El extraordinario desarrollo de la información nos permite aprender a la velocidad de la luz los grandes logros que han alcanzado algunas sociedades que se han transformado rápidamente en lo que podríamos citar como “variedades de potencias mundiales”, tal es el caso de Taiwán y Noruega, un buen espejo para mirarnos los venezolanos en esta fértil encrucijada de cambios que se avecinan.
Taiwán, situada en el este de Asia, con una superficie de 35.980 Km2 es el ejemplo de una reforma agraria bien pensada, con entrega de título de propiedad a los beneficiarios a diferencia de Venezuela, donde este proceso intentó crear una clase de ocupantes de la tierra cedida por el Estado en ausencia de derechos de propiedad, restricción que condujo al fracaso de la reforma agraria venezolana, los beneficiarios eran simples ocupantes exentos de la condición de propietarios de las tierras concedidas.
Por un camino diferente, en Taiwán se creó un vasto sector de propietarios de la tierra, factor que reactivó el desarrollo agrícola emprendido sobre bases técnicas análogas a las promovidas por los japoneses, buscando valorizar la abundancia de la fuerza de trabajo en la zona rural: semillas de alto rendimiento, fertilización, riego. La mecanización reemplazó el trabajo humano que sólo fue fomentado, bajo formas compatibles con la participación campesina. Consideración que privó hasta los años setenta, cuando el desarrollo industrial pudo absorber la mano de obra excedente.
Un concepto usado por Taiwán fue la noción de economía circular aplicado al mundo rural. En el campo de la agricultura/alimentación con sus tierras de cultivo limitadas, Taiwán no podía ser autosuficiente. Al mismo tiempo, el país producía más de medio millón de toneladas al año de desperdicio alimentario. Un dato que convirtió estas sustancias en un área prioritaria de búsqueda tecnológica cuyo objetivo era utilizar adecuadamente los excedentes de alimentos y los productos imperfectos.
La parte de los alimentos que no eran viables como tales se convirtieron a través de la tecnología en insumos, pienso y fertilizantes para posteriormente devolverlos al sistema como nutrientes y fuente adicional de energía. Los subproductos del proceso de producción alimentaria se convirtieron de acuerdo con esta visión estratégica de los taiwaneses en insumos que pueden transformarse en materiales innovadores, ecológicos con alto valor. Con el incentivo de poseer su propio terreno los taiwaneses invirtieron progresivamente en mejoras del sistema de riego, equipos mecanizados y fertilizantes. En una década el valor de la producción agrícola se duplicó categorizando a Taiwán como un exitoso exportador de arroz, azúcar, plátanos y té. El siguiente paso de Taiwán fue utilizar esta fuente de capital y energía en el desarrollo industrial. Es decir, encadenar la agroalimentación con la posibilidad de crecer industrialmente, una posibilidad nunca considerada en Venezuela, establecer los vínculos entre el desarrollo agroalimentario y la industria petrolera. Este proceso de transformación económica permitió a los taiwaneses avanzar desde la dictadura militar de Chiang Kai-Shek hasta convertirse en una de las democracias de más calidad y transparencia del mundo.
En relación con Noruega la lección histórica se desprende del manejo político de este reino, de sus dirigentes y sus habitantes, quienes lograron convertir este país en uno de los sitios de mayor calidad de vida para sus habitantes al punto de ser denominado “el milagro noruego” basado en el inteligente uso económico y político de la nueva riqueza petrolera nacida en 1968. Siglo y medio después de la creación en 1878 de la Compañía Nacional Minera Petrolia del Táchira, cuya producción apenas alcanzaba para dotar de kerosén a las ciudades vecinas y que posteriormente no logró consolidarse como columna principal para la construcción de una democracia verdadera en Venezuela.
En 1972 se creó el Directorio Noruego del Petróleo (DNP), órgano administrativo y consejero especializado para el gobierno. Durante ese mismo año se funda Statoil, como petrolera estatal integrada verticalmente con una participación por parte del Estado del 100%. En los primeros yacimientos, Statoil participó como socio de compañías extranjeras en la transferencia de competencias técnicas mientras que personal noruego participaba en todos los niveles del proyecto bajo el principio de «learning by doing«. Vale decir, en la primera etapa se dedicaron a aprender de los más adelantados.
La nación escandinava de 4,9 millones de personas hoy es el mayor productor de petróleo en Europa Occidental, con gran parte de su producción costa afuera en el Mar del Norte, el año pasado fue el mayor exportador de gas natural en el mundo, después de Rusia. Solamente Arabia Saudita y Rusia exportan más petróleo que Noruega, mientras que, en gas, el país tiene exportaciones a 12 países vía gasoducto y transporte marítimo en forma de gas natural licuado. Ambos productos contabilizan cerca del 50% del total de exportaciones noruegas.
