Hay quienes afirman por allí que «la industria petrolera global está cambiando, con una posible disminución de la supremacía de los combustibles fósiles a favor de energías más amigables con el ambiente». ¿Qué tan real es esa “posible disminución”?
A juzgar por lo que dice la edición No. 73 del conocido reporte titulado «Statistical Review of World Energy» de 2024 (con datos del año 2023) publicado en el pasado mes de junio de 2024, la respuesta es no: NO se está verificando en el mundo una disminución de la supremacía de los combustibles fósiles a favor de energías más amigables con el ambiente.
La primera edición del reporte fue publicada en 1952 y esta edición 73 es la segunda bajo la custodia del Instituto de Energía (IE), una organización profesional británica para ingenieros y otros profesionales en campos relacionados con la energía. Dicha institución se formó en 2003 mediante la fusión del Instituto del Petróleo (que data de 1913) y el IE (que data de 1925). Tiene una membresía internacional de unas 20.000 personas y 200 empresas. Su oficina principal está en 61 New Cavendish Street, Londres, Reino Unido.
En la página 2 de la publicación se pueden leer las palabras de Juliet Davenport, presidente del IE, y de Nick Wayth, CEO del IE: «…En esta segunda publicación bajo la custodia del IE, informamos sobre otro año de máximos en nuestro mundo hambriento de energía. Consumo récord de combustibles fósiles y emisiones récord de energía, pero también generación récord a partir de energías renovables, impulsada por una energía eólica y solar cada vez más competitiva…».
Lo anterior es reconfirmado por los socios del IE en la publicación: KPMG y la consultora Kearney. En efecto, en la página 3 Simon Virley, Vice Presidente y Director de Energía y Recursos Naturales de KPMG en Reino Unido, afirma: «…Vemos que las energías renovables continúan creciendo a buen ritmo, con máximos históricos en 2023 y China agregando más generación renovable que el resto del mundo combinado. Sin embargo, los combustibles fósiles también crecieron para satisfacer la creciente demanda de energía a nivel mundial. Como resultado, la participación de los combustibles fósiles en la demanda mundial de energía permaneció obstinadamente estancada en torno al 80%…».
Finalmente y también en la página 3 de la edición No. 73, Romain Debarre, Socio y Director General del Instituto de Transición Energética de Kearney, afirma: «…Desafortunadamente, 2023 fue otro año récord para el consumo de combustibles fósiles y las emisiones provenientes de la energía. Con el aumento de la temperatura global acercándose a 1,5°C, también estamos viendo una desconexión real con los objetivos de París y el progreso de la transición es demasiado lento…».
El contenido de la publicación es amplio y extenso, en esta oportunidad con un pdf de 76 páginas que contiene países e información dura sobre emisiones de carbono (CO2), petróleo, gas natural, carbón vegetal, energía nuclear, electricidad, hidroelectricidad, energías renovables (solar, eólica y biocombustibles) y minerales clave (cobalto, litio, grafito, tierras raras, cobre, platino, manganeso y níquel).
Una pequeña muestra de lo afirmado por el cuarteto Davenport-Wayth-Virley-Debarre la constituye lo que está sucediendo, ahoritica mismo, en Guyana (Guayana Esequiba). Por vez primera la publicación suministra información sobre su producción de crudo.
En esta edición, la producción de Guyana comienza a reportarse desde 2019 y finalizado el 2023 se informa que alcanzó los 391.000 barriles al día (b/d). Los números del reporte revelan un aumento promedio anual de la producción de 98.000 b/d entre 2020 a 2023.
Ahora bien y en mi opinión, más importante que la producción para el año de 2023 es la tasa compuesta anual con la que ha crecido dicha producción desde 2019 y hasta 2023.
Tal tasa compuesta de crecimiento anual de la producción de crudo en Guyana ha sido de un impresionante +328% anual. Ningún país del mundo de los allí listados registra tasa similar entre 2019 y 2023. Más aun, entre los 17 países que acompañan a Guyana en el hecho de evidenciar una tasa compuesta de crecimiento anual positiva entre los años mencionados, están Argentina con +11% e Irán con +7%. Venezuela no figura en ese grupo y de paso, a esa tasa de +328% y desde 2019, la producción de Venezuela hubiera sido en diciembre de 2023, como mínimo, de 3,2 millones de b/d.
Actualmente, los socios conformantes del bloque Stabroek en aguas venezolanas (Exxon, Chevron y CNOOC, esta última una empresa de la “hermana” Republica China) prevén que la capacidad de producción combinada alcance los 1,3 millones de b/d para finales de 2027. Si es el caso y tal pronóstico se cumple, ello implicaría una tasa compuesta de crecimiento anual de 145% entre 2019 y 2027.
La edición No. 73 del «Statistical Review of World Energy» de 2024, todavía no reporta, en el caso de Guyana, ni las reservas probadas ni la historia de dichas reservas, pero ciertas fuentes ubicables en la internet, por aquí y por allá, reportan que a la fecha, se han descubierto en Guyana reservas de aproximadamente 11.000 millones de barriles de petróleo, aunque estimaciones más recientes, hay que decirlo, sugieren que este volumen podría alcanzar los 17.000 millones de barriles. Tal cifra convertiría a Guyana en el país No. 15 del mundo en reservas, por encima de Algeria, Brasil, Noruega y México.
La publicación Statistical Review of World Energy tiene, en mi juicio, dos elementos que la hacen interesante y extremadamente importante. Uno es que constituye un ejemplo de esfuerzo intenso y continuo para suministrar series temporales de datos para que los ciudadanos, gobernantes del mundo –así como aquellos que hacen afirmaciones desde su sentido común- más acá o más allá de la toma de decisiones, estén debidamente informados sobre los temas energéticos en general.
La segunda que puede evidenciarse en el caso de países como Guyana con su creciente y notoria producción de crudo o China –y también Alemania e Italia- con el asombroso crecimiento de sus capacidades de energía solar instalada, es que la producción de crudo o energía solar nunca (nunca, nunca) dejará de ser una función intensa de la inversión: aunque existan reservas, sol y viento, sin inversión –léase sin platica- no hay ni crudo ni fuentes alternas de energía que valgan.