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Taquitos para la guerra (III)

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Hiroshima

Cuando desarrollé el tema de la guerra nuclear en los taquitos anteriores, muchos compatriotas dispersos en Europa me llamaron alarmados por la posibilidad de ser tocados por el fantasma de la guerra, sea convencional o nuclear. Y mucho más esta última. Es obvio que nosotros no tenemos la experiencia de haber vivido de cerca los horrores de un enfrentamiento bélico a la manera convencional, pero el mundo ha cambiado mucho desde el final de la II Guerra Mundial y sobre todo la guerra. De manera que los sobresaltos de la artillería, las alarmas de los rallys aéreos, las descargas cercanas de la fusilería, los asedios de la infantería haciendo combate en las localidades y los traumas de los tanques con sus arrolladoras orugas y su imponente presencia blindada con todos sus efectos psicológicos, pone a descompensar emocionalmente a cualquiera y a generar las angustias a la población civil. De allí al desplazamiento forzoso, a la migración interna y a evadir los riesgos de que la movilización nos enganche en filas o nos internen hasta la finalización de la guerra, la angustia se convierte en terror. El peor de todos esos riesgos es formar parte de las bajas no combate o de los efectos colaterales de los combates. Si esta crisis escala, y por los vientos que soplan va a hacerlo, se van a empezar a vivir peligros, inseguridades y experiencias inéditas. No solamente los venezolanos, todos los nacionales sitos en la jurisdicción del espacio terrestre, aéreo y marítimo que corresponde a Europa, y especialmente a los países que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se convierte de hecho en el teatro de la guerra para Rusia y sus aliados. Esos son los riesgos de vivir una experiencia de la guerra.

En la guerra siempre hay que establecer premisas que manejen las peores hipótesis. En esta que vemos localizada en Ucrania, las peores son de que escale y al final el desenlace sea por el uso de las armas nucleares, con todo lo que eso significa.

Séptimo taquito

El arma nuclear después de la primera y única aparición en 1945 (6 y 9 de agosto), con las dos detonaciones en Hiroshima y Nagasaki, ha tenido una progresión paulatina en términos de posesión. La URSS la obtuvo después de finalizar la guerra y en ese orden se fueron incorporando al club nuclear Francia, China, Reino Unido, países que han sido reconocidos por un estatus reconocido internacionalmente otorgado por el Tratado de No Proliferación Nuclear como Estados nuclearmente armados. La India, Pakistán, Corea del Norte, Israel e Irán no son suscriptores del tratado, pero han realizado pruebas e indicios de que disponen de un arsenal de armas nucleares. El Tratado de No Proliferación Nuclear (NPTNuclear Non-Proliferation Treaty, en inglés) establece pautas para la reducción del arsenal atómico y el uso para la paz, para impedir la proliferación de las armas de destrucción masiva. Los acuerdos se han convertido en letra muerta en el tiempo y la opacidad en el tema ha sido la característica para el mantenimiento del arma atómica por parte de las potencias. Han proliferado y el uso potencial en prioridad se ha mantenido para la guerra. Más allá de la proliferación y uso disuasivo para la guerra el tema más importante en la disposición de las armas de destrucción masiva es la responsabilidad en el liderazgo de los Estados nuclearmente armados para las decisiones de su uso y el compromiso moral con el futuro de la humanidad.

Harry S. Truman | Archivo

Octavo taquito

Le correspondió al presidente Harry S. Truman tomar la decisión para lanzar las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. En el tiempo, el debate sobre la necesidad y la pertinencia de los lanzamientos que provocaron entre 105.000 y 120.000 muertos y 130.000 heridos en ambas ciudades se ha extendido y ha desatado en el tiempo todo tipo de discusiones y conclusiones de orden militar, político y sobre todo moral sobre la decisión del presidente. Truman, quien justificó su decisión de los lanzamientos con el argumento de proteger a sus soldados en el alargamiento de la guerra, y ha diluido después de los 76 años transcurridos de esos eventos el juicio ante la historia, ha dejado en el aire dudas. Harry S Truman ha sido definido por sus más allegados como una persona normal con intereses por la historia, la música y la lectura, y era un esclavo de la rutina, que se levantaba todos los días a las 5:00 de la mañana a practicar el piano. Probablemente, después de ordenar que se lanzaran Little Boy y Fat Man (los nombres claves de las bombas) se fue a algún oficio religioso en la iglesia bautista del sur más cercana y luego se fue al patio trasero de su casa a cocinar algunas hamburguesas con su mujer Bess y su hija Mary Margareth. El presidente Truman era un tipo normal.

