El «boom» Bukele llegó al Perú para quedarse. Sí, el éxito sin precedentes del presidente Nayib Bukele para enfrentar la criminalidad con valentía y decisión ha generado gran interés de los países de la región, entre ellos, el Perú. Sin embargo, nuestra posición es que el «Plan Bukele» viene de una realidad con características sociales, políticas, demográficas, jurídicas y legales totalmente diferentes a las nuestras, por lo que su aplicación resultaría inviable en este momento. Las características reales de la criminalidad en nuestro país no provienen de un solo factor, sino, de las 10 amenazas que hoy es responsabilidad del Estado combatir. La evolución de la criminalidad ya lleva más de 30 años. Por eso una verdadera estrategia para el Perú debe incorporar el verdadero espíritu del «plan Bukele», que es fracturar la sensación de impunidad del criminal.
Precisamente, este es el problema en nuestro país. Tenemos un «circuito de impunidad» incesante. Debemos comprender que la impunidad es el núcleo, el vórtice, el punto de partida que actualmente no podemos detener. Está arraigada desde la cúpula del Estado, desde las más altas autoridades, como congresistas que elaboran normas a su medida o trafican con las obras del Estado (según colaborar eficaz que acusa a Guillermo Bermejo de semejante latrocinio) pasando por jueces o fiscales corruptos e incompetentes, funcionarios del INPE coludidos con el crimen, y algunos miembros de la Policía Nacional conforme lo han demostrado algunos medios de comunicación.
Si realmente deseamos rescatar el espíritu del Plan Bukele (la lucha contra la impunidad), debemos tomar tres acciones inmediatas, contundentes y definitivas. En primer lugar, que el Congreso apruebe la norma que devuelve la investigación a la Policía Nacional, y otra derogue la «despenalización» (proceso en libertad para penas menores de 4 años) u otras medidas similares que benefician mas al delincuente en vez de castigarlo. De esta manera, se agilizarán y mejorarán las investigaciones, y los jueces no tendrán más alternativa que enviar a prisión a los culpables.
En segundo lugar, como medida complementaria a la anterior, el gobierno debería, de manera inmediata, tomar verdadero control del INPE con expertos en el tema, y, asignar inmuebles incautados (el Estado administra más de mil en todo el país) para establecer módulos carcelarios temporales o transitorias, para trasladar allí a los internos que están por cumplir condena, tienen edad avanzada, con enfermedades graves e incurables (como el caso del general Hermosa Rios), así como para delitos no violentos (estafas, delitos alimentarios y otros). Esto permitiría “liberar espacio” en las cárceles principales y sacar a los criminales de las calles. ¿Estamos cerca o lejos de cumplir con este planteamiento? Lo dejo a su criterio amable lector.
En tercer lugar, es necesario incorporar rápidamente a efectivos policiales jubilados para labores administrativas y asesoramiento operativo. También deberíamos implementar un Servicio Policial Voluntario para cubrir los puestos de seguridad en locales y áreas similares, que no conlleven contacto con el publico y por ende el riesgos de actos de corrupción. Con esta medida, se recuperaría un contingente de agentes activos que se destinarían exclusivamente a tareas de inteligencia policial contra el crimen, preservando pruebas de delitos, identificando a los delincuentes, estableciendo sus responsabilidades, capturándolos y asegurando un proceso judicial efectivo y condenas efectivas. ¿Estamos también lejos de esto? Una vez más, lo dejo a su consideración.
Entonces, sin estas condiciones mínimas (ley para devolver la investigación a la policía, derogación de la despenalización, cárceles temporales e inteligencia policial), aunque parezcan irrealizables o poco probables, son necesarias y se deben implementan de inmediato aunque se tenga que aguantar la gruta de la progresía y de la coalición social-comunista. Si queremos arrancarle el corazón a la criminalidad, la impunidad, debemos tomar estas medidas radicales, sui generis, no convencionales. El gobierno tiene la oportunidad de dar un golpe de timón en este campo tan sensible para el país. Esperamos que pronto tomen conciencia y el toro por las astas, y conviertan la voluntad política en decisión política. ¡Atrévanse! ¡Sí se puede!
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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