Stopmotion de Robert Morgan narra una historia de terror que es, en realidad, un recorrido a través de un trauma profundo y complejo. El resultado es una obra de arte visual, que profundiza en los espacios más oscuros, violentos y depravados de la mente humana.
En Stopmotion (2024) el miedo es una obra de arte. Puede parecer una idea exagerada o en cualquier caso, manipuladora, hasta que el guion del también director Robert Morgan, explora sus mejores puntos. La cinta, que analiza el trauma de la pérdida a través de un juego de roles macabros, asume que el arte puede ser un catalizador para entender los lugares más retorcidos del ser humano. Pero, más que eso, que también puede ser la herramienta a través de la que lo sobrenatural puede manifestarse. Entre ambas, la cinta explora sus obsesiones y tensiones, a través de un apartado visual tenso y de una belleza sombría, que sorprende — e inquieta — por sus docenas de facetas e interpretaciones.
Morgan, que asume su película como un gran experimento visual, no hace las cosas sencillas. De modo que comienza el recorrido de su historia a través de la concepción de asumir que su protagonista, está rota emocionalmente y es incapaz, de lidiar con esa situación. Ella Blake (Aisling Franciosi), es una cineasta con talento que, además, comprende que el cine tiene doble interpretación. Esta es: que puede ser tanto vehículo de historias como del misterio que las rodea.
Pero, la cinta no comienza desde el hecho que las pequeñas marionetas que crea, son, inmediatamente, una herramienta del mal — o el dolor, que en la película son la misma cosa — sino, una forma de profundizar en lo desconocido. Desde sus primeras escenas, Stopmotion profundiza en la hechura artística para explicar cómo, esa noción de la habilidad manual, se vincula con dimensiones inexploradas de la conciencia. O que, en cualquier caso, podría hacerlo. Así que Ella, construye, poco a poco, un escenario en que sus pequeños monstruos, son una forma plástica de habilidad y conciencia. También, de las pequeñas derrotas espirituales que debe de sufrir.
El miedo a la medida de lo bello
Pero, el mayor interés de la cinta no es la habilidad de Ella, aunque profundiza en ella como terreno dúctil, en el cual el terror se manifestará. En realidad, el mayor conflicto del guion, incluye a su madre, Suzanne (Stella Gonet) y a la despótica relación que las une a ambas. Poco a poco, la trama muestra que el amor contaminado con odio que comparten, se enlaza con una voracidad de pesadilla en la que la figura materna se convierte en un monstruo.
No obstante, Morgan no intenta mostrar hasta qué punto la obsesión por la aceptación y el amor malogrado que Ella siente por Suzanne puede ser una herida sin curar. Antes que eso, la cinta explora en el terror desde los lugares invisibles. Ella, que lidia con que su madre sea mejor y más exitosa que ella en el mismo terreno de trabajo, encuentra que la mirada crítica de esta puede ser un peso.
Ambas artistas de Stopmotion, utilizan la técnica como hecho artístico y también, para degradar a un terreno neutral el enfrentamiento entre ambas. Cuando Suzanne abandona un proyecto por incapacidad física y Ella debe terminarlo, el hilo que una a las mujeres, se convierte en una alegoría a un cordón umbilical malogrado. Mucho más, en la puerta abierta del terror, la angustia y la búsqueda de la posibilidad de entender el sentido del rencor que las separa y la dependencia que las acerca, lo deseen o no.
Todo se vuelve peor, cuando Suzanne se agrava y muere, pero en apariencia, no desaparece del todo. Stopmotion elabora la idea del duelo, a partir de la ausencia convertida en una figura singular y ponzoñosa. Es entonces, cuando Ella, expresa todo lo que no puede en palabras, a través de sus marionetas. Pero no solo se trata de un performance terrorífico: a la vez, las muñecas de Stopmotion funcionan como una tabla Ouija que canaliza algún tipo de fuerza que la cinta no nombra y que no le interesa detallar. Lo realmente aterrador, es el hecho que las pequeñas criaturas que comienzan a nacer de las manos de Ella, son autónomas hasta cierto punto. También, voraces parásitos que se sostienen entre sí para crear una perversa visión del yo escindido.
El dolor y la pérdida en Stopmotion
Pero más allá de sus elementos sobrenaturales (narrados con elegancia y un apartado visual asombroso), la cinta es una reflexión acerca del mal y del bien, elaborados a través del sufrimiento. A medida que Ella y sus criaturas extrapolan las heridas emocionales abiertas con el terror profundo, la película se convierte en una reflexión profunda acerca de la identidad humana, rota y angustiada por sus propias limitaciones.
Para su final — cercano a una dolorosa reflexión sobre la búsqueda de consuelo — la película cruza un terreno peligroso entre ser una combinación de muchas cosas sin decantarse por ninguna. Pero, en realidad, es un escenario abierto a interpretación. Su punto más complicado y mejor logrado.
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