En medio del acalorado termómetro político calamitosamente vivido por los pueblos que conforman el socialismo del siglo XXI, y la penosa burla del dictador Nicolás Maduro engallotado en no reconocer su derrota electoral, figura por encima del tapete nacional e internacional la primera propuesta de un diálogo político partidario entre el régimen de Daniel Ortega y quienes encabezan la única oposición política (interna) de Nicaragua.
Esta iniciativa, propiciada por los reclamantes históricos del Partido Liberal Independiente (PLI), Valmore Valladares y Alejandro Hurtado, plantea una realidad y una necesidad histórica certera a todas luces, independientemente del estado de triunfalismo o no que de ella se desprenda pero que, en todo caso, marca el fin de un inmenso y atascado vacío político que nadie, con presencia política partidaria ha ostentado desde 2018 como oposición a Daniel Ortega, y el inicio de una ruta hacia la democracia, con una contundente agenda irremplazable por ninguno otro sector, y menos por el de la fracasada y mal llamada Sociedad Civil Opositora.
«Es justo, imperativo y necesario el inicio de un diálogo político y social que conduzca a una vía de democratización que otorgue una esperanza de vida y oportunidades, en unidad para todas las familias nicaragüenses disgregadas en todo el mundo» expresa dicha propuesta redactada en 6 páginas en las cuales se establece también una ruta de negociaciones con la inclusión del apoyo de la comunidad internacional.
El PLI fue fundado el 12 de enero de 1944, convirtiéndose en una fuerza disidente del partido liberal gobernante. Su mayor representante sigue siendo Virgilio Godoy Reyes, un renombrado hombre jurista y un liberal doctrinario y decente cuyo legado a años de su muerte sigue vigente. Esta entidad partidaria no sólo ha sido golpeada por la conspiración sandinista sino también por algunos depredadores del mismo liberalismo y la mala derecha. El reclamo de su Personería es en legitima defensa y honorabilidad, y el que sea ahora la primera fuerza que salta desde el precipicio del vacío a la alternativa de replantear valientemente un diálogo con el régimen de Daniel Ortega, lo mantiene vigente, racional y patriótico en las circunstancias socio políticas que vive dramáticamente toda Nicaragua.
A los 80 años de fundación cumplidos este 2024, el PLI abre una oportunidad que debería ser interpretada con buenos ojos por parte de sus interlocutores. «Hoy asumimos como propia la visión de ellos (sus fundadores) y en beneficio de la nación le presentamos al pueblo en general y a la comunidad internacional, esta proclama a la nación, esta ruta hacia la democracia», establece en uno de sus párrafos el documento coyuntural.
Este deja claro también estar alejado de la posición «sumisa» de aquellos usurpadores que pretenden llamarse PLI en la Asamblea Nacional, sosteniendo estos que su accionar y preocupación se da por el franco deterioro político, económico y social que atraviesa la ciudadanía, siendo inspirados en la necesidad patriótica e histórica de encontrar la solución factible y creíble para la recuperación democrática. No existe ninguna otra.
El mundo entero sabe de la gravedad que enfrenta Nicaragua, donde permea la desconfianza política, económica y social hacia el Gobierno, y también donde el equívoco actuar de su gestión por un lado y el castigo internacional por medio de sanciones interpuestas por el otro, no permite el tranquilo y adecuado funcionamiento democrático, económico y social de la nación, sostiene el escrito, que también resalta las violaciones de los derechos humanos y el atropello a la institucionalidad, desde un lenguaje racional y testimonial pero manteniendo una puerta abierta al diálogo y la negociación ética, como se suele actuar en política real.
Lo trascendente de esta iniciativa es que, además de emancipar un deseo dialogante, sienta su posición crítica y de frente hacia la administración Ortega. Ese hecho le proporciona una connotación grandiosa y valiente sin precedentes.
«Creemos que, el actual desempeño equívoco del gobierno, siendo esta una administración de percepción colapsada, lo convierte en una administración con poca capacidad operativa que no llena las aspiraciones históricas y necesarias del pueblo nicaragüense en bienestar, prosperidad y estabilidad social», sostiene; mientras que por el otro lado, reitera la inexperiencia e incapacidad política de la llamada sociedad civil organizada en ONG, que, queriendo hacer labor política han llevado al deterioro de la confianza ante la población y la comunidad internacional, aspectos en los que muchos de ellos «utilizan estas plataformas sociales como método de supervivencia personal».
En cuanto a lo político la propuesta liberal considera que mientras todos los actores influyentes no encaminen sus esfuerzos hacia un fin con visión de nación, no se lograrán mayores resultados. Esta visión genera un espíritu de unidad y confluencia que podría resultar en la ampliación de vasos comunicantes en la gran red dispersa y variopinta de la familia democrática, sobre todo liberal, conservadora y contra, incluso estaría por ver si es capaz de incluir a determinados sectores provenientes del sandinismo.
Todo nicaragüense que ame a su patria y que quiera vivir la fiesta de la libertad debe al menos leer esta iniciativa. Si está de acuerdo, compartirla y respaldarla desde las posibilidades de cada quien. Hay en el documento una serie de pasos como países que podrían ser garantes y facilitadores, y otros puntos notables de cara a las violaciones de los derechos humanos, confiscaciones, liberación de presos políticos y retorno con garantías para los exiliados, lo cual será evidenciado si Ortega y su estructura tiene la voluntad para echarlo a andar. Ahora queda por ver qué dirán los propios nicaragüenses, sobre todo, y la comunidad internacional si de verdad quiere apoyar con todas sus herramientas esta visionaria propuesta política.
Entendemos lo difícil que es dialogar cuando ambas partes saben que tendrán algo que ceder. Y más aún cuando se trata de ver la posibilidad de un acuerdo con el sandinismo orteguista que ostenta el poder y cómo ha actuado siendo parte de ese socialismo tropical que aspira a eternizarse como sea.
Tampoco deben olvidarse las grietas oscuras del liberalismo y sus pactos pasados -en los cuales el PLI por cierto no ha participado sino que más bien ha sido victimizado-. No suena mal una refundación del país desde los soles en marcha del siglo XXI, sus primaveras retorcidas y sus esperanzas renovadas.
El autor es escritor, político y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internnacional.