Estamos en guerra. Y uso el verbo en la primera persona del plural porque a pesar de la distancia geográfica de los primeros impactos de las granadas de los morteros y los obuses, esta guerra con el nivel de los países involucrados directa e indirectamente, y el multilateralismo militar participante, tiene influencias globales y nos afecta a todos en la paz. Como se ha desencadenado a través de las redes sociales todo género de opiniones y posiciones me gustaría contribuir con las mías, con esto que llamo taquitos, a través de estos planteamientos que he ido ubicando en mi mapa conceptual.
Estamos en guerra.
Primer taquito
El portal especializado Global Fire Power publicó su 2022 Military Strength Ranking. Este índice ubica en un orden documentado y razonado el poder de combate de las fuerzas armadas globales. Se trata de ponderar 50 factores individuales y objetivos, atribuibles a cada estado nación, adicionales al poderío militar entre los cuales están las finanzas, las capacidades logísticas y la geografía. Nada nuevo ni diferente de lo que se expresa en un instrumento básico en los estados mayores de coordinación condensados en documentos como el orden de batalla y el análisis del área de operaciones, y que con su actualización sirven de base para presentarle al comandante de una operación en todos los niveles, una apreciación de inteligencia con todas las posibilidades del enemigo, los que con el resto de las apreciaciones del estado mayor lo ayudan a tomar una decisión.
Los veinte países que encabezan el este ranking son, en este orden: Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón, Sur Corea, Francia, Reino Unido, Pakistán, Brasil, Italia, Egipto, Turquía, Irán, Indonesia, Alemania, Australia, Israel, España y Arabia Saudita. Este top militar puede generar cualquier tipo de inquietudes y dudas en los criterios para la asignación final de las categorías; como en el caso de Japón y Sur Corea que están privilegiados por encima de potencias militares convencionales como Francia, el Reino Unido, y Alemania; o el de Irán que se ubica por encima de su archirrival histórico Israel. Eso tiene su explicación. En el caso de los asiáticos con los europeos la tecnología les da un significativo plus de diferencia; en el de los persas (ranked 14) contra los judíos (ranked 18) los números abruman a favor de los ayatolas. Repito, los números y eso es cantidad. Este ranking no mide calidad. Es con la calidad con lo que se especula al final para relativizar el poder definitivo.
El poder de combate de cada uno de estos 140 países como está desarrollado en esta categorización, así, sin juicios de valor y sin las especulaciones y las proyecciones que normalmente se hacen en los gabinetes de un puesto de comando (PC) y de un estado mayor (EM), y sin contrastarlo contra otros países poténciales adversarios, no pasa de ser un concepto inerte. Es sólo poder de combate. Cuando se hace, el concepto adquiere vitalidad y deja de ser potencia retórica. El momento exacto de transferir los números y las cantidades, y convertirlos en las amenazas y las calidades útiles, pertinentes y oportunas del párrafo 5 de una apreciación de inteligencia y todos los desarrollos de la de operaciones. El poder de combate adquiere ahora el valor de poder relativo de combate, lo que reduce los niveles de incertidumbre con la disponibilidad de inteligencia y le abre la imaginación y la claridad al comandante en todos los niveles de la guerra para decidir atacar o defenderse; las dos actitudes clásicas en un campo de batalla. Mientras se valore correctamente el poder relativo de combate en el campo de batalla, quienes están en desventaja se defienden y los otros atacan. Esa decisión es del comandante.
La guerra siempre la va a conducir en un puesto de comando un general atendiendo a los lineamientos del poder civil. Por mucho vector de orden económico, cibernético, político, psicológico, químico, bacteriológico, radiológico, nuclear, etc. las órdenes a las unidades se emitirán desde un grupo de comando encabezado por un general o un almirante, con referencias de una orden de operaciones clásica donde se valora la organización para el combate, la situación de las fuerza amigas y las enemigas (un registro de con qué contamos y a quien nos enfrentamos), la misión que se va a cumplir en el campo de batalla, las maniobras y sus tareas, los aspectos logísticos y administrativos y la ratificación del comando y su desplazamiento en una línea que va desde la retaguardia, al puesto principal, a uno alterno y se cierra en el grupo de comando donde permanentemente se hacen apreciaciones de la situación, se sacan conclusiones, se presentan recomendaciones y se toman decisiones. Eso lo hace un general o un almirante. Eso es lo que establece la doctrina en la mayoría de las fuerzas armadas de los países occidentales con influencia académica y operacional estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial.
Hay factores intangibles del poder de combate que pueden marcar la diferencia en el poder relativo. El liderazgo, la moral, el entrenamiento, el dispositivo de combate en el campo de batalla, el uso apropiado del terreno, las condiciones meteorológicas (recuerden el histórico valor del general invierno en Rusia, con Napoleón y con Hitler), los principios de la guerra como la sorpresa (táctica, técnica o estratégica) y la seguridad, entre otros. El tiempo cronológico dispuesto con la voluntad de lucha de un pueblo puede hacer la diferencia en el resultado de una confrontación desigual de poderes de combate. En esto último, Corea, Afganistán y Vietnam son referencias marcadas por la historia para el expediente militar de Estados Unidos, de Rusia, y de Francia.
