OPINIÓN

Sobre las elecciones democráticas

por Albert Geovo Albert Geovo

Bandera de la Gran Colombia decretada el 17 de diciembre de 1819

Mucho se ha ventilado en los últimas décadas de los variados sistemas electorales donde basculan las democracias del siglo XX; se sabe que existen varios métodos de elección y estos a su vez con varias características que definen cada democracia en cada país; porque si bien es cierto, no existe una democracia, sino de acuerdo con sus matices, oscilaciones entre modelos totalitarios, concentradores del poder a sistemas parlamentarios con más o menos pesos y contrapesos de sus poderes; así perviven las variadas democracias de acuerdo con las características que definen cada nación; mas en el fondo todas sirven de sostén de la gobernanza cada vez más de cara al público al que se debe la contención y equilibrio de los bemoles del poder entre sociedad y Estado, entendida éste último como la constitución de élites financieras y políticas en las desideratas de cada una de las naciones del mundo.

Cabe recordar un detalle que por pequeño no deja de ser importante en el devenir de la humanidad, en América a pocos días para las elecciones en el que se decidirá en Colombia qué tan rápido van a ir en lo que llaman los proselitismos posmodernos la deconstrucción de las instituciones democráticas y del pensamiento de Occidente, transferido por la civilización judeocristiana.

En ese sentido, los más interesado en que gane la izquierda dura y quede atrás la blanda en la nación neogranadina, son los intereses plutocráticos globales, a lo que  llaman las clases desposeídas: las élites, endilgándoselo a una derecha que no existe desde el triunfo en 1917 del totalitarismo en la ex Rusia zarista, para seguir el expolio y la pérdida de lo que alguna vez se pensó sería el gran proyecto de la Gran Colombia.

De ahí que, naciones todas desde su precoz independencia han sido objetivos de expolios, éxodos y destrucción como si aún se vivieran las consecuencia del derrumbe de aquel otrora Imperio Español, que hoy sólo queda un melancólico recuerdo en unas mentes indefinidas, llenas de toda índole de sesgos, rabia, insatisfacción, malcriadas, resentidas, nostálgicas  de la difusa historia de ese pretérito.

Pues bien, de suceder en palabras del premio nobel, amigo personal del tirano en Cuba, el crimen de una «muerte anunciada” novela best seller, como ejemplo conspicuo de un servidor a su amo, se fortalecerá el régimen que oprime a Venezuela con la escalada de más estatismo, más concentración de poder para América Latina que es lo que siempre buscan las plutocracias, donde se acrecienta su carácter no humano a niveles totalitarios en dicha región; hechos que en sólo dos décadas bajo la mirada pusilánime de las agencias internacionales y el mutis mediático global, sin pena ni gloria, trae más éxodo y destrucción que la actual guerra en el Oriente de Europa, o que la guerra en Irak, Siria, Egipto, Libia e incluso Líbano, juntas.

Así que, los grandes perdedores ante los pseudo líderes escogidos democráticamente para fungir como candidatos y actores en las sucesivas elecciones de Occidente que a manera de muro de contención sirven de cortina a las revueltas sociales, son las naciones de Occidente, al mismo tiempo que sirven, para la supervivencia de un sistema nefasto para los pueblos del mundo, ante las pretensión de las teologías totalitarias de medio Oriente y Oriente mismo, en ese devenir histórico de la supervivencia de la humanidad.

Todo esto ha venido trayendo crisis nacionales sobre una crisis humana mundial que las naciones tