Esta interrogante, que a muchos les puede parecer inconcebible, dada las evidentes diferencias entre el impacto universal de la Revolución cubana, la figura histórica de Fidel Castro y otros detalles evidentemente antagónicos frente al proceso político existente en Venezuela, desde 1999, tiene que comenzar por comprender las semejanzas existentes, desde el punto de vista geopolítico.
En primer lugar, estamos en medio de una segunda guerra fría, esta vez de carácter más económico que ideológico, pues la discusión de capitalismo contra socialismo no es el punto central del problema, sino la división del planeta en bloques regionales de poder, que intentan crear nuevas relaciones económicas, militares, tecnológicas y políticas con los países del denominado «Bloque Occidental» conformado por los países de la OTAN más Japón, República de Corea, Singapur, Israel, Australia y Nueva Zelanda.
Esta situación geopolítica es similar al desafío presentado por la Unión Soviética y sus aliados políticos y comerciales, que actuaban bajo los esquemas de la Comecon y que hoy en día, bajo el liderazgo de la República Popular China, se plantea bajo las banderas de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica), que plantean una nueva arquitectura financiera y política mundial. Es en esta batalla mundial donde se comprende la intención de integrar a países como Argentina (gran potencia agrícola), Egipto (potencia militar y demográfica del Norte de África), Etiopía (potencia del África Oriental), Arabia Saudita (superpotencia petrolera), Irán (potencia militar, petrolera y demográfica) y Emiratos Árabes Unidos (potencia petrolera y financiera), con la intención de incrementar su poder económico y militar (véase: https://cnnespanol.cnn.com/2023/08/29/analisis-expansion-brics-victoria-china-contrapeso-occidente-trax/).
Es en este esquema, donde Venezuela tiene un papel superior al de la Cuba del siglo XX, no por el entusiasmo revolucionario mundial que generó Fidel Castro en 1959, que no existe en el caso venezolano y más bien se utiliza al gobierno de Maduro como ejemplo de las políticas destructivas en las campañas electorales de otros países, sino al hecho concreto de la posesión de recursos naturales muy superiores a los que Cuba, podía dar al gobierno soviético. No olvidemos que mientras Cuba le costaba unos 6.000 millones de dólares estadounidenses anuales a la Unión Soviética en promedio (Véase: https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/cartas/article2044162.html), dinero que le permitió al gobierno castrista obtener indicadores educativos, sanitarios, deportivos, científicos muy notables, especialmente a nivel latinoamericano, que no se pudieron traspasar al campo económico por razones que todos conocemos, es innegable que para países como China o Emiratos Árabes Unidos invertir en Venezuela puede ser muy productivo, siempre y cuando logren evitar las sanciones financieras estadounidenses, lo cual es objeto de otro análisis.
Al prestigio político y social de la Revolución cubana se unía el valor temerario de su gobierno para emprender aventuras y tareas de corte «revolucionarios» en África, Asia y América, aun empeñando la sangre de sus funcionarios civiles y militares, como se recuerda en las guerras de África (Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Carlota); en el caso de Venezuela, durante el gobierno de Hugo Chávez, se combinó su capacidad política comunicacional con su enorme asistencia financiera al exterior (véase: https://youtu.be/wVD0xcw5RH4?si=vP3IRdHIGZBgilSJ), lo que le convirtió en una figura mundial, que ciertamente el actual presidente Nicolás Maduro está muy lejos de alcanzar o comparar y mucho menos, sin recursos financieros comparables a los existentes en dichos períodos de gobierno.
Sin embargo, la importancia geográfica de Venezuela que no es menor a la de Cuba, a las puertas de Estados Unidos y con sus recursos potenciales muy superiores (véase: https://mineriaenlinea.com/articulos/recursos-minerales-mas-abundantes-venezuela/), constituye un aliado estratégico de China mucho más valioso, aunque implique realizar enormes inversiones, semejantes a las realizadas en el continente africano, para lograr el apoyo y manejo de un buen número de gobiernos que tiene amarrados por razones económicas (véase: http://www.sais-cari.org/data ), que apuntan a centenares de miles de millones de dólares estadounidenses, que dichos gobiernos deberán pagar de una u otra manera.
Aunque se tengan diferencias evidentes con el gobierno nacional y su máxima figura, es necesario reconocer su devoción a las ideas antiestadounidenses en política exterior, como reflejo directo de la «escuela cubana», que por cierto comparten demasiados políticos de América Latina y el Caribe, lo cual convierte a Nicolás Maduro en un aliado fiable para el proyecto chino-ruso- irán, de confrontación total, a pesar de las pausas circunstanciales y tácticas, con los gobiernos de cualquier partido político que esté en la Casa Blanca.
Es evidente que el apoyo de dichos países, no depende de la capacidad de gestión gubernamental del gobierno de Venezuela, sino de su nivel de colaboración en materia económica, política y militar.
A quienes se la pasan evaluando los niveles de amenaza exterior de un país por su desarrollo económico, deben saber que la República Popular Democrática de Corea, conocida como Corea Norte es una potencia militar y atómica, a pesar de tener un PIB de 20 mil millones de dólares estadounidenses (https://tradingeconomics.com/north-korea/gdp), lo que demuestra que cualquier país, puede llegar a tener instalaciones espaciales, atómicas y militares de primer orden mundial, aunque le cueste todas las inversiones sociales indispensables en otras sociedades) .
Mientras que en Europa se considera un verdadero problema político destinar 2% del PIB a gastos militares, como exige la OTAN, en sociedades bajo riguroso control de la opinión pública se pueden destinar recursos financieros a megaproyectos sin ningún tipo de debate o cuestionamiento local, regional o nacional.
Los anuncios en materia de política espacial recuerdan la política soviética de colocar en órbita cosmonautas de diferentes países de gobiernos aliados, desde Cuba hasta Afganistán, por lo cual no es de sorprender si en los próximos meses se anuncia la participación del gobierno de Venezuela en una estación de investigación polar en la Antártida, así como otros tipos de proyectos como construir centrales atómicas en los Valles del Tuy para enfrentarse a la crisis eléctrica en Venezuela.
El gobierno de China debe estar, sin duda, estableciendo protocolos de actuación muy severos para controlar la corrupción de funcionarios venezolanos, que han sido desde el principio el principal problema que ha tenido en Venezuela (véase: https://transparenciave.org/project/no-cuadran-las-cuentas-del-fondo-chino-ni-del-fonden/), lo cual, en caso de lograrse, les permitiría en tiempo récord terminar las miles de obras inconclusas existentes en Venezuela, dada su enorme habilidad constructiva para desarrollar proyectos de construcción en periodos de tiempo muy breves.
Esas son las discusiones que se realizan tras bastidores entre funcionarios chinos y venezolanos, sin imaginar los detalles específicos de los mismos.