A modo de contextualización, debemos comprender que existen cuatro tipos principales de estas <<tecnologías>>, y que cada una de ellas representa una matriz de razón práctica: 1) tecnologías de producción, que nos permiten producir, transformar o manipular cosas; 2) tecnología de sistemas de signos, que nos permiten utilizar signos, sentidos, símbolos o significaciones; 3) tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetivación del sujeto; 4) tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia, o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto grado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad.
Estos cuatro tipos de tecnologías casi nunca funcionan de modo separado, aunque cada una de ellas esté asociada con algún tipo particular de dominación (…) Es evidente, por ejemplo, la relación entre la manipulación de las cosas y la dominación en El Capital, de Karl Marx, donde cada técnica de producción requiere la modificación de la conducta individual, no sólo de las habilidades, sino también de las actitudes.
Michel Foucault , Tecnologías del yo y otros afines
Introducción
Los actuales entornos geopolíticos, económicos, sociales y educativos se encuentran en este siglo XXI (des)asociados con las (neo)tecnologías, las cuales evolucionan en la medida que se termina o medianamente se concluye el aprendizaje de una de ellas, aparecen esquemas de actualizaciones permanentes, siempre movidas en un corto plazo, lo cual atiza las constantes nomenclaturas del conocimiento, generando con ello, una permanente necesidad de componentes educativos – empíricos, curriculares y científicos – para poder tener una sólida formación en el manejo de éstas, so pena de quedar ante la dependencia tecnológica de terceros, aunque se hable de esquemas de “inteligencia artificial”; porque esta necesariamente desde un simple video o (de)construcción de un rostro, el manejo de vehículos sin conductor, o de operar trenes o aviones – sin personas en sus controles y en períodos de pruebas – hasta la implantación de chips cerebrales, requiere necesariamente de la supervisión humana en la mayoría de sus procesos; lo cual equivale a decir, que por ahora, esa respuesta tecnológica, es decir, inteligencia artificial, esta supeditada por la creación cognitiva de grupos humanos; aunque desde varios enfoques se pretenda generar conceptualizaciones amparadas en que lo (neo)tecnológico ha superado cualquier inteligencia natural.
Los espacios de conflictos neo y biotecnológicos, también se han centrado en esquemas de visiones contrapuestas. Desde las esferas del poder político – democráticos y neototalitarios – y económico, la suprageocomunicacionalidad pareciera ser la barra horizontal que puede sostener los distintos ángulos y verticalidades que se originen en aquellos territorios donde la palabra – verdadera o falsa – se ha convertido en la que puede convertir las formas de pensar en la hegemonía del control ciudadano en términos de «no violencia» , es decir, quien pueda dominar la suprageocomunicacionalidad en sus planteamientos de supremacía digital por validar sus connotaciones de amplitud social, también encontrará las cimas políticas y económicas en desarrollar sus realidades, y por ende, consolidar sus doctrinas de circunstancialidad en cualquier realidad, sea ésta movida por efectos de fuerzas que buscan un cambio, o de aquellas que desde un status quo buscan preservar sus dominios del poder, sea cuales sean, sus espectros de control social; entendiendo que la suprageocomunicacionalidad se mueve solamente en espacios estrictamente del pensar y del pensamiento, pero que razones externas a ésta; verbigracia, de control político, éstas pueden imponer (auto)censuras sobre los dominios o creencias cognitivas en sus territorios geográficos, bajo amenazas de índole conductista, pero jamás sobre sus espacios de conciencia y conocimiento geopolítico, económico y social, los cuales son convertidas en los componentes educativos de una formación humana.
I Suprageocomunicacionalidad y cosmoestadismo
La suprageocomunicacionalidad se encuentra básicamente en el contexto de las trasnacionales de la comunicación, mejor conocidas como “redes sociales”, y las cuales, según investigación de Giménez (2023), a partir del informe de Digital Report, líder planetaria en el contexto de este conjunto de aplicaciones, situó el número de usuarios en 4.760 millones (p.11), lo cual equivale a 59,4% de la población global, es decir, el 94,9% (p.12) de la población que está conectada a internet a escala mundial. De esta población, el 46,3% son mujeres y 53,7% hombres.
