosamente, y aun no se aportan soluciones que impidan su avance en tiempos eficientes, quizás sea necesario sumergirnos la obra de Hannah Arendt, Eichmam en Jerusalén, un estudio de la banalidad del mal, para comprender las dimensiones del holocausto nazi del siglo XX, y como ha reencarnado en las practicas del madurismo, peligrosamente infectando el continente en colaboración geopolítica con naciones antidemocráticas.

Mientras el mundo y las instituciones reaccionen y se repiensen, en Venezuela nos esperanza el auspicio desde nuestra institución militar, que aunque malograda e intervenida, su contenido histórico de heroísmo significa por si solo el arte del cambio.

@jufraga12