Una de las más grandes tristezas que sufre la diáspora venezolana es que la promesa de la recuperación de la democracia parece alejarse cada día más. Detrás de la actual crisis económica, social y política nacional existen millones de historias anónimas que dan forma al verdadero país que somos en este momento, una nación que lucha por preservar su vida y que está conformada por gente que se cansó de creer en los políticos. ¡La nuestra es una sociedad separada por culpa del chavismo!
Hoy casi todos los venezolanos tenemos un familiar lejos, algunos no volvieron a verse nunca. Tanto quienes están dentro como los que estamos afuera queremos que en Venezuela ocurra un cambio, entendemos que la única manera de que la tiranía sea desarticulada es con nuevos líderes que de verdad estén a la altura de las circunstancias de este tiempo.
No es momento de concesiones con la tiranía de Maduro, ni de carantoñas, y mucho menos de diálogos estériles, tampoco de medirse en unas elecciones fraudulentas. Lo que hay que hacer es recomponer las bases, construir nuevos liderazgos y dejar atrás el capítulo de los malos dirigentes que tenemos en este momento en buena parte de la oposición.
Tuvimos un retroceso en la lucha por la libertad gracias al guabineo de Guaidó y su combo, la falta de altura política y de sentido de Estado del señor interino fue un error histórico. Pero más allá de los tropiezos nos toca mirar hacia el futuro a nosotros, lo venezolanos de a pie. Es totalmente posible lograr un cambio, sobre todas las cosas porque ya tenemos una maestría para identificar a los impostores y porque sabemos exactamente qué es lo que no debemos hacer y en qué fallamos como sociedad.
El llamado es a no claudicar en la búsqueda del ideal de la Venezuela grande y próspera, hay que mirar más allá de los políticos actuales porque no es posible renunciar a la libertad tan sólo porque un puñado de personajes cedieron en nombre de sus propios intereses. El país es mucho más que un grupo de pendejos que se toman fotos y se reúnen con el régimen diciendo ser de oposición. Es momento de que la juventud tome la batuta y enarbole la bandera libertaria sobre la que fue concebida nuestra historia republicana. Si Simón Bolívar pudo lograr tan grandes hazañas en una época en la que no tenía las ventajas de nuestro tiempo, nosotros unidos hoy podemos cambiar la historia dejando de lado a los políticos anacrónicos que siguen estorbando y entorpeciendo en el camino de la lucha por recuperar nuestra democracia.
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