Por otra parte, de tal cifra, un 83,6% corresponde a Europa, mientras que hacia Europa del este y occidental sería, un 83,3%, y en América del Norte un 73,9%. Igualmente, América Latina tendría un 71,3% y Asia un 63,7% de usuarios, siendo África central y oriental quienes menos las usan con 7,4% y 8,4%; y cuyas cifras sobre nuestro continente, refuerzan lo planteado por Lacerda (2024), responsable de la Secretaría Digital de Identificación de Brasil, quien aseguró por datos oficiales de ese organismo que 70% de la población en ese país emplea un teléfono móvil, destacando que de ellos, más de 155 millones tiene acceso a servicios bancarios en forma digital; sólo para confirmar el cómo el crecimiento de la suprageocomunicacionalidad, va más allá de redes sociales, y en este caso las primeras son claves, para sopesar la influencia sobre los aspectos económicos y financieros.
No obstante, las “redes sociales” distribuidas básicamente por Nyse – X, Pinterest, Snap – Meta – Facebook, Instagram, WhatsApp – así como TikTok, Telegram, Spotify, y otras, para convertirse en la horizontalidad de la suprageocomunicacionalidad requieren de sus principales soportes informáticos que están sujetos con las grandes empresas de la comunicación, las cuales son Apple, Microsoft – Windows, Blizzard y Linkedin –, Alphabet – Google, Google Play y You Tube – Amazon, y estas a su vez, materializadas por Nvidia como líder mundial de implementos de computación, entre ellos, los chips que están fundamentando los componentes de la inteligencia artificial.
Ahora, bien la suprageocomunicacionalidad esta enlazada con factores de orden de poder informático, es decir, el cosmoestadismo, que representa detrás de toda esa imponente estructura de telecomunicaciones un espacio que minuciosamente, vendría a ser el poder suprapolítico en cada territorio y en escala de geoglobalidad, que puede estar implicada en cada nación, grupos de países, o continentes, y que si no es debidamente aplicada, tiene dos vertientes muy peligrosas:
1) Ser manejada sin espacios de regulación que deberían ser descentralizados por cada ciudad o región de los diferentes territorios con el propósito de equilibrar sus mecanismos de influencia y de carácter monopólicos, porque estos no actúan con la misma intensidad y fuerza en los distintos espacios geográficos, pero que se hacen con el monopolio de la información cuando las normas y leyes de cada país se centralizan en esta variable, y sobre todo de implantar sus vertientes conductistas, a partir de una transversalidad de ejes políticos, económicos y sociales
2) Que los sistemas neototalitarios de algunos países, aliados con los dueños de esas trasnacionales o hackers, busquen el dominio político, educativo y cultural, imponiendo con desinformación y medias verdades, condenables dogmas, que atentarían contra los derechos humanos y la paz interna de cada nación, o externa en clara alusión de lo que vendrían a ser guerras regionales – ya tenemos los casos de Rusia y Ucrania, Israel – Gaza – o una guerra mundial en el plano bio-politico- tecnológico, donde vemos que las grandes naciones, y sus estadios o satélites ideológicos en cada continente, buscarían adueñarse de esa hegemonía con fines contrarios sobre la paz del planeta, precisamente, bajo la seudo premisa de un «nuevo orden mundial», que en términos reales, se centraría, en ser unos pocos los dueños de ese «mundo», bajo la tendenciosa manera de construir visiones colectivistas de neoesclavitud, y de imponer restringidas condiciones de vida.
II ¿Cuáles son los componentes y estructuras que (des)asocian la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo?
Determinar el conjunto de componentes y estructuras que estarían (des)asociados con la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo, no es algo visible en términos de la realidad geopolítica, económica, social y educativa, pero si es determinante sobre el cómo avanzan las características pensativas de los individuos y sus grupos humanos en cada territorio.
