Tiempos difíciles los que está viviendo Venezuela. Una gran oscuridad prevalece en el escenario nacional. En medio de esas circunstancias algunos amigos del Movimiento Social Independiente Unión y Progreso me piden orientación.
Nos toca iluminar el panorama. Orientar a los confundidos. Mantener la fe en Dios, la esperanza en un destino mejor para todos y la caridad, es decir, el amor por nuestro país y por nuestra gente venezolana.
Lo primero que recomiendo es hacer todo lo que está a nuestro alcance para promover la unión de los venezolanos y el progreso de nuestros compatriotas. No es tarea fácil. Hay muchos factores que promueven la división y el odio. Nosotros debemos ser promotores de la unión y del progreso, a nivel local, a nivel regional y a nivel nacional.
Tanto la unión como el progreso debemos promoverlos alrededor de una oferta programática en relación con el desarrollo económico, el progreso social, el mejoramiento de la calidad de vida y de los servicios públicos, especialmente la salud y la educación y, finalmente, la defensa de los principios morales y de los valores éticos en la sociedad venezolana.
La segunda tarea política es la defensa de la democracia, del Estado de derecho, de los derechos humanos.
Defender los resultados del proceso electoral del domingo 28 de julio. Exigir la presentación de las actas de votación de todos los centros electorales. Defender los resultados que favorecieron la voluntad de cambio de los venezolanos, encarnada en la candidatura presidencial de Edmundo González.
Manifestar, por todos los medios a nuestro alcance, nuestra protesta contra la política de represión incrementada por el gobierno. El encarcelamiento de ciudadanos que ejercen su derecho a protestar: jóvenes, mujeres, estudiantes, adolescentes, sometidos a toda clase de vejaciones, violando sus derechos como seres humanos y como ciudadanos.
Debemos estar siempre en primera línea para defender el Estado de derecho, a los derechos humanos y al principio de la soberanía popular. Nos obliga a esa conducta, entre otras cosas, el comportamiento admirable del pueblo venezolano en esa jornada electoral del 28 de julio, cuando acudió cívicamente a depositar su voto con la esperanza de lograr un cambio en la conducción del gobierno nacional. Con la ilusión de lograr la aplicación del principio constitucional de lograr la alternabilidad por la vía pacífica, democrática y constitucional del voto popular.
En tercer lugar, debemos insistir en defender la paz. La violencia no resuelve ninguno de nuestros problemas. Al contrario, los agrava todos.
Además, debemos tomar conciencia de que los instrumentos para promover la violencia las tienen ellos. Nosotros debemos trabajar para que prevalezca la razón y la paz.
La cuarta tarea es la de aportar soluciones para la crisis humanitaria que sufren los ciudadanos, para acabar con la inflación y con la recesión, para mejorar los servicios públicos. Es un trabajo que debe asumirse tanto a nivel local, como a nivel regional y también, por supuesto, a nivel nacional.
Tareas políticas es lo que nos sobra. Debemos abordarlas con serenidad, con humildad y con paciencia.
Seguiremos conversando.
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