En estas elecciones que se presentan en los próximos días para la Generalitat de Cataluña no sólo se juega el destino de esa comunidad autonómica, sino la política interior y exterior de España y Europa, enmarcada en la paz, la libertad, el desarrollo económico y la unidad de la nación española y de todo occidente con incidencias mundiales.
Se presentan dos opciones, ante una sociedad unida con intereses claros de fracturas sociales que se han superado durante las últimas décadas de forma valiente y definitoria.
El candidato Salvador Illa representa la unidad, la libertad, la paz y el desarrollo económico de España, mientras sus oponentes son lo opuesto a estas virtudes de la nación.
Es una pena que los partidos de oposición en la Campaña Catalana que abandera Salvador Illa, en medio de sus continuadas derrotas, sean actores políticos que representan la polarización y la ya superada fractura de la Comunidad Catalana. Los movimientos separatistas ya son temas del pasado y no coherentes con el momento actual.
En los próximos días, tal como lo anunció el presidente Sánchez, se expone la nación a alentar la calumnia, la difamación, con toda clase de artificios de guerra sucia presente en la campaña política en la Generalitat.
Las políticas que se impulsan, las implementadas en todo modelo de fusión democrático de desarrollo, deberán estar bajo el marco de respeto a la paz, a la vida, a la propiedad y la libertad. La nación española cuenta con los mejores baluartes en materia económica, respetuosos de los derechos de todas las personas, sin distinción de ningún carácter.
En cuanto al tema de las noticias falsas, no es necesario apelar a la engorrosa tarea judicial con su técnica jurídica, eso se solucionaría con simples aplicaciones tecnológicas que supriman toda clase de bulos y factores irrelevantes asociados a las grandes plataformas de información.
Esto no sólo es una amenaza para la estabilidad de un país, sino también para la salud de la nación, en especial de los infantes y adolescentes que representan el presente y futuro de la humanidad.
Reforzar la seguridad es vital a través de cámaras, impulsando un plan de sistemas de monitoreo público con ayuda de la empresa privada y particulares al estilo de Suiza.
La nación española tiene estabilidad política, pero debe dar el salto a un impulso económico, fuente principal generadora de empleo, de la mano de programas sociales. Ambas perspectivas pueden coexistir más allá de las camisas de fuerza que representan las ideologías.
Una democracia sin fortaleza económica es una democracia famélica, y expuesta a todo tipo de enfermedades sociales dentro del sistema.
Los medios se deben regular, con el fin de proteger a los niños y todas las personas del acoso cibernético, y en pro de la justicia y de la verdad, contrario a la calumnia y la mentira.
Reforzar la seguridad con los sistemas más avanzados de tecnología y más económicos, en pro de la vida, la libertad, la paz y el desarrollo económico.
Además de reducir las cargas tributarias con la finalidad del reimpulso económico que necesita la democracia, para con esto impulsar el trabajo, y reducir los flagelos y nefastas consecuencias de una economía a medio camino.
En ese sentido, reducir las cargas tributarias, fortalecerá el financiamiento público y la vuelta de las grandes y medianas empresas que se han ido, además de las condiciones del florecimiento de nuevas empresas para mayor fuente de trabajo y que sea viable la efectividad de la muy necesaria reducción de horas de trabajo, junto al cumplimiento de los planes y programas sociales.