I
No hay nada peor que le cuenten a uno la película antes de verla. Ahora con Netflix la cosa es muy mala, porque la gente puede ver las cosas en cualquier momento, y entonces vienen a contarle a uno lo que pasó en la serie de moda.
Debo confesar que yo era de las que leía el final de los libros antes de comenzarlos. Era para mí como armar un rompecabezas, emocionante saber cómo iban encajando las piezas hasta llegar a esa foto final.
También sucede que nos creemos únicos, que las cosas que nos pasan no le pasan a más nadie. Hasta que nos cuentan una historia muy parecida de principio a fin y nos sentimos identificados.
Esta semana los venezolanos que emigraron a Chile revivieron una pesadilla. Seguro les debe haber pasado que cuando llegaron les contaban a los chilenos las tragedias de las protestas, los muertos, los cauchos quemados, la represión, y el asombro de los lugareños debió ser extremo. Algunos ni creerían lo que oían.
Pero resulta que era un spoiler de lo que podía pasar en su hermosa Santiago o en la bella Valparaíso, aun con más violencia, porque los autores de los destrozos responden a una izquierda trasnochada.
II
Lo que viven los bolivianos es otra tragedia. Tienen encima el fantasma de Evo eterno en el poder. Evo para siempre.
Pocos se dan cuenta de que ya los venezolanos vimos esa película y se la podemos contar completa. Los que llegan al poder enarbolando una bandera de izquierdas o algo que se le parezca difícilmente entienden que se les termina el turno. Para ellos es democracia hasta que los eligen, luego es solo una palabra hueca.
Así que en esta película se pueden ver muchos países latinoamericanos. Hasta México, que parece estar sumido en las fauces del narcotráfico. Esa película también la sabemos. Ese es un negocio con tentáculos muy largos; y si el gobierno siente miedo, si no está resuelto a hacerles frente, se lo termina tragando. ¿Les recuerda algo?
III
Parece que los argentinos se olvidaron de la película. Tienen hasta el domingo para recordarla.
Si no, vaya a ustedes este cuento: en Venezuela tenemos un Joker (por ponerlo bonito) que nos gobierna, que hace todo lo posible por no perder el poder y que se da el gusto de decir que está cumpliendo el plan del Foro de São Paulo.
Lo imagino riendo mientras ve los reportes de los destrozos en Chile, en donde van casi dos decenas de muertos. Lo imagino feliz cuando lee que en Ecuador la gente hizo que la eliminación del subsidio a la gasolina se levantara. Lo imagino satisfecho cuando ve las maniobras de Evo para evitar la segunda vuelta. Hasta dándole consejos.
Alguno dice que este Joker no tiene la capacidad de hacer esto. A quien afirma eso le recuerdo que Venezuela está deshecha hasta los cimientos; que en cinco años fue capaz de acabar con lo que quedaba. Sin tacto, sin piedad, sin escrúpulos ha dejado que la delincuencia y el hambre campeen.
Este Joker quizás no tenga tanta plata como su predecesor, pero no me cabe dudas de que es letal.
Lo que no sabe es que en cuestión de superhéroes y supervillanos, el bien siempre gana.
@anammatute