Por ejemplo, si vemos que grupos ancestrales o indígenas, reclaman a los Estados por la intromisión de grupos capitalistas y extractivistas de sus espacios territoriales, sin que existan mínimas normas de respeto a sus culturas, y menos ante los derechos ambientales, y los primeros al tener el poder de la suprageocomunicacionalidad, desatan sendas campañas contra los segundos, acusándolos de bandoleros y delincuentes, y además, el primero ejecuta sus fuerzas de «Estado» con roles de condena judicial sobre los grupos originarios, y la suprageocomunicacionalidad de esas redes, solo ejecuta los mensajes de los grupos dominantes, sin que puedan existir hechos preponderantes de justicia sobre quienes han sido violados en sus derechos naturales, tendremos la perversión de un cosmoestadismo, donde los grupos del poder político, manipulan las pruebas en su favor. O sea, se imponen las fuerzas del poder hegemómico, y la suprageocomunicacionalidad positiva queda derrotada aunque sus pruebas hayan trascendido los espacios digitales a todo el mundo.
Por el contrario, si esa suprageocomunicacionalidad logra amputar las violaciones sobre los hábitats de los grupos originarios, el cosmoestadismo desde la descentralización de un poder de Estado, que otorgue a cada ciudad, región o comunidad, la solución a sus propios conflictos, en este caso de explotaciones territoriales, tendremos un equilibrio de bienestar por la paz, y en caso que sean necesarias las prácticas extractivistas, es claro, que éstas solo se harían bajo los esquemas de equilibrio ambiental, y respeto por los derechos de vida de los pueblos originarios.
III ¿Cómo entrelazan sus esquemas de validación pensativa la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo?
La suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo son estructuras que, a pesar de que actúan por separadas, tienden – aunque no necesariamente – a ser complementarias en sus propósitos. La primera es la verificable con sus posicionamientos, básicamente en las llamadas redes sociales, y cuyo impacto varía en cada red, no solo en sus mensajes, sino ante el poder que ejercen los denominados «influencers», donde tales contenidos pueden llevar propósitos políticos, económicos, sociales, educativos y culturales, con una orientación marcada en que tales mensajes sean positivos o contrarios ante determinadas circunstancias. Verbigracia, si bien la suprageocomunicacionalidad tendría mayor efecto de poder sobre la conciencia de las masas, es el cosmoestadismo con sus esquemas, básicamente de poder político quien impone las narrativas de conducta internas o externas sobre las sociedades.
En tal contexto, en el ámbito de la suprageocomunicacionalidad, podemos ejemplificar que un analista de reconocida trayectoria política o económica, tiene sus fortalezas en redes como X o similares, mientras que un artista, cantante o afín, tiene la mayoría de sus seguidores en Facebook, Instagram o TikTok, lo que si bien, no sería determinante, si sería preponderante. En el caso del cosmoestadismo, son las narrativas – verdaderas o falsas – las que buscan imponer sus espacios de «razón» sin importar que sean medios de redes o tradicionales, y por supuesto, son generados a través de equipos y laboratorios, básicamente del poder político o económico, porque en esta caso, el poder social, que podría tener en su favor, la estructura de la suprageocomunicacionalidad, no siempre tendría ese poder político o económico.
También, hay que hacer la salvedad, que en algunas ocasiones el pensamiento de la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo son absolutamente opuestos. Un reciente caso, fue lo ocurrido en Bangladés, cuando una huelga universitaria, desencadenó días después, y luego que tales protestas llegaran a ser calificadas de «terroristas» por las autoridades del poder político, originaron una ruptura de esa estructura de mando, la cual llevaba casi tres décadas de control político. O sea, que las redes fueron un factor que multiplicaron una posición de protesta focalizada – universitaria – a una de carácter general ¿Quiénes influyeron de tal o cual manera sobre las conductas de los manifestantes e inconformes con tal espacio de protestas derivadas en un conflicto social y político? Es algo qué habrá que estudiarse en el devenir histórico, si factores de grandes trasnacionales de las telecomunicaciones motorizaron el número de quienes fueron a las calles de ese pais durante esos días, o si en contraposición, intentaron esas mismas trasnacionales comunicativas ser parte de la narrativa del derribado status quo, o por último, jamás hubo interés de éstas en ser parte de un factor u otro, manteniendo la neutralidad.
