Con motivo del reciente viaje de una delegación oficial del gobierno de Estados Unidos a nuestro país se han propagado rumores acerca del objetivo de esa visita y desde esta misma columna, en fecha 12 de marzo, analizamos quiénes habían resultado ganadores y quiénes perdedores en ese evento, concluyendo que Maduro y su combo habían sido los más favorecidos.
Cuando aún no se ha aclarado con precisión el motivo real de tal visita ni lo que se conversó en la misma, ya van apareciendo algunos indicios y se comenta con insistencia que se está programando otra para dentro de poco tiempo.
De acuerdo con estos últimos rumores parece ya claro que el negocio consistiría en asegurar al “imperio” un abastecimiento confiable de petróleo a cambio de un levantamiento o al menos suavización de las sanciones que Estados Unidos lleva imponiendo a Miraflores y a muchos de sus capitostes. Bonito no es pero a estas alturas ya hemos acumulado suficiente experiencia en “realpolitk” como para saber que “petróleo mata democracia” tal como fue el título de nuestra ya citada columna del pasado 12 de marzo.
Como es de rigor en estos casos, hay quienes se oponen a la suavización y también quienes favorecen esa alternativa. El reto de quienes toman decisiones trascendentales es que casi siempre existen muchos que las aprueban y otros tantos que las rechazan. Esa es justamente la responsabilidad que asumen quienes conducen los destinos de la naciones. Cuando Dios dijo a Moisés que sacara a los judíos de Egipto este lo hizo. Muchos judíos no quisieron moverse a la tierra prometida pero los que sí lo hicieron nos legaron la semilla de nuestra civilización occidental. Tremenda decisión tomó el profeta judío a quien el Hacedor colocó en posición de liderazgo. ¡El líder tiene que liderar, no seguir!
Dentro de ese esquema hay quienes culpan al gobierno usurpador por las penurias que causan esas sanciones al “pueblo de a pie” que se ve obligado a aguantar y sufrir las restricciones concretas que derivan de ellas, además de las erradas políticas económicas que se implementaron. En ese rincón militan tanto quienes echan la culpa de todo a Miraflores & Cía. y por el otro lado quienes sostienen que las penurias son consecuencia directa de las sanciones desde que el “imperio” optó por el camino del castigo. Para el que sufre las consecuencias la diferencia no es determinante.
En cuanto al camino a tomar están los extremistas de siempre que habiéndose quedado con las ganas de recibir a los “marines” cuando todas las opciones estaban sobre la mesa hoy aspiran a que el cepo se mantenga y se apriete aun mas. Llama la atención que los dirigentes que están en el exterior y gran parte de la diáspora se inclinan por esta variante que luce altamente principista en especial cuando las carencias las sufren otros.
En la acera del frente militan quienes piensan que el camino sancionatorio no ha dado resultado luego de tantos esfuerzos y también quienes entienden que la “pax bodegónica” que recientemente arropa a algunos es apenas una burbuja que no incluye a los sectores mayoritarios del país sumidos en la carencia de las necesidades más básicas. Para grandes sectores de compatriotas el centro del asunto no es la legalidad o legitimidad de la Asamblea de Guaidó o la de Jorge Rodríguez y su coro de alacranes sino que es lo que ellos y sus hijos ingerirán en la próxima comida. Deducimos que a estos últimos les interesará más alimentarse que enfrascarse en la constitucionalidad o no de la nueva ley del Tribunal Supremo cuya suerte se selló ya con la insólita sentencia dictada por los mismos jueces que se verían afectados por sus disposiciones.
Pero volviendo a la mente estadounidense y recordando que Mr. Biden es el presidente de aquel país y no de Venezuela, no es de extrañar que sus dirigentes examinen el asunto desde su propia óptica privilegiando sus intereses en este duro momento político militar que se vive. Aquí es donde viene lo realmente malo.
Si tomamos nota que Pdvsa apenas produce unos pocos barriles que son requeridos para el mercado interno más el pago de contratos y compromisos legales insoslayables, y si tomamos nota de que un aumento considerable de la producción requerirá de varios meses o tal vez años, no resulta estrafalario deducir que Washington intuye que hay Maduro para rato y mejor será entenderse con él porque -se repite- petróleo mata democracia. Mejor un dictador con petróleo cercano que otro dictador lejano u otro proveedor cuya evolución política sea poco previsible. Permítaseme citar un horroroso dicho que se atribuye a un secretario de Estado estadounidense cuando le criticaron su política de cercanía con el dictador nicaragüense y criminal Anastasio Somoza, a quien calificaban como “son of a bitch” a lo que el funcionario justificóse respondiendo: “Yes, but he is our son of a bitch” (Sí, es un hijo de perra pero es nuestro hijo de perra). Hoy día el lenguaje puede ser un poco más fino pero el fondo no ha variado mucho. Es lo que se llama “realpolitik”. Quien no lo vea se llevará bastantes sorpresas.
Así pues, no sería imposible que en un plazo indeterminado e indeterminable Mr. Biden le dé al bueno de Juan Guaidó las gracias por los servicios prestados y “a otra cosa mariposa”. Nuestro más ardiente y genuino deseo es equivocarnos pero como analista de las situaciones parece honesto expresar nuestra opinión.
@apsalgueiro1