En medio de toda la adrenalina que se segrega por los fogonazos iniciados el 24 de febrero del año en curso en Europa oriental, por la guerra iniciada con la invasión de Rusia a Ucrania, concédase un placer. Puede ser el último. Ya usted sabe que la sobrevivencia planetaria depende en este momento de 9 tipos que tienen en su stock presidencial de mandatarios atómicos tantas posibilidades nucleares para iniciar o responder a un ataque de esa sintonía. Ya ustedes pueden sacar las conclusiones correspondientes en materia de como se proyecta el futuro de toda la civilización para dar un salto del tordito definitivo por culpa de un dedo índice. Por eso le insisto. Concédase este placer. Instálese en su poltrona favorita. Esa desde donde se cala un derbi del Real Madrid y el Barcelona, o cualquiera de esas series aguadas y horizontales con que nos bombardea Netflix o Amazon Prime en estos últimos tiempos. Guillotine certeramente un Cohíba o un Romeo y Julieta, sírvase un buen coñac, la marca no importa siempre que sea bueno y mientras ve subir con parsimonia las volutas azuladas de su puro, ponga a sonar la obertura 1812 del ruso Piotr Ilyich Tchaikovski. Previamente debe haber repasado en algún texto la invasión que hizo Napoleón Bonaparte a Rusia con la grande armée en 1812. Si no lo hace de nada valdrá el habano, la poltrona, él coñac y la inspiración musical. Revise un poco. Será una manera muy musical de entender las etapas previas de la invasión, el desarrollo de la campaña y los desastrosos resultados para el ejército imperial galo después de que el general invierno y la resistencia rusa provocara la desoladora retirada. Si esa experiencia de guerra usted la apareja con la actual situación bélica entre Rusia y Ucrania puede proporcionarse una esperanza de que los rusos imiten al gran corso 209 años después y se retiren con el rabo putinesco entre las piernas. Es eso o que simplemente al final usted se rasque cordialmente entre rancheras de Javier Solís sin conseguir ningún tipo de explicación racional a la pieza que fue escrita para conmemorar la victoria de la resistencia rusa en 1812 frente al avance de los franceses, y se aturda etílicamente en la poltrona.
Vigésimo noveno taquito
Cuando los revolucionarios del régimen bolivariano desfilan o hacen maniobras militares con la milicia, generalmente la burla y la chacota hacia los integrantes rojos rojitos es parte de las referencias entre la oposición para descalificar y reducir cualquier posibilidad operacional en un campo de batalla convencional o de resistencia de aquel abuelo desdentado con un fusil obsoleto o de aquella ama de casa de caderas anchas cruzando una cancha de obstáculos a punto de un infarto. En esa constante actitud de subestimar a la revolución bolivariana, de este lado ubicamos primordialmente los valores negativos y olvidamos que con todo y eso, llevan en el poder 24 años y siguen contando montados en la organización del poder popular, en la fusión cívico militar, en el plan de la patria, en el plan de operaciones Zamora y en los ensayos que hacen anualmente con sus ejercicios militares para garantizar su permanencia en el poder ad eternum con otra cosa que también se lleva su dosis de jodedera popular, también en la oposición, que se llama guerra popular prolongada. Mientras hacemos chistes a costa de los milicianos, de este lado de la acera en la oposición no hay ningún contrapeso viable para enfrentar a los destinatarios de las chanzas. No hay liderazgo visible con resultados, no existe un plan, la organización es nula, el acercamiento con la estructura militar está en cero y allí están incluidos los que están en situación de retiro. No tenemos ni un solo miliciano en el bando opositor para al menos alardear de tener algún uniformado activo que haga de bisagra en los mensajes para la institución militar. De manera que quienes pudieran sujetarse a estar expuestos a un buen chiste es todo lo que se ha hecho dentro del liderazgo de la oposición a lo largo de 24 años. Pero es muy intensa la tragedia venezolana para darle ribetes de comedia. El régimen le declaró la guerra a todo venezolano que no esté alineado con la revolución desde el primer día en el poder. Eso no es un chiste. La guerra popular prolongada en Venezuela con los milicianos al frente es desde hace veinte años el llamado a la movilización general (pasar del pie de paz a la guerra en toda la nación) en el cual todo ciudadano está obligado a la defensa de la patria revolucionaria de la amenaza interna (la oposición) y la externa (el imperialismo) según la narrativa que se alienta desde el régimen. Y allí reside el parangón del anciano desdentado y la ama de casa de caderas anchas entrenándose para la invasión en Venezuela, y el anciano desdentado y la ama de casa de caderas anchas, armados con un AK-47 y un FMG 148 Javelin lanza misiles antitanques en el hombro, en Ucrania, para defenderse de la invasión rusa. ¿Similitudes y diferencias? Muchas, pero al final suman para eso que llaman resistencia. Y eso, no es un chiste.
Trigésimo taquito
Lo que están haciendo en general los ucranianos es resistir. La resistencia remite los combatientes organizados como guerrillas para oponerse a un ejército de ocupación. Para ser combatiente en esa circunstancia solo basta tener los conocimientos básicos del tiro de combate, que se adquieren en un día, y disponer de las áreas con responsabilidad de defender o desalojar. Un combatiente de la resistencia no requiere estar encuadrado en una unidad orgánica ni haber sido egresado de algún instituto de formación profesional para poder cumplir las misiones operacionales asignadas. Los combatientes de la resistencia no atienden a un perfil de estatura, de grado de instrucción, de condiciones sociales o económicas. Una etapa de resistencia de una nación, durante un periodo de ocupación por una fuerza extranjera, es el último nivel para llegar a la rendición definitiva. Llámese maquis, partisanos, hermanos del bosque, guerrilleros, etc. un combatiente de la resistencia no necesita orden cerrado ni clases de leyes y reglamentos para defender su país con su fusil empuñado hacia el frente de batalla o con aceite caliente. Durante la invasión napoleónica a Rusia en julio de 1812, después del cruce del río Niemen con el más grande ejército jamás formado en la historia europea (691.500 hombres) todos los rusos se prepararon para enfrentar todas las líneas galas que formaron su vanguardia de ataque. La estrategia de los 3 ejércitos imperiales del zar Alejandro I (392.000 hombres) consistía en oponer poca o ninguna resistencia al ejército invasor y facilitar la penetración para extender sus líneas de comunicaciones y conducir a los franceses a las profundidades del territorio ruso. El escalamiento defensivo de conceder terreno a través de sucesivas retiradas rusas mientras la resistencia en las ciudades trataba de hacer el mayor daño posible fue facilitando las condiciones para engancharse ambos ejércitos en la famosa batalla de Borodinó, con triunfo para el ejército galo. La tierra quemada que se adjudica al paso de la grande armée a través de las ciudades arrasadas por los mismos vecinos para evitar que cayeran en manos francesas fue ejecutada en general por vecinos rusos de edad avanzada, desdentados y amas de casa de caderas anchas, ganados para la defensa de su nación. Eso se llama resistencia. De Borodinó a Moscú, los franceses encontraron una ruta expedita solo retardada por retaguardias rusas. Tiempo suficiente para que el mariscal Mijaíl Kutuzov reclutara otra fuerza que llegó a un número de 904.000 hombres. Cuando Napoleón entró a Moscú, llegó a una ciudad vacía y arrasada por el fuego que los pobladores mismos (señores desdentados y amas de casa de anchas caderas) habían saboteado para evitar su ocupación. Sobre una capital en ruinas, con el invierno llegando, ante la posibilidad de una maniobra de los rusos y sin recibir una capitulación, el emperador Napoleón ordenó una retirada tras solo 6 semanas de ocupación, dejando en el recorrido más de 600.000 bajas. La retirada hasta cruzar de regreso el río Niemens fue un permanente hostigamiento de las fuerzas de la resistencia, la escasez de los abastecimientos, el frío y el tifus. Todo eso lo recogió Tchaikovski en su obertura 1812. La composición, de manera general, es un canto a la resistencia rusa.
Ya va rodando en el día 13 de la guerra. Seguí curucuteando en el portal de Global Firepower y me consigo con la información de que Venezuela ocupa el cuarto lugar en efectivos de las reservas paramilitares a nivel global, 1.600.000, solo superado por India y Bangladesh. Probablemente entre los que habrá muchos señores desdentados y señoras amas de casa de caderas anchas. Debajo de Venezuela está Cuba con 1.146.000 efectivos. 15 minutos dura la obertura 1812, suficientes para despachar un coñac y el habano. Continuaremos taqueando.