Rebuscando un poco para conseguir razones sobre la duda, aunque la construcción gramatical suene algo difusa, son muchas las personas que se reúnen por el lazo común de la desesperanza. Para algunos opinantes la duda puede ser un elemento tan poderoso como la certeza. Ente nosotros, los venezolanos, la duda se remite a unos estadios muy particulares. Son muy pocos los que dudan, por ejemplo, de la urgencia de salir del régimen de Nicolás Maduro para rescatar, no solo, la democracia y la libertad, sino retomar el derecho a vivir decentemente como lo hace cualquier sociedad de este milenio. Mas si esa sociedad dispone de diversas y abundantes riquezas; a más de una ubicación geográfica favorecida, compuesta por un número de pobladores relativamente pequeña. Sin embargo, nuestras dudas giran sobre qué sistema, qué método; más concreto: qué hay qué hacer para zafarnos de una tiranía sin ideología ni doctrina farsante, siquiera.
¿Qué no han hecho hasta ahora casi 90% de los venezolanos reunidos en partidos políticos, diputados a la Asamblea Nacional, sociedad civil organizada y el Frente Amplio Venezuela Libre para producir un cambio profundo en el país? Les apunto a la carrera: ha salido a la calle en grandes multitudes y con muchísima frecuencia. Ha enfrentado en condiciones de minusvalía a las fuerzas bárbaras del régimen. El número de muertos se cuentan en cientos; la mayoría de ellos adolescentes estudiantes y otros de estratos sociales humildes. Heridos, detenidos, torturados, vejados, sobrepasan los miles holgadamente. También le ha correspondido experimentar el estatismo, la inmovilidad. Ha participado en procesos electorales organizados por el régimen; otras veces se ha abstenido de hacerlo. Aprobó en la AN una Ley de amnistía para favorecer, fundamentalmente, a los militares que ayuden a que se respete la Constitución, y llamar a unas elecciones libres en las que se respete la voluntad del votante. Lo último que hizo, el 30 de abril de 2019, fue un llamado a la sublevación a la Fuerza Armada; hasta esos extremos ha llegado esta sociedad oprimida que se resiste a vivir bajo los alaridos de una jauría de bandoleros. Adicional a esto, se ha logrado a través de una política internacional bien concebida el apoyo de cerca de sesenta países; asimismo de organizaciones internacionales como la OEA, del Parlamento Europeo, del Grupo de Lima. En pocas palabras, se ha hecho todo lo humanamente posible. Se ha avanzado y mucho, pero el caso es que allí, en Miraflores, permanecen ellos apoyados por la Fuerza Armada y militares provenientes de Cuba, Rusia, Siria y guerrilleros colombianos.
¿Entonces, qué queda por hacer que hasta ahora no se haya hecho para coronar el triunfo de la democracia frente a un gobierno abrumado y cercado por los cuatro flancos, que le dificulta mantenerse en pie? Que, al mismo tiempo, no tiene la más lejana posibilidad de solucionar los problemas que agobian cada día más a nuestros compatriotas.
Todo indica que lo más recomendable es seguir haciendo lo que hasta ahora se ha hecho, pero como no ha sido suficiente, es natural entonces recurrir a lo que no hemos hecho hasta ahora. Ir a otras instancias que están establecidas en nuestra magna ley. La Asamblea Nacional realizó la primera discusión de la ley que aprueba la reincorporación de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) como parte de los esfuerzos que se hacen desde el Parlamento para reinstitucionalizar al país y recuperar la independencia real de la nación de cualquier influencia extranjera. Un parlamentario de VP expresó en su intervención en la AN: “El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca es un pacto internacional, que permite a las naciones que lo integran vivir en un sistema de paz, progreso y democracia, por eso es valiosa la reincorporación de Venezuela a este tratado”
Pues, estamos a las puertas de dar el paso definitivo que nos conducirá al gobierno de transición, el paso más importante de la trilogía en que se fundamenta la victoria de la democracia y el rescate de la sociabilidad y el avance.
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