El esfuerzo por retener el gobierno revela el temor que le quita el sueño a la cúpula militar que ha acompañado a Maduro en la represión política y en el negocio de la droga.
El general en jefe Padrino López califica de “desesperados y sediciosos” los llamados a las fuerzas de seguridad para que se pongan del lado del pueblo y que cese la represión, de la que se vale Maduro para amenazar con llevar a ciudadanos a la cárcel de Tocorón, la misma donde protegió al Niño Guerrero.
Pero más desesperado parece el alto mando militar, en nombre del cual habló el ministro de Defensa al apoyar el megafraude que pretende cometer Maduro a través del Tribunal Supremo de Justicia, arquetipo de la complicidad orgánica entre el crimen y la justicia en Venezuela.
Las mafias que secuestraron las instituciones en Venezuela para traficar con drogas y robar cuentan con el apoyo de militares que se resisten a perder privilegios.
Parece oportuno recordar que en 2020, cuando su jefe Maduro convocaba a elecciones parlamentarias a la medida, Padrino López afirmaba que en Venezuela no habría más gobierno que la revolución.
Ahora hay buenas razones para dudar de esa afirmación y más bien creer que se avecinan tiempos de rendir cuentas. Por eso el temor sume en la perplejidad a señalados por Estados Unidos de facilitar el tránsito de nacotraficantes en dirección a Centroamérica a cambio de sobornos.
A los temores de perder el poder que perturba el ánimo al inepto alto mando militar que ha secundado a Maduro en la represión, se unen ahora los propios temores de quienes arrastraron a la FAN a la guerra de guerrillas de 2021 en Apure para defender a su socio Iván Márquez frente a sus rivales de la guerrilla colombiana en el negocio de la droga.
Esa operación -que supuso el sacrificio de jóvenes soldados, la deshonra del uniforme de la FANB y la entrega de territorio nacional al enemigo para actividades del crimen organizado- se reveló además como una penosa demostración de impotencia técnica y errores estratégicos.
Por eso probablemente la rendición de cuentas en los cuarteles llegue, como ha ocurrido históricamente después de toda derrota, y parece explicar los temores de Padrino.