El aumento en el número de suicidios en Venezuela, y especialmente en el estado Mérida, es un llamado de atención urgente para las autoridades regionales y nacionales. Es necesario que se tomen medidas concretas para abordar esta problemática y proteger la vida de la población. La salud mental es un derecho humano fundamental que debe ser garantizado por el Estado.
Diversas teorías sociológicas sugieren que el suicidio no es simplemente una cuestión individual, sino que también está influenciado por diversos factores sociales y culturales. Me referiré a la teoría del suicidio anómico de Emile Durkheim, cuyo enfoque es la relación entre el cambio social y el suicidio. Según Durkheim, la anomia es un fenómeno que se produce cuando la regulación social es precaria, lo cual conlleva a la pérdida de sentido y propósito en la vida de las personas. El suicidio puede ser una respuesta a la percepción de desorden, caos, desesperanza e incertidumbre.
Durkheim percibió la sociedad como un organismo vivo, donde cada individuo tendría un papel y un rol específico mediante la aceptación de normas y valores comunes para mantener la estabilidad y el equilibrio social. En tal sentido, el concepto de regulación social hace referencia al conjunto de normas, valores y creencias que guían el comportamiento de los individuos para mantener la cohesión y la armonía en la sociedad.
Es importante tener en cuenta que la anomia económica no es la única explicación para el aumento de las tasas de suicidio en Mérida o en el resto del territorio nacional, pero según el análisis de datos estadísticos, “el suicidio se ha convertido en una válvula de escape para muchos venezolanos que viven y padecen la profunda crisis actual del país” (doi.org/10.17141/urvio.31.2021.4649)
La anomia económica se refiere a la falta de normas y regulaciones en el ámbito económico, y puede ocurrir cuando persiste una crisis, el desempleo o se acentúa la desigualdad económica. En Mérida, la anomia económica es un problema que ha afectado a la región durante muchos años. La ciudad ha enfrentado una crisis económica y política prolongada, con altos niveles de inflación, desempleo, y la pérdida del poder adquisitivo de una población que poseía quizás el mejor nivel de vida y bienestar en Venezuela. Esta situación ha llevado a muchas personas a sentirse deprimidas, desesperadas y sin esperanza, situaciones que influyen en el riesgo de suicidio.
La anomia económica también puede contribuir a la falta de oportunidades y de recursos para las personas que viven en Mérida. La falta de empleo y de ingresos dignos, en una población identificada con altos índices de profesionalidad, puede hacer que las personas se sientan insatisfechas, impotentes, desconectadas y sin rumbo, factores que, sin duda alguna agudizan el pensamiento y la acción suicida.
Para abordar el problema del aumento de las tasas de suicidio en Mérida y en el resto del país, es necesario que el Estado asuma responsabilidades para abordar la crisis económica más allá de los dictámenes del gobierno central, gestionar políticas de empleo y equilibrar la creciente desigualdad económica en la región. Además, es esencial que se proporcionen recursos y apoyo a las personas que están en riesgo de suicidio, como servicios de salud mental funcionales y grupos de apoyo eficientes.
La falta o maquillaje de cifras oficiales no logran ocultar o atenuar el impacto que el fenómeno del suicidio tiene sobre la población merideña, quiero hacer énfasis en que el suicidio no es simplemente una cuestión individual, sino que también está influenciado por factores sociales, culturales y de gobernanza. La integración social, la regulación social, el cambio social, la opresión, la desigualdad, la insatisfacción y una baja calidad de vida son factores importantes que influyen en las tasas de suicidio en una sociedad, y ameritan medidas más concisas y eficaces que campañas de rayado automotriz.
Finalmente, cabe destacar que países como Japón, Finlandia y Sri Lanka han logrado disminuir su tasa de suicidio promoviendo un dialogo abierto sobre el tema; publicando las alarmantes estadísticas para informar a la población: fortaleciendo los servicios públicos de salud mental y apoyando el trabajo de las organizaciones no gubernamentales; instalando barreras en los puentes para prevenir las muertes por saltos (Mérida tiene 3 viaductos y 3 elevados; y sólo el viaducto Campo Elías contiene barreras); desarrollo de campañas para reducir el estigma asociado con los problemas de salud mental y el suicidio; creación de programas preventivos para la educación de niños y jóvenes en temas de abuso, maltrato, bullying y suicidio; campañas para incentivar la búsqueda de ayuda cuando se experimentan o se conocen problemas de salud mental; programas de atención de salud mental en áreas rurales; espacios radiales para apoyo emocional y medidas para reducir el acceso a medios letales como pesticidas, regulando y monitoreando su venta.
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