IV Suprageocomunicacionalidad y cosmoestadismo: ¿en cuáles términos soportan los entornos geopolíticos, económicos, sociales y educativos?
Ante el nivel de las trasnacionales de la suprageocomunicacionalidad y cosmoestadismo estamos viendo realidades que comienzan a confrontarse entre quién tendría la «razón». Así, un juez en Brasil determina que si la red social X no acata un fallo de un tribunal local sobre la eliminación temporal de determinadas cuentas sería una violación de las leyes de ese país, y cuya respuesta del dueño de esa poderosa fuente de las telecomunicaciones, Elon Musk, ha sido en suspender sus operaciones en la nación amazónica. Aquí vemos claramente, como se vinculan directamente la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo en ambos sentidos y entornos: geopolíticos, económicos, sociales y educativos.
En efecto, en ambos casos la suprageocomunicacionalidad genera sus verdades, y aquella que imponga su narrativa de «razón» tanto interna como externa de Brasil, sin descartar que pudieran ser diferentes por espacios intra o extra territoriales, con una visión muy particular, donde el cosmoestadismo, solo uno de ellos podrá avanzar en sus espacios de dominio de aceptación mundial, o sea, estamos ante la presencia del cosmoestadismo de una trasnacional de las telecomunicaciones y otro de un Estado-Nación. De hecho, algo similar ocurrió, cuando la Unión Europea intentó con un comunicado realizar advertencias al dueño de esa misma red social, ante supuestas «infracciones» que habrían podido cometerse por un conversatorio que Elon Musk tendría con el candidato presidencial en Estados Unidos, Donald Trump.
Un mensaje de cualquier persona en cualquier red social puede llegar a límites máximos de la suprageocomunicacionalidad, trascendiendo lo geopolítico, económico, social y educativo. El cosmoestadismo es la hegemonía del poder y la narrativa -cierta o falsa- para imponer conductas colectivas empleando esas mismas redes, incluso con efectos de control jurídico. La suprageocomunicacionalidad no necesita leyes ni normas para llegar hasta el último recóndito del planeta, y cualquier ser humano puede ser un protagonista. El cosmoestadismo, por ahora, es originado por los grandes factores de poder, y solo tendrán éxito en las libertades humanas cuando entreguen ese poder a los grupos sociales que sean partes de sus estructuras territoriales.
La suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo si están en una orientación común, es decir, si van por el mismo camino, pueblos y poderes se unen, si van en caminos contrarios se repelen. Por lo pronto, los entornos geopolíticos, económicos, sociales y educativos conforman los cuatro puntos cardinales de la suprageocomunicacionalidad y el cosmoestadismo.
@jvivassantanaj_
Referencias
Foucault, M. (2008). Tecnologías del yo y otros afines. Buenos Aires. Paidós. Traducido por Mercedes Allen de Salazar
Giménez, S. (2023). OBS Business School. Redes sociales, estado actual y tendencias 2023. Universitat de Barcelona. https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwjG9cey24SIAxV2i_0HHZ5yNp0QFnoECBIQAQ&url=https%3A%2F%2Fmarketing.onlinebschool.es%2FPrensa%2FInforme%2520OBS%2520Tendencias%2520Redes%2520Sociales%25202023.pdf&usg=AOvVaw1Ncd7pV0XdPA-ElQd4-aDZ&opi=89978449
Lacerda de, E. (2024, 20 de agosto). Identidad Digital para el Crecimiento Económico Inclusivo. Academia BID. [Conferencia] Advancing Inclusive Economic Growth Trough Digital Public – Infrastructure and Digital Identity Systems. Secretariats of Digital Governments. Washington D. C, Estados Unidos. S/P