Estimado ciudadano, con todo el respeto que me merece su actividad y a conciencia de las dificultades presentes y crecientes en nuestra complicada y dramática realidad nacional, me permito expresarle algunos comentarios de inestimable utilidad pública y de un profundo interés social.
Y como usted se ha ido convirtiendo en un importante comunicador de las reivindicaciones políticas de nuestra sociedad, más allá de aciertos y desaciertos, dinámica inevitable como producto del devenir de la realidad en la cual nos desenvolvemos, es bastante visible que pareciera que la contundencia de los hechos ha persuadido a una buena parte de la oposición democrática de la extraordinaria utilidad política que tiene la calificación pública de un vocero y de la utilización inteligente de las consultas electorales.
Y es desde ese complejo y exigente espacio en el cual se desenvuelve, auténtico escenario público, cuya consistencia, resistencia e influencia ha ido creciendo, en la medida en la cual la inexperta y estafada sociedad venezolana, ahora en vías de informarse y organizarse, ha profundizado en la comprensión de que “un solo árbol no hace montaña”, aunque se multipliquen sus discursos, se radicalicen sus mensajes o intereses externos nos den su apoyo, será siempre la fortaleza e inteligencia del músculo social y nacional la que decidirá el desenlace de nuestros conflictos.
No es suficiente la rabia creada por el engaño, mucho menos la frustración generada por lo que se ha perdido, pero tampoco basta con la información creada por el conocimiento, nuestra comunidad necesitaba de la experiencia y el aprendizaje que aporta la participación consciente en el conflicto, para poder así construir una política opositora victoriosa frente a un adversario entrenado en el abuso de poder y apoyado en recursos materiales demasiado importantes, como son el dinero en abundancia y el control de las armas de la República.
Dada la magnitud y profundidad del deterioro de la institucionalidad, caída que ha sorprendido al grueso de la comunidad, muy particularmente a sus élites, recomponer una política de rescate eficaz de la estructura comprometida no ha sido posible, ni en el campo del gobierno, al carecer de una alternativa constructiva y progresista para superar la derrota del modelo rentista y sobreponerse al abrumador impacto que la corrupción ha desatado en su interior.
Dificultad también presente en la oposición en la cual ha sido y sigue siendo muy limitada la asimilación del criterio de que los liquidadores chavomaduristas son continuidad en gran medida de la descomposición heredada del proyecto anterior, razones más que suficientes para entender que el rescate de la República demanda del desarrollo de una propuesta económico-política en la cual se privilegie constructivamente el desarrollo de la producción nacional, el respeto efectivo a la legalidad democrática y la equidad en la distribución de los beneficios de la prosperidad alcanzada.
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