En fin, cada país decide ir a la guerra cuando valora que tiene superioridades en su poder de combate y el momento especifico, eso que en planificación militar se enuncia como el día D y la hora H es una conjunción de las oportunidades positivas que garantizan la victoria. Recuerden que la guerra no tiene subcampeones.
Segundo taquito
Todavía los aires de pólvora de la Primera Guerra Mundial impregnaban a la campiña francesa cuando monsieur George Clemenceau, primer ministro y jefe de gobierno de la III república francesa disparó verbalmente su ironía de “la guerra es una cosa demasiado importante para dejársela solo a los militares.” La expresión, que es un parafraseo de otra de Voltaire sobre la salud que decía: «Notre santé est une chose bien trop importante pour la confier aux seuls médecins» se montó sobre la incompetencia de los mandos militares para mantener la paz alcanzada con los resultados de la gran guerra desarrollada entre 1914 y 1918 y negociada en París en la conferencia de 1919 y suscrita posteriormente de manera formal en el Tratado de Versalles. El tigre era partidario de castigos más severos a Alemania con el pago de reparaciones de guerra y la extinción completa del imperio alemán y la posibilidad de su resurgimiento. El tratamiento demasiado benevolente – con opinión favorable de los mandos militares franceses – a los derrotados, facilitó el nacimiento del Tercer Reich, la aparición de Adolfo Hitler y lo que significó todo el sangriento desarrollo de la segunda guerra mundial. Los militares tienen una responsabilidad directa de ejecutar la guerra, pero también de contribuir al mantenimiento de la paz.
Con la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría se pensó que el avance de Rusia hacia Europa central y su proyección imperial en el tiempo hacia todo el occidente finalizaba con la disolución de su alianza militar más importante, el pacto de Varsovia y con la dispersión y adherencia de algunas de sus antiguas repúblicas signatarias a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. La recuperación de Europa a través del Plan Marshall y luego con la aparición del multilateralismo económico de la Unión Europea y el político, establecido en la Organización de Naciones Unidas, después de la II Guerra Mundial, encaminó al mundo hacia una paz que caminaba por el filo de las espadas militares por la gran cantidad de conflictos localizados que se desarrollaron en el tercer mundo en esa neblina benevolente con la paz que se calificó como la Guerra Fría. Las guerras pequeñas – que seguían siendo guerras – adquirieron la calificación, alentada por los gabinetes militares para matizar, relativizar y degradar la realidad de la guerra, como conflictos de baja intensidad en todos los referentes doctrinarios occidentales, en tanto que los históricos enemigos del hemisferio, de la paz y de la democracia al otro lado del mundo, les siguieron dando el tratamiento político, conceptual, doctrinario, estratégico, y operativo de guerra. Del lado de allá permanecieron en guerra contra occidente y de este lado los militares – especialmente – contribuimos sin buscar profundidad, a tratar de desmontar una realidad que cada día sopla distinto en la nuca de todos los países con cualquier expresión de vectorización de un acto de fuerza para imponer la voluntad al adversario. En uno de esos momentos se vendió la idea de desaparecer las fuerzas armadas y transformar su misión.
Cuando se disolvió el ultimo ladrillo del Muro de Berlín, la guerra se disfrazó de todo, pero continuó transitando la misma ruta que ilustraron en sus textos El arte de la guerra (Sun Tzu) y De la guerra (Carl von Clausewitz). En ese carnaval conceptual han desfilado a nivel de textos y de opinión, guerra de cuarta generación, guerra asimétrica, guerra mosaico, guerra multidimensional, guerra multidominio, guerra híbrida, y guerra difusa entre otras comparsas conceptuales para establecer una referencia que no ha tenido ningún hueco en la doctrina operacional ni en el training académico de ninguna de las fuerzas armadas de los principales países rankeados por Global Fire Power en los últimos años y en otros portales de guerra. Los rusos hicieron su concentración, su despliegue y están maniobrando, siguiendo al pie de la letra lo establecido en el FM 100 – 2 – 1 The Soviet Army – Operations and tactics de 1984; y los estadounidenses y sus aliados de la OTAN hacen preparativos para involucrarse y comprometerse con lo que establece el FM – 3 – 0 Operations de fecha octubre de 2017.
Sun Tzu y Clausewitz siguen manteniendo la misma vigencia a lo largo del tiempo. Hasta el momento, esta nueva guerra que tenemos, lo confirma.
Pareciera que es verdad eso de que no es bueno dejarle esa realidad de la guerra solo a los militares.
Me quedan más taquitos para compartir, pero esta guerra pareciera que va para largo y ya habrá tiempo para el intercambio.