El episodio 6 se concentra en la presentación irónica de “Living +”, un producto derivado de Waystar, diseñado por Logan antes morir, con el fin de preservar la vida en una serie de urbanizaciones y condominios de lujo para retirados.

Se trata de una propuesta algo fallida y engañosa, una especie de “unicornio” o de aplicación mágica de Sillicon Valley, un invento que pretende revolucionar el mercado de los condominios de lujo, cuya aura futurista y de ciencia ficción quiere explotar Kendall en su delirio de grandeza, para preservar el poder de la compañía, sin cederle un palmo al comprador Lucas.

No vender Waystar, para reinar como un inmortal, sobre un legado de cenizas. He ahí el dilema.

Mattson no cree en la viabilidad económica de “Living +”, porque conoce de la inestabilidad del negocio de los inmuebles, sujetos a demasiadas variables incontrolables.

Para él, construir “zonas bardeadas”, “barrios ultramodernos” de Truman Show, es una idea obsoleta y la compara con un campo de concentración en un tweet, durante la incómoda “presentación” de Kendall.

El capítulo expone la peligrosa estrategia del nuevo CEO, asumiendo el papel de un líder del Big Tech, una suerte de Steve Jobs, medio errático y carente del carisma, del genio del creador de Apple.

La metáfora del guion funciona como espejo de una familia desunida, por luchas intestinas de control y el mal manejo de su inteligencia emocional, bajo la sombra del padre ausente.

De ahí que la alianza de los chicos se muestre cada vez más rota, afectando el devenir incierto de la empresa, alegoría a su vez de la dinastía.

Cada uno jala para su lado, fragmentando el elemento de cohesión que brindaba respeto a Waystar, en la época de Logan.

Shiv sigue explorando su faceta de “maestra de las marionetas”, al mover los hilos de unos y otros, desde la seguridad del anonimato. Juega a dos bandas, en el sentido de aprovechar su relación con Lucas y dejar que sus hermanos se quemen como opción, en su gobierno por ahora de transición.

El interinato de Kendall y Roman toma giros imprevisibles, apenas goza del “momentum” de los primeros días de la presidencia, en una luna de miel que se antoja de hiel, producto de tantas irregularidades e incendios que se apagan de milagro, por la influencia de aliados y veteranos.

Pero no parece el estado deseable, la utopía a la que todos aspiran. Bad karma.

El conflicto de Roman reside en sentirse acomplejado, por ser un “nepo baby”, el heredero accidental de una monarquía en crisis. Como un déspota, un Rey Loco, despide a mujeres de confianza, como la propia Gerri, solo por cuestionar sus decisiones y desobedecerlo. Imagina afirmarse en el ejercicio de un poder hormonal y discrecional, que adopta resoluciones a la ligera, cual tirano que pide que se corten cabezas, ante la menor oposición. Por lo pronto, sus malcriadeces tienen algún remedio; sin embargo, dibujan un porvenir de caos y turbulencia.

La moraleja que pinta la serie en sus minutos cumbres es que se avizora una tragedia por la cultura de la ambición, por el conflicto precisamente en la lucha por la sucesión.

Ya vemos, en cámara lenta, la implosión y la fractura de un clan, que naufraga por su juego de tronos.

Por eso, Shiv y Roman se corrieron de la presentación, a la espera que los leones del circo se comieran crudo a Kendall, en su accidentado show, con deep fake incluido.

La inteligencia artificial llegó para embaucarnos.

Detrás del espectáculo de “Living+”, percibimos los instintos de muerte y traición que se tejen en la sombra. Kendall, después de todo, puede que haya sobrevivido a la prueba de enfrentarse a los tiburones de los inversionistas.

El tema es que los ha ilusionado y manipulado, como un populista de la posverdad, con el humo de un pescado demasiado crudo. Una fantasía de hogar dulce hogar, cuando la casa Roy luce destruida, cuando nadie del sector tecnológico apuesta por construir castillos en el aire, después del hundimiento de las hipotecas basura de 2007.

Por eso la industria se vuelca sobre lo digital, sobre lo meta, sobre lo intangible del Bitcoin y los NFT. Algo más sexy porque precisamente no existe, es una abstracción del capitalismo y Lucas lo sabe.

Kendall nada contra la corriente y ello se manifiesta en un vibrante desenlace de episodio. Nada de forma kamikaze como lo hizo en su cumpleaños 40, al borde de un colapso. De una piscina ha pasado al océano, a las olas indómitas del pacífico frío. Hay nubes de fondo, y entiendo que la escena se filmó en otoño.

¿Será que “Winter is coming”?

Los chicos están huérfanos, separados y dando bandazos. Es le belleza de su drama. Verlos caer.

Ojalá tengan la oportunidad de redimirse y reencontrarse.

De lo contrario, se ahogarán en la orilla, sucumbirán al invierno.


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