El 28 de julio de 2024 María Corina Machado impulsará a Edmundo González Urrutia a ganar las elecciones presidenciales. Tendremos un presidente decente al frente de un gobierno de transición que tendrá que enfrentar una dura situación social y económica en Venezuela.
Se manejan muchas hipótesis sobre lo que el régimen va a intentar hacer para evitar esta realidad. Hay quienes dicen que van a tratar de postergar las elecciones. Un altercado con Guyana es la pieza favorita de este escenario. La cosa iría más o menos así: se provoca un conflicto limitado o una escaramuza que permita la excusa para declarar un estado de emergencia nacional o algo parecido, y en ese contexto postergar la fecha de las elecciones indefinidamente. Este escenario es de alto riesgo para el mismo régimen. Recuerden las Malvinas. En este caso, hasta Lula se le va a enfrentar a Maduro. La paz regional no es algo con lo que se puede jugar impunemente.
Otro escenario es el del fraude. Pasada la medianoche del 28 de julio, furtivamente, con alevosía y nocturnidad, el Amoroso se descuelga con innumerables millones de votos que saca Maduro, y unos poquitos que favorecen a Edmundo. El régimen ha intentado todo para voltear el resultado electoral antes de las elecciones mismas. A casi 10 millones de venezolanos, la mitad afuera y la mitad en el país, se les ha negado la inscripción en el registro electoral. Se les ha negado el derecho político básico de votar. A María Corina se le ha negado el derecho a ser elegida. Y finalmente, las maquinitas. Las benditas maquinitas que cuentan votos en una caja negra. El régimen lo está pensando, y algunos creen que lo pueden hacer y lograr lo que realmente le interesa a Maduro y a sus panas. Arrebatar la elección pero parecer que gana legítimante. Nadie lo va a creer. Ni el país ni el mundo. No tendrá legitimidad. Punto. El tsunami de votos que le va a caer encima lo va a planchar. Y los vamos a contar. Papelito por papelito. Por ahí no van a llegar muy lejos.
Otras tretas, como eliminar la tarjeta de la unidad que respalda a Edmundo, o inhabilitarlo, o cualquiera otra peripecia sería miope y les va a quedar muy feo. Como he repetido en varias ocasiones en artículos recientes, al régimen le conviene negociar para buscar una salida razonable.
En resumen, el régimen la tiene complicada. Por eso, es útil y prudente hablar de lo que trata realmente este artículo: las tareas de un gobierno de transición.
Una vez que se instale Edmundo en Miraflores, habrá cosas importantes que hacer en ese gobierno de transición. Pero hay tres temas que son especialmente urgentes: la primera, restablecer las libertades democráticas. La segunda empezar la estabilización al país. La tercera llamar a elecciones libres y limpias.
Las libertades democráticas incluyen prominentemente la libertad de pensamiento y de prensa, la libertad de disentir sin ser tratado como enemigo, el respeto a los derechos políticos de todos los venezolanos, y el restablecimiento de la separación e independencia de los poderes del Estado. Esta tarea requerirá la legitimación de los poderes públicos, empezando por la elección de un Congreso donde todas las fuerzas políticas del país, incluyendo los afectos al régimen que quieran seguir haciendo política, tengan el espacio que se ganen limpiamente en elecciones libres.
La estabilización política, social y económica del país será una tarea de primera importancia que deberá empezar, aunque no acabará, el gobierno de transición. Se deberá atender la grave crisis humanitaria con un apoyo temporal a las familias con las mayores carencias; frenar la inflación con medidas tanto fiscales como monetarias sanas, y propiciar la inversión pública y privada para reanimar la economía y crear empleo. Para esto se requerirá apoyo internacional, especialmente de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Igualmente, al gobierno de transición le tocará empezar a poner el territorio bajo el control del Estado, desplazando las mafias de narcotráfico y grupos irregulares de toda ralea. Adicionalmente, será el gobierno de transición al que le toque restablecer las relaciones internacionales con las naciones democráticas del planeta. La estabilización y reconstrucción del país requerirán un esfuerzo sostenido por un largo período, pero en el gobierno transicional no se puede perder tiempo y se debe empezar a trabajar en esta dirección.
Finalmente, una tarea esencial del gobierno de transición será organizar elecciones libres y democráticas, donde todos los venezolanos que quieran votar lo puedan hacer, y todos los candidatos que quieran presentarse a los diversos cargos de elección popular, especialmente a la Presidencia de la República, puedan hacerlo para ejercer un período normal de gobierno. El pueblo venezolano no se equivoca. Sabemos lo que queremos. Sabemos que este proceso barroco y tergiversado que ha impuesto el régimen para las elecciones del 28 de julio no es ni limpio, ni justo, ni democrático. Pero también sabemos que vamos a ganar esta batalla electoral, sabemos que María Corina puede endosar sus votos a Edmundo, y sabemos lo que viene adelante. Sigamos el camino sin desviarnos de la ruta electoral. Estamos cerca. María Corina terminará siendo la presidente de todos los venezolanos.