Marietta Santana, famosa periodista de la extinta Radio Caracas Televisión, filmó varios reportajes que impactarían en Venezuela. Entre ellos, uno sobre la existencia de presuntas «sectas satánicas» en la ciudad de Mérida. Jesús Rondón Nucete, profesor de la Universidad de los Andes, era gobernador del estado cuando [como consecuencia de ese amarillista trabajo periodístico] una noche personas no identificadas lanzaron «bombas incendiarias» contra la residencia del filósofo José Manuel Briceño Guerrero y también volantes en los cuales aseveraban que el citado docente [adscrito a la Facultad de Humanidades] era junto conmigo autores intelectuales https://paltoque.com/guia-para-reconocer-comegatos/, una situación bochornosa y lamentable. Me preocupé: solía pasear con mis pequeñas hijas por áreas adyacentes al Rectorado [porque yo trabajaba en su oficina de prensa] y la Plaza Bolívar.
En los papeles impresos difundieron que Briceño Guerrero era ideólogo principal del Satanismo y yo un «príncipe de legión de diablos», por el contenido de una novela que apenas me había publicado la Universidad de los Andes: https://ejerciciosescrituraleshome.files.wordpress.com/2021/07/dionisia-novela-1993-por-j.-ure.pdf. Apedreaban vehículos que tenían vidrios ahumados y hostigaban, en la calle, a cualquiera que vistiese ropas oscuras [casualmente, mis favoritas durante toda la vida, soy gótico].
Casi siempre trajeado con suéteres negros, gustaba caminar con mis adorables criaturitas porque les compraba helados y juguetes en cada recorrido, haciéndolas felices. Algunas personas me advertían que fuese cauteloso: el diario Frontera, para el cual fui columnista durante muchos años y que luego me vetaría, ya publicaba noticias sobre transeúntes golpeados o intimidados por sus vestimentas oscuras.
Un mediodía, cuando paseaba con Alejandra Linssey y Gretel Sally por el Viaducto «Campo Elías» en busca de una heladería, me sorprendió mirar una caravana de motocicletas al frente y detrás del vehículo donde se desplazaba «El Reyecito» Rondón Nucete [así apodaba el pueblo al gobernador]. Pidió a su chofer detenerse a mi lado. Me invitó subir con las niñas a la máquina de rodamiento.
-Quiero que sepas, Albert, que decidí apoyar financieramente tu revista ALEPH universitaria –me dijo, sonreído-. Sólo debes llevarla diagramada a la imprenta del Estado, previo retiro de una orden de publicación que te dará mi secretaria.
-Gracias, infinitas, Jesús –inferí-. Es una magnífica noticia, porque un director de cultura de la ULA sabotea mi magazín literario. Debo, amigo, aprovechar esta plática para expresarte mi preocupación por el ridículo hostigamiento que padecemos los precalificados satánicos por el «amarillismo periodístico» en Venezuela. Puede ocurrir una tragedia. Eres nuestra máxima autoridad civil, tienes entre tus atribuciones frenar esas peligrosas estupideces.
-No te preocupes, estoy enterado: ya di las instrucciones correspondientes para acabar con ese insólito asunto […]
Salí del auto con mis bebitas al llegar a la plaza Bolívar, antes de que el jefatural entrase al edificio de la Gobernación. Luego nos desplazamos por la Avenida 04 hacia abajo, rumbo, de nuevo, hacia el viaducto donde nos había recogido Rondón Nucete. Me detuve a comprar tres barquillas y, cuando subíamos para regresar al Rectorado, un grupo de aproximadamente diez jóvenes nos interceptó en la Catedral para arrodillarse frente a mí y venerarme mientras repetía:
-¡Te amamos, príncipe de legión de diablos […] Te amamos, te amamos […]!
A mis lindas e inteligentes chiquitas les aterró ver tantas muchachas y varones practicar la sumisión-reverencia devota o ritual demoníaco. Adhirieron, fuerte y desesperadamente, a mis manos mientras me alejaba atónito del lugar.
Descarga reseña aquí: https://ejerciciosescrituraleshome.files.wordpress.com/2021/07/azocar-sobre-la-novela-dionisia-de-jimenez-ure-resena-1994-1998-convertido.pdf
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