¡Qué efecto tan desastroso debe de haber producido en los rusos el anuncio de la destrucción del fuerte Stalin en Sebastopol! (Adolf Hitler).
En nuestro artículo sobre el avance del Afrika Korps del mariscal Erwin Rommel, publicado hace dos semanas, explicamos el plan de Adolf Hitler para “ganar” la Segunda Guerra Mundial en 1942. La clave estaría en capturar los pozos petroleros que abastecían al Reino Unido y la Unión Soviética. El “Zorro del Desierto” ya había iniciado su avance en dirección a los primeros, y para el 28 de junio la ofensiva de verano u “Operación Fall Blau” (caso azul, Directiva N° 41 del 5 de abril) iba por los segundos. El Cáucaso era la lejana y gran meta donde se pretendía el control de 92% del combustible de Rusia (según los informes que manejaba el Führer), pero también detener el tránsito a través del Volga. Dos objetivos estratégicos se lograrían: obtener el combustible que tanto necesitaban las armas del Reich e impedir el acceso del mismo a la URSS, junto a los recursos de los Aliados que le llegaban desde Irán.
La primera vez que escuché sobre este plan fue de manera indirecta, y creo que es la experiencia de la inmensa mayoría de las personas. La memoria de la humanidad, acostumbrada a los récords, sabe el nombre de la ciudad donde ocurrió la mayor batalla de la historia (si usamos el criterio de número de bajas) pero no la ofensiva que le dio origen. Yo me había propuesto al comenzar la adolescencia el conocer mejor lo que había visto de manera segmentada en diversas películas y series de la Segunda Guerra Mundial. La oportunidad me la ofreció la serie The World at War (Jeremy Isaacs, 1973-1974) con 26 capítulos de 40 minutos cada uno y transmitida con gran regularidad a lo largo de más de 20 años por Venezolana de Televisión (canal 8). La esperaba todos los días con la misma emoción que sentía en mi niñez por cada nuevo capítulo de mis anime favoritos. Es en el noveno episodio titulado “Stalingrado (junio 1942 – febrero 1943)” en el que se explica Fall Blau, pero la mayor atención está en la gran batalla a las orillas del Volga, de allí su título. No es la única excepción porque en Youtube se puede ver cómo este esquema se repite en los documentales clásicos pero también en los nuevos que han elaborado los numerosos youtubers sobre la Segunda Guerra Mundial o historia militar.
Es muy probable que la perspectiva de explicar la ofensiva de verano dando mayor importancia a Stalingrado fue iniciada por sir Winston Churchill -¡una vez más estableciendo las líneas historiográficas de la Segunda Guerra Mundial!-, en su obra La Segunda Guerra Mundial (1948-1956). Dedica buena parte de los capítulos que comprenden el año 1942 a los contactos y encuentros con las máximas autoridades de Estados Unidos y la Unión Soviética, junto a los Frentes del Desierto y el Pacífico, dejando para febrero de 1943 el análisis de la campaña que terminaría con la Batalla de Stalingrado. Al comenzar reconoce la demora y dice “ha llegado el momento de narrar la magnífica y decisiva lucha de los ejércitos rusos”, para después afirmar que “al principio todo salió bastante de acuerdo con el plan, aunque no al ritmo que estaba previsto”, logrando bordear el Don pero alcanzar un solo campo petrolero: Maikop (que estaba destruido). Hitler ante la resistencia de Stalingrado desviaría tropas del Cáucaso que era el objetivo central de Fall Blau, generando el desastre (“Capítulo XXI. Turquía, Stalingrado y Túnez” del “Libro III. La Gran Alianza”).
Al comenzar la ofensiva en julio, los soviéticos fueron sorprendidos una vez más, porque Stalin la esperaba en dirección a Moscú; a pesar de ello no cayeron en la trampa de ser cercados como les ocurrió al inicio de la “Operación Barbarroja” el año anterior. Al no poder detener a los alemanes huían siguiendo la política de tierra arrasada evitando el cierre de “las pinzas” de las divisiones Panzer. La lección fue aprendida, pero a finales de julio algo cambió para ambos jefes totalitarios. Una vez más Hitler modificaba los planes a medida que se desarrollaban, sin importar las advertencias del Alto Mando.
El 23 de julio establece la Directiva N° 45 que cambiaría la historia. En la N° 41 los Ejércitos que tenían como objetivo el Volga no consideraban la captura de Stalingrado sino proteger el flanco izquierdo de la operación principal: la toma del petróleo en el Cáucaso; ahora en la N° 45 era: “Aplastar las fuerzas enemigas concentradas en Stalingrado y ocupar la ciudad”. Stalin por su parte con la Orden N° 227 abandona la táctica de ceder terreno y ordena “ni un paso atrás”, y si alguno se atreve a rendirse sería tratado como traidor y por tanto fusilado. Para el Führer la toma de dicha ciudad generaría un efecto moral devastador (“4 de julio de 1941” en:H. R. Trevor-Roper, 2008, Hitler’s Table Talk 1941-44. His Private Conversations).
La lógica inicial del plan parecía perfecta salvo por unos cuantos detalles muy importantes: las distancias y los obstáculos geográficos agravarían los problemas logísticos; y la recuperación de la producción de armamentos soviéticos era ya un hecho, por no hablar del apoyo de los Aliados angloestadounidenses y el coraje del pueblo ruso. El Frente Oriental lo retomaremos a principios de agosto, aunque la semana que viene trataremos los convoyes de ayuda que recorrían el Ártico.
Antes de finalizar no podemos dejar de recordar que el 29 de junio de 1942 el gobierno venezolano del presidente Isaías Medina Angarita promulgó la reforma a la ley sobre actividades de extranjeros en el territorio (Gaceta Oficial N° 20.835), la cual estaba íntimamente relacionada con la Segunda Guerra Mundial. La idea era prevenir, tal como había recomendado el gobierno de los Estados Unidos, la acción de los ciudadanos del Eje en pro de sus Estados. Con este fin la misma señalaba que los extranjeros no tenían derechos políticos en Venezuela (artículo 2) y “El Ejecutivo Federal podrá crear Campos Nacionales de Concentración” (artículo 20) y “Los naturales de países con los cuales Venezuela haya roto las relaciones diplomáticas o se encuentre en guerra, y cualesquiera otros extranjeros, a quienes se considere peligrosos para la seguridad nacional, podrán ser internados en campos nacionales de concentración o confinados a poblaciones del interior de la República, o lugares fronterizos siempre que así lo juzgue necesario el Ejecutivo Federal” (artículo 21). Más adelante dedicaremos una de nuestras entregas a la aplicación de esta ley, pero sobre el tema le recomendamos la obra El Tercer Reich en Venezuela (2020) del estimado amigo y joven colega Vicente Quintero.