OPINIÓN

Socialismo de Estado

por Albert Geovo Albert Geovo

En palabras de Mises, economista austriaco destacado de principios del siglo XX, desconocido por muchos en América Latina, a pesar de la clara influencia en los ajustes económicos en la China de Dèng Xiǎopíng de 1980, aún en proceso de desarrollo; decía Mises, que «un Estado militar es un Estado de bandidos» en otras palabras, piratas y saqueadores.

En ese contexto, da igual llamarlo Estado socialista, socialismo de iglesia o socialismo eclesiástico, socialismo cristiano o cristino, socialismo de guerra, gobierno popular, corporativismo, economía dirigida o planificación económica, planificación social, reingeniería social,  bajo el nombre que sea, siempre con la coacción de la falsa moral del monopolio del Estado benévolo al que se le venera como dios benefactor o de forma semántica, realpolitik, Estado de Bienestar, con sus soluciones de prestidigitación económica, en la que brilla por su ausencia el cálculo económico, orden espontáneo, la acción  humana, libertad humana del laissez faire, laissez passer del libre mercado para todos.

Situación anterior que, le precede, la abstracción monstruosa del Estado megalómano en burocracia y gasto público, con política monetaria expansionista, de orden inflacionario, bien planificado por los expertos junto a promesas al aire en las distintas campañas políticas nacionales.

Es así como se manifiesta el ídolo del Estado totalitario, globalista, todopoderoso que inmovilizan la economía en beneficio de empresarios y sociedades monopolistas que aprendieron mucho a invertir en economías controladas, bajo la protección, ellos y su grupo por el monstruo del Estado totalitario, sin libre competencia, con sueldos regulados y regulación de precios, sin libertad cambiaria, donde sólo ellos son el monopolio de un país en aras del engaño socialista del bien común, que en la práctica no sólo van dirigidos los pueblos a la servidumbre del totalitarismo, sino a la ruina.

Sea un socialismo conservador, reformador o uno abiertamente revolucionario de gobierno popular como los de hoy en América Latina, todas son corrientes del Estatismo y su pensamiento colectivista, reaccionario contra el liberalismo económico y la democracia en América.

Ilustrando a Hayek, filósofo y economista de la Escuela Austriaca, lo llamó, entre otros nombres, humanitarismo liberal, socialismo liberal, internacionalismo, todos con la impronta del totalitarismo o ética colectivista, que en la teoría pareciera tener bases morales, pero en la práctica saben los paladines de estas doctrinas colectivistas que, no es posible llevarla, sino, a través, de la revolución y la fuerza militar.

Todos los grandilocuentes juegos de palabras, sofismas semánticos, suprimen al individuo, la propiedad privada Tomista del monje dominico santo Tomás de Aquino, bajo control de precios, regulación de salarios y, por si fuera poco, salud, vida privada de las personas controlada, bajo el espejismo de una falsa seguridad pública que no es más que una jaula de monos, junto a la acción de la socialización de los medios de producción con control total sobre la población.

Hoy por hoy, bajo el laberinto de las opiniones, lo llaman capitalismo de Estado, socialismo corporativista, con variables como el de socialismo municipalista, donde todas las variables, conceptos, denominaciones y acciones, convergen en supresión de la propiedad privada y centralización del poder a lo que llaman de manera semántica, socialización de los medios de producción en el monopolio de la edificación patética del monstruo estatista.

Ahora bien, sus medios y sus fines en la dirección de la economía, no cambian en el fondo en nada, todos los socialismos en la práctica, persiguen un modelo totalitario y, por si fuera poco, lo que llama el marxismo, la clase proletaria, en especial la profesional y calificada, y en general a todos, los han engañado; la han sometido a la supremacía de un objetivo en común,  la obediente, silente, patética y bochornosa sumisión a la tiranía supremacista de la élite gobernante, bajo el adoctrinamiento mediático de la propaganda y del sistema en general.

Programa con propagación de mensajes desinformativos que compran de manera  errónea la población; donde se vende, entre otras cosas, que, los inicios del socialismo en Europa era y fue una cosa del pueblo, pensando en un gobierno popular, cuando fue el arma ideológica que usaron y usan principados y reinos imperialistas, como por ejemplo, el régimen de Felipe el Hermoso en el siglo XVI para instalar un modelo de economía dirigido con fuertes impuestos fiscales, planificados por la nobleza con sus ejércitos feudales, no sólo en Europa; además, de ser un arma para derrocar imperios y desestabilizar naciones hasta su ruina, como sucedió en todo el siglo XX y sigue sucediendo; mismo hecho social, sucedió en Asia durante siglos, en todo el Este, hasta la actualidad, así está registrado en las crónicas de Lao Tse, y en su paisano, el de los Cuatro Libros de Confucio; es por lo tanto, anacrónico retroceso civilizatorio en la evolución del pensamiento humano, asumir ideas como los totalitarismos orientales, babilónicos, asiáticos, euroasiáticos u occidentales.

En palabras de Hayek, difícilmente se puede creer que una democracia puede ser efectiva cuando las decisiones fundamentales de las personas recaen en el ídolo supremacista del Estado. Es decir, no se puede pensar en un sistema político democrático, ataviado del carácter totalitario y los pensamientos colectivistas, como sucede hoy en las naciones del mundo, relegando la democracia a un slogan, menos lo que se plasmó en las primeras constituciones de la democracia en América.

Por lo tanto, el modelo totalitario no sólo se ha valido del slogan y símbolo que comprende en sí, la democracia; sino que, acoge, otros eslóganes, sin ningún fundamento real en las acciones y en las decisiones de los gobiernos del continente, ya que se sabe, por los hechos, que el socialismo es internacionalista, tiránico y totalitario.

Otro lema, usado por excelencia por la personería de los partidos anti capitalistas anti hombre económico, anti comercio, anti individualismo, es el «liberté, égalité y fraternité», marca que ha sido usada por varias tiranías del presente.

Luego de más de 300 años, las ideologías colectivista, han mutado en todo un sistema de formas, símbolos y valores morales antagónicos a la naturaleza del ser humano, al punto que es el medio e instrumento que sirve la mesa a una entidad o élite más alta de dominio global, desconocida, muchas veces en el laberinto informativo de los mass media.

De tal manera, estos sistemas colectivistas, obstruyen toda clase, toda esfera de individualismo, ya que priva siempre la ética colectivista con sus instrumentos totalitarios globales, valiéndose siempre de la masa global con la selección de los líderes masas, junto a los  sujetos mejor dotados de instrumentos y hasta de inteligencia en las distintas disciplinas profesionales,  que son y serán los funcionarios públicos ruines, deshonestos, inescrupulosos e incapaces, bajo la servidumbre de la sistemática  tiranía.

De la misma forma, convirtiéndolos a tales elementos, a través, de los medios adoctrinadores , junto a un abanico de oportunidades y placeres en forma de una pseudo independencia, confort y libertad, a esos  individuos masas que terminan representando la servidumbre funcionarial, sujeta a la obediencia supremacista y ruin de la tiranía global, al servicio de la directiva de esa maquinaria totalitaria globalista, junto a la propaganda que deshumaniza cada vez más todo carácter individual y libertario del ser humano.

Durante siglos, la guerra estuvo casada, por mucho tiempo, entre las fuerzas militares y comerciales; hoy las ideologías colectivista han evolucionado mucho, se han convertido en una mixtura más o menos homogénea, entre gobernanza militar – comercial y tecnológica con permisologías de todo tipo, en todos los ámbitos civiles, sanitarios,  humanos, abarcando los espacios más íntimos de cada persona, como el ADN bajo  la tiranía globalista.

En fin, todo esto hace que los gobiernos, actores políticos, líderes políticos de las naciones y sujetos mejor dotados y más sobresalientes, incluyendo la fuerza empresarial junto a los representantes de las distintas profesiones, ciencias, terminen convirtiéndose en simples instrumentos, empleados, funcionarios, operarios, servidumbre de esa tiranía global que empieza hacerse notoria en todos los pueblos.

Ya desde las primeras décadas del siglo pasado, se advertía sobre las semejanzas entre los partidos de derecha e izquierda, en ese peculiar sentido actual, en boga, de teoría conspirativa, adoctrinamiento u obediencia a una élite global, de una forma de subordinación a la doctrina colectivista, totalitaria, que en todos los tiempos se ha manifestado, por medio de las ideas contrarias a la libertad que presenta la gobernanza en todas las civilización de occidente y el mundo.