Noruega, una nación que piensa en las generaciones futuras, es un ejemplo de estabilidad y decisiones económicas para el mundo en cuanto a manejo de la economía y su política fiscal. Los altos precios del petróleo y las fuertes exportaciones hacen del país nórdico una nación prospera que hasta el momento se ha visto favorecida por los altos precios del petróleo y sus fuertes lazos comerciales. Los precios de las exportaciones han aumentado significativamente, mientras las importaciones se han mantenido estables en resguardo de las diferentes expresiones de la economía interna.
Para asegurar que las futuras generaciones pudieran beneficiarse de las grandes reservas de petróleo, inicialmente descubiertas en 1969 y que indefectiblemente se agotarían, Noruega decidió ahorrar parte de los ingresos en un fondo avaluado en 550 billones de dólares. Existe una regla del 4%, la cual limita los vaivenes de esta economía; bajo esta condición, el gobierno no puede gastar más del 4% de este fondo anualmente.
La regla básica del manejo noruego es respetar la capacidad técnica de los expertos que maneja las empresas petroleras. El gobierno noruego no interviene directamente en la dirección de la industria. La distribución o inversión de los beneficios industriales lo decide el Congreso noruego en representación legitima de la voluntad de los ciudadanos, pendientes de garantizar buenos salarios, baja tasa de desempleo y educación de primer nivel. Una sociedad, un gobierno y un liderazgo que ha trabajado unidos en búsqueda del bienestar de sus ciudadanos.
Si intentamos aprender del ejemplo de estos dos países, Taiwán y Noruega, que han logrado plasmar modelos de desarrollo que garantizan el bienestar de sus ciudadanos, podemos comprender cuáles han sido los errores cometidos por nuestro país.
A diferencia de Taiwán, el desarrollo agroalimentario venezolano nunca se ha considerado un elemento central para la definición del proyecto país. El mundo rural apenas ha ocupado un lugar predominante en el abastecimiento interno de alimentos y como generador de riquezas y empleos. A pesar de que en 17 estados de Venezuela la única actividad económica es la relativa a los procesos agropecuarios y que 36% de la población permanece en pequeñas comunidades donde la única actividad generadora de ingreso está ligada a la agricultura y a la ganadería. Los sucesivos gobiernos a partir de 1958 miraron el abastecimiento interno de alimentos como una necesidad que podía ser suplida con base a importaciones financiadas por recursos provenientes de la riqueza petrolera. Sólo se ocuparon de acabar con las propiedades calificada como “latifundios” y ejecutar procesos de expropiación y distribución de la tierra conservando la propiedad en manos del Estado. El mayor terrateniente en Venezuela ha sido y es el Estado venezolano.
En Noruega el manejo de la industria petrolera no ha sido obstáculo para la generación de una economía diversificada cuyos beneficios están destinados a garantizar la calidad de vida de la población. El gobierno noruego convierte la distribución de los recursos generados por el petróleo en un ejercicio democrático basado en la decisión del “STORTING”, su cámara de representantes de la ciudadanía.
En Venezuela la propiedad pública de la industria petrolera se convierte en un monopolio cerrado manejado de forma concentrada por el Poder Ejecutivo nacional en una sociedad donde no existen equilibrio de poderes y en consecuencia el Poder Judicial y Legislativo están subordinados al Poder Ejecutivo central, el verdadero dueño y distribuidor de los recursos generados por esta poderosa industria, con un poder sin límites, sin rendición de cuentas, a espaldas totalmente de la ciudadanía.
Taiwán nos enseña que el encadenamiento entre el mundo agroalimentario y el desarrollo industrial es una base efectiva para el crecimiento del casi 40% de la población del país. Noruega por su parte ejemplifica cómo el manejo de una riqueza para crear democracia debe ser producto de la existencia del Estado de derecho, la separación de poderes y colocar el bienestar ciudadano como gran meta de todos. Es erradicar el concepto de “Estado botín” en beneficio sólo del grupo que controle el poder.
Estamos en un momento de transición que depende del valor de la ciudadanía para garantizar el tránsito hacia una sociedad democrática donde la calidad de vida y los proyectos de los ciudadanos puedan ser cumplidos. Hemos aprendido que no bastaba con un buen manejo técnico como fue el ejemplo de Pdvsa hasta la llegada del socialismo del siglo XXI, era menester avanzar políticamente hacia una sociedad donde privara la justicia, la libertad y la paz. Un proceso respaldado por el sujeto principal del modelo, el individuo responsable, fiel a valores, la eticidad, el respeto, la confianza, la tolerancia en acatamiento de su dimensión espiritual propio del ciudadano y sus derechos insustituibles de propiedad como elemento fundamental de sus proyectos de vida, única palanca para alcanzar el bienestar. La movilización ciudadana que está ocurriendo ante nuestros ojos dan fe que podemos lograr nuestros objetivos, ser un país de gente libres. prósperos e iguales ante la ley.