El liderazgo político venezolano de la oposición debería respaldar con solidaridad contundente y apoyo masivo en la denuncia y la condena del brutal asesinato del teniente (Ej.) Ronald Ojeda Moreno en Chile. Esa muestra del apoyo firme a las víctimas de asesinatos políticos es crucial para fortalecer la confianza y la unidad en la lucha por la democracia en Venezuela. La reciprocidad y la solidaridad son fundamentales para construir alianzas sólidas, especialmente con los militares en los momentos de cambio político; primordialmente en aquellos donde el concurso y la participación protagónica de los uniformados hará viable y eficiente una transición que estará signada por la inestabilidad, la ingobernabilidad y la violencia alentada por el régimen del que se sospecha su participación en este grave suceso que pudiera incorporarse a la larga lista de denuncias ante la Corte Penal Internacional y otros expedientes como el del concejal Fernando Albán, el inspector Oscar Pérez, el capitán de fragata Rafael Acosta Arévalo y otros.
La condena enérgica del asesinato de Ojeda Moreno por el liderazgo de la oposición y el seguimiento ante los organismos oficiales en Chile y en Venezuela, y los multilaterales de alcances hemisféricos y globales, enviará un mensaje claro de compromiso con la justicia y la defensa de los derechos humanos y canalizará un mensaje bien claro hacia los cuarteles venezolanos.
En algunos niveles oficiales chilenos se ha deslizado la posibilidad de la autoría material del asesinato del teniente Ojeda a la delincuencia organizada, al crimen organizado. Eso puede provocar algunas reservas en los apoyos y la solidaridad, y al mismo tiempo generar timidez mediática por los voceros políticos de la oposición en el tratamiento del tema. No se debe olvidar que el régimen ha sido vinculado desde hace mucho tiempo con las megabandas venezolanas y con muchos factores asociados al delito, cuyo empoderamiento se ha convertido en una política de Estado para garantizarse la permanencia en el poder como parte de su proyecto político. Igualmente, es fundamental tener en cuenta que los más importantes miembros de la nomenclatura roja rojita tienen sindicaciones y hasta recompensas por su asociación con delitos como el narcotrafico, el terrorismo, la corrupción y las graves violaciones de los derechos humanos a los nacionales venezolanos. Algunos están detenidos en cárceles federales norteamericanas encausados oficialmente. Son hechos comunicacionales públicos y notorios.
El teniente Ojeda fue un disidente de la Fuerza Armada Nacional encausado judicialmente y recluido en el penal militar de Ramo Verde por rebelión militar, de donde se fugó haciendo la primera tarea de un preso político… fugarse. Su expediente sustanciado para tribunales militares fue por eventos relacionados con la recuperación de la democracia en Venezuela. El último de ellos una gran puesta en escena denominada Brazalete Blanco. Como las que acostumbra cada cierto tiempo la revolución para ganar espacio mediático y levantar el ánimo a sus menguados seguidores. Según esa narrativa en una mezcla de magnicidio, rebeliones, tomas de cuarteles y una larga marcha hacia Caracas, Ojeda y un grupo de civiles y militares tenían previsto asaltar el poder en Caracas y desalojar el régimen que usurpatoriamente ejerce Nicolás Maduro desde el palacio de Miraflores en Caracas con línea política desde La Habana. Bajo esa acusación fue degradado sin juicio formal y expuesto públicamente mientras estaba calificado en la figura del asilo político. Estaba en Chile bajo la protección del Estado como refugiado según las normas de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados del 28 de julio de 1951, que es ley de la república. Desde allí seguía haciendo causa militante hacia el retorno de la democracia en Venezuela. ¿Merece la solidaridad política?
La coherencia entre los valores democráticos y la acción política es esencial para consolidar la credibilidad y el liderazgo en la transición política venezolana en la alianza de la sociedad venezolana y los militares.
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