Por Servando Marin Lista (*)
El decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) debe ser evaluado por su conducta deshonrosa, acto deshonesto, vejatorio e intención de causar daño. Si el decano sintiera vergüenza renunciaría porque ha transgredido nuestros valores patrimoniales, culturales y arquitectónicos de la máxima casa de estudios del país, y ha violado la declaratoria de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, cuando para él un Ferrari es más importante que toda la extensión universitaria y sus espacios internos.
Y es que el golpe asestado por el decano de la Facultad de Arquitectura de la UCV fue artero e inesperado por su falta de conciencia ética en la necesidad de preservar y respetar la infraestructura histórica de la UCV y su legado arquitectónico. Además, al parecer, no ha sentido ni un ápice de culpa.
Sin pretender eludir el problema de fondo, sobre el asunto de las declaratorias como mecanismo ad hoc en la pretensión de proteger aquellos bienes que, considerados como poseedores de valores culturales significativos, se encuentra amenazada por «decanos» quienes son culpables de destruir la integridad del patrimonio cultural y arquitectónico.
Y quisiera que se entendiera que esa conferencia en el taller José Miguel Galia, dictada por el diseñador italiano de autos Mauricio Corbi, titulada «Del diseño creativo al diseño», está determinada por el aprecio y el sentimiento hacia todo aquello que huela a aristocracia, la belleza urbana, el buen gusto de estar montado en un Ferrari, cómo se lee en el título de la conferencia, «Del diseño creativo al diseño». Por ello, no piensen que les estoy pidiendo que, en vez de preocuparse por “reponer a sus expensas la puerta de entrada de la fachada oeste que da acceso al vestíbulo o hall de entrada del Auditorio Carlos Raúl Villanueva, en las condiciones estructurales y de imagen originales”, lo haga por los indígenas o por las expresiones culturales populares.
Por lo que pregunto: ¿Serán más altos o más nuestros, los valores de la imaginaria Kariña, cuya desaparición, con declaratoria o sin ella, es ya inevitable?
¿O la conversión de la lengua de la etnia Mapoyo, en una lengua muerta al desaparecer los últimos cuatro hablantes? ¿Quién ha preguntado en esa facultad por sus espacios y hábitats?
Y mientras eso ocurre, estará enterado ese «decano» de que la Casa Natal de Sucre en Cumaná está sometida por los avatares de un gobernador prepotente, y una comisión de sustentación histórica de mirada corta, por un proyecto diseñado por un sacerdote aficionado a la arquitectura, con ausencia de los respectivos criterios historiográficos de la proyección geométrica ortogonal de la pintura de Felipe Meneses y la rocambolesca, exagerada e inverosímil idea de una mole de acero y concreto, como expresión y significado del daño patrimonial al entorno urbano-arquitectónico y a la poligonal histórica, ambiental, cultural y patrimonial.
Así tenemos «un decano» de Arquitectura de la UCV preocupado por los Ferrari, y lo que inunda a Venezuela es un triste destino de muchos bienes patrimoniales, tangibles e intangibles que sortean un mundo de ignorancia, maltratos y negociaciones. Por ejemplo, el caso actual de la construcción de la Casa Natal de Sucre en Cumaná, donde tenemos una región llena de monumentos nacionales y por lo tanto de declaratorias patrimoniales, pisoteadas por el gobernante regional que, a troche y moche, está levantando una obra-mole de acero y concreto –deleznable desde todo punto de vista-, para rendir un mal estereotipado homenaje a nuestro general en jefe Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá, conocido también como el Gran Mariscal de Ayacucho; nos debe llenar de congoja y nos debe alertar sobre la inutilidad de acciones oficiales si los valores que se pretenden defender no son realmente interiorizados como valores de todos los sucrenses y los venezolanos.
Y ante la ausencia de autoridades educativas universitarias, como el «decano» de arquitectura UCV que se preocupen por los monumentos nacionales y regionales; le pido al Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), en nombre de todos los cumaneses, que se pronuncien sobre la rocambolesca, exagerada e inverosímil obra de una mole de acero y concreto, como expresión y significado del daño patrimonial al entorno urbano-arquitectónico y a la poligonal histórica, ambiental, cultural y patrimonial y que trabajen en las tres solicitudes de declaratorias, -como expresión y significado realizadas por el Cronista Oficial de Cumaná-, y que de ahora en adelante, el esfuerzo de creación de una conciencia colectiva, les permita realizar planes integrales de conservación y desarrollo que nos encaucen los impulsos dirigidos a utilizar el patrimonio como estrategia para mejorar la calidad de vida de las comunidades articuladas transversalmente con el eje educativo.
Es necesario un buen programa de divulgación arquitectónica, lo bueno que puede resultar para el verdadero desarrollo y la construcción de una identidad nacional. Pienso que esa es la tarea. El Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) está bien dotado para esto, tiene la autoridad, tiene poder institucional para sancionar esas preocupaciones por la integridad del patrimonio cultural y arquitectónico de los venezolanos; que lamentablemente, hoy con sus autoridades regionales demuestran lo contrario. Tal vez por ello, el «decano» de la facultad de arquitectura de la UCV está más preocupado por la entrada de autos de lujo a los espacios patrimoniales de carácter universal como la UCV, que por los problemas históricos y patrimoniales del país.
¡El decano de Arquitectura de la UCV debe renunciar!
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento!
(*) Arquitecto