Es bien sabido que el régimen chavista se ha caracterizado por “huir hacia adelante” en las etapas de mayor estrés político para ellos. La que mejor recuerdo fue cuando anunciaron la segunda constituyente en medio de la fuerte crisis económica y política de 2017. Lograron la elección de un mamotreto de asamblea que no produjo nada, pero que les sirvió como mecanismo de apalancamiento del proceso de neutralización de la asamblea nacional electa en 2015 con mayoría opositora.
Deberíamos reconocer que en sus “huidas hacia adelante” no les ha ido mal –desde la perspectiva de su propósito de atornillarse en el poder–, aunque muchos opositores en la ocasión de su anuncio nos hemos burlado de ellas ridiculizándolas o calificándolas de “loqueras”. Ahora resulta que han vuelto a sus audaces andanzas, en esta oportunidad con el tema del Esequibo. Solo la muy, pero muy, reducida minoría fanática que persiste en su fidelidad con el régimen, no ha caído en cuenta de que su nueva acometida táctica nada tiene que ver con el loable y nacionalista propósito de recuperar un territorio que muchos ya damos por perdido. La inmensa mayoría del pueblo sí lo sabe: pretenden instalar una nueva cortina de humo; de aquí que a nadie deba extrañar el inocultable y estruendoso fracaso del referéndum, como pretendido acto de legitimación por la vía electoral de su nueva aventura.
Sin embargo, ojo, que el bendito referéndum haya fracasado no implica el fracaso de su emprendimiento. Todo depende del objetivo que se hayan propuesto conseguir con el mismo. Ya hemos visto que no se detienen: solo dos días después del aparente fracaso, hacen el anuncio de una serie de medidas, algunas de ellas bastante significativas en cuanto a su capacidad de generar una tensión con potenciales enemigos externos. Es decir, esta vez la “huida hacia adelante” traspasa fronteras. Ya no solo se trata de capotear a debilitados enemigos internos con el trapo rojo, sino de la provocación y gestación de enemigos externos con un poder de respuesta real.
Hoy, 6 de diciembre, durante todo el día, el canal de noticias de la televisión pública española, 24horas, ha reciclado cada media hora un breve reportaje sobre los anuncios de Maduro. En el exterior, la audiencia percibirá noticias de ese tenor como indicadoras del posible surgimiento de un nuevo escenario de conflicto internacional. En El País, una extensa nota informativa de Florantonia Singer recoge suficientes argumentos para sustentar el preocupante titular: “Tensión entre Venezuela y Guyana: Maduro moviliza al Ejército y anuncia la anexión por ley del Esequibo”. No es cualquier cosa lo que se comienza a difundir.
Creo que deberíamos dejar de hablar con jocosa autocomplacencia de su fracaso, cuando en realidad fracaso o éxito solo se pueden medir de cara al grado de consecución del objetivo que se hayan propuesto. Los tipos no son locos y se están metiendo, y con ellos a nosotros, en camisa de once varas. Algún objetivo que no conocemos están persiguiendo. Es lo que necesitamos identificar para darle lógica explicación al tan riesgoso curso que han asumido.
¿Y si Maduro hubiese decidido que no quiere o no le conviene entregar el poder por la vía democrática? No es tan tonto como para no darse cuenta de que las posibilidades de mantener el poder, mediante la continuada simulación del juego democrático, están perdiendo viabilidad a ritmo frenético. El resultado de la primaria se lo terminó de reafirmar. Sin recursos, la alternativa de resguardarse en el ejercicio de una dictadura abierta también debe lucirle muy riesgosa. Sabe que está encerrado en un polvorín cuyas paredes han comenzado a estrecharle su espacio de maniobra. Quizás tenga ya algún tiempo deshojando la margarita: ¿Cómo entrego el poder? ¿A quién? ¿A María Corina?
Mis sensores de alerta interna me dicen, solo como hipótesis, que todas las señales que reciben indican que ya el tipo tomó una decisión. Su muy arriesgada apuesta apunta hacia el deseo de una entrega del poder no convencional en la que él pueda maximizar su poder de negociación. Empujar hacia un clima de alta tensión con Guyana, generará un estado de ansiedad en el seno de las Fuerzas Armadas. Sus mandos saben, perfectamente, que sus capacidades, aunque no encontrándose en el mismo estado de destrucción que el de las escuelas, hospitales y universidades del país, sí están bastante mermadas. Desde luego que no se encuentran en los niveles de apertrechamiento y funcionalidad requeridos para hacer sostenible esa amenaza que tanto cacarea Maduro.
Es como si se pretendiera montar un escenario tipo Malvinas, pero sabiendo que al enfrentamiento real no se llegará, porque antes surgiría el golpe salvador. Maduro apuesta a que habiendo creado él las circunstancias justificadoras del golpe, pueda negociar su salida con algún elemento de las Fuerzas Armadas que ha estado allí, cercano pero no tanto, bajo perfil pero con un historial no de patriota rebelde sino de corrupción pagada con su propia sumisión. ¿Existirá un personaje como ese al interior de las FAN? Yo creo que sí, considerando el agravado deterioro moral que se ha producido en ellas. Maduro lo anda buscando. No le importa que una vez ido él con su séquito, lance sapos y culebras en un inflamado y patriótico discurso, acusándole de miserable traidor que ha puesto en peligro a la Patria. Se producirá una transición cubierta de la opacidad que Maduro necesita. Quizás este relato no sea más que una novela de ficción pero visos de verosimilitud tiene, habida cuenta del aparentemente alocado curso de acción que han decidido tomar.