Noveno taquito

Ya hemos referido en los textos anteriores el episodio de la crisis de los misiles en Cuba durante el mes de octubre de 1962. Y hemos resaltado el buen juicio y el sano criterio de los dos jefes de Estado Kennedy y Jrushchov para remediar la situación y atenuar la crisis sin llegar al extremo nuclear. El siguiente es un fragmento de la carta que le envío Fidel Castro a Nikita Jrushchov el 26 de octubre en pleno epicentro de la crisis: “De acuerdo con el análisis de la situación y los informes que nos han llegado, considero que es casi inminente un ataque -dentro de las próximas 24 a 72 horas. Hay dos posibles variantes: la primera y más probable es un ataque aéreo contra ciertos objetivos, con la misión limitada de destruirlos; la segunda, y aunque menos probable todavía posible, es una invasión completa. Esto requeriría una fuerza grande y es la forma más repugnante de agresión, lo cual puede detenerlos.Puede estar seguro de que resistiremos con determinación, cualquiera que sea el caso. La moral del pueblo es extremadamente elevada y el pueblo confrontará la agresión heroicamente. Me gustaría expresar brevemente mi opinión personal. Si la segunda variante tiene lugar y los imperialistas invaden Cuba con el objetivo de ocuparla, los peligros de su agresiva política son tan grandes después de esa invasión que la Unión Soviética no debe permitir circunstancias en las que los imperialistas puedan llevar a cabo un primer ataque nuclear contra nosotros. Le digo esto porque creo que la agresividad de los imperialistas los hace extremadamente peligrosos, y si ellos se las arreglan para llevar a cabo una invasión de Cuba -un brutal acto en violación de las leyes universales y morales- ese sería el momento para eliminar este peligro para siempre, en un acto de la más legítima autodefensa. Por dura y terrible que sea la solución, no habría otra”. Yo creo que en ese incidente Kennedy y Jrushchov se desenvolvieron como dos tipos normales. ¿Y Fidel?

Fidel Castro | Archivo

Décimo taquito 

La decisión de apretar el botón en los Estados nuclearmente armados remite a componentes psicológicos y morales que activan de manera permanente la responsabilidad en los lideres responsables de activar los protocolos de lanzamiento. Durante la presidencia de Bill Clinton, la galleta (nombre coloquial de la tarjeta que contiene los códigos alfanuméricos de lanzamiento) se le extravió durante varios meses y no lo reportó responsablemente. El comandante en jefe tiene la obligación de cargarla personalmente todo el tiempo. Es posible que en uno de esos escarceos sexuales en uno de esos viernes de aroma con alguna pasante en el Salón Oval la tarjeta se le haya traspapelado. Si se hubiera presentado una crisis nuclear durante la pérdida, con Irán, Norcorea o Rusia, los apuros de Clinton para activar los protocolos se hubieran extendido irresponsablemente más allá de los 8 minutos de la respuesta para evitar la impunidad. Bill Clinton es un tipo normal como tú o como yo.

Undécimo taquito

Vladimir Putin tiene a su disposición en el arsenal nuclear de la Federación Rusa, 1.625 cabezas nucleares desplegadas, a las que hay que sumar otras 2.870 almacenadas y otras 1.760 de carácter estratégico, lo que suma un total de 6.255 cabezas nucleares, de acuerdo con los últimos datos actualizados y recogidos por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri). Estos datos lo ponen a encabezar el exclusivo club de los Estados nuclearmente armados. Como decíamos de entrada, la peor hipótesis en este momento es que el conflicto escale y se desenlace con el arsenal nuclear. Pero, además, el perfil del jefe de Estado ruso señala que es un hombre cristiano ortodoxo con profundas convicciones religiosas, tiene dos hijas, es divorciado y ama los perros y a los animales en general, el deporte y la vida al aire libre. Dicen que quienes aman a los animales son buena gente. La imagen que transmite es de equilibrio, moderación y serenidad como la de Harry S Truman. Pareciera que Vladimir Putin es un tipo normal.

Y también pareciera que el camino de esta guerra va a ser largo. Continuaremos intercambiando taquitos.

 

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