En extensa nota del Financial Times sobre la Venezuela posterior al robo de las elecciones, un exmilitar de alto rango describe al ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, de la siguiente manera:
“El apodo de Padrino dentro del Ejército es ‘Jabón’ porque es muy escurridizo”. Continúa: “Es una persona que puede abrazarte y decirte: ‘Hermano, estoy contigo’. Luego, cuando sales de su oficina, da órdenes de que te arresten”.
Mucha gente cifra sus esperanzas en la actuación de este personaje. Yo siempre me refiero a Vladimir Padrino López como el «Guachimán de los Narcos», apodo que se ganó cuando comandó la 93 Brigada de Caribes en Barinas y miraba hacia otro lado cuando comenzaban las operaciones de narcotráfico que aún regenta Adán, el hermano mayor del padre del narcoestado, Hugo Rafael Chávez Frías.
Padrino López, quien está acusado de narcotráfico en Estados Unidos, es además ficha de los mercaderes de armas rusos, que se hartaron de la rotación anual de ministros de la Defensa en Venezuela. Cada nuevo ministro implicaba comenzar de cero y abrir nuevas cuentas. Por eso, Padrino López lleva 10 años de servicio más allá de su fecha de retiro reglamentario. En agradecimiento, los rusos le permiten a él y a otros oficiales mantener sus fortunas mal habidas y su oro ecocida en bancos propiedad de los amigos íntimos de Putin.
El domingo 28 de julio, horas antes de que el Sr. Amoroso leyera una servilleta con «el resultado» que se inventaron, el «general en jefe» se dirigió al país para anunciar que habían ganado quienes se habían «opuesto a las sanciones». Este juego adelantado e insólito fue muy calculado por quien ha sido acusado por el chavismo más rojo de traidor por su actuación, entre otras, el día de las elecciones parlamentarias de 2015 y por su participación más que sospechosa en el «show» del 30 de abril de 2019.
Al saltarse el «protocolo», Padrino López le dijo a Maduro: “Sé que te vas a robar la elección, pero que conste que será por mí que te podrás sostener en el poder – por ahora”. Ipso facto, se volteó y preguntó a Washington: “¿Qué hay para mí si le retiro el apoyo a Maduro?”. Y en esas estamos…
El artículo del Financial Times explica, además, de forma certera y de boca del mismo exoficial, el triste estado de la FAN(B*):
“Chávez, el fundador de la ‘Revolución Bolivariana’ de Venezuela, reorganizó las fuerzas armadas y los servicios de seguridad tras el fallido golpe de Estado del 2002, reemplazando los comandos verticales del ejército con un sistema de ejes y radios que distribuía el poder entre un gran número de generales y dispersaba tropas por todo el país, haciendo difícil que el ejército desafiara al presidente».
“Los generales son como nodos en una red más que una jerarquía”, dice un ex alto oficial militar venezolano que desertó hace varios años. “Los generales son importantes como enlaces a un grupo político o económico o a un grupo criminal que puede hablar en nombre del régimen, más que como comandantes que movilizan tropas”.
“La lealtad se recompensa con promociones regulares: se estima que Venezuela tiene 2.000 generales y almirantes en una fuerza militar activa de alrededor de 130.000 hombres, aunque es imposible obtener cifras exactas. Varios informes de investigadores y grupos de defensa han documentado el papel de los militares en la gestión de sectores clave de la economía, incluida la vital industria petrolera… y la minería ilegal”.
Fin de las citas.
Todo lo descrito es lo que me ha llevado a concluir, desde hace tiempo, que la FAN(B*), nada monolítica; con un comando muy fragmentado, es parte integral de nuestro caos y difícilmente será parte de la solución.
Sin embargo, un análisis de la votación en centros próximos a instalaciones militares indica que el comportamiento de los electores en esos lugares es idéntico a lo que se observa en los demás centros. Los hombres y mujeres de nuestra Fuerza Armada son al fin y al cabo, con contadas excepciones, muy similares a sus familiares, amigos y vecinos civiles.
El repudio a Maduro es de igual magnitud en los cuarteles que en las calles: el problema es que reflejar eso requiere un revolcón equivalente a lo que las primarias de 2023 significaron para la oposición. Algún oficial o grupo de oficiales tendrá que desbancar a una cúpula despreciable y despreciada que encontró acomodo rentable con Maduro, o mejor dicho, con la capa que maneja todos los hilos del crimen en Venezuela. Sí, estoy hablando de usted, Cilia Flores.
Artículo de Financial Times «How Venezuela’s Maduro is clinging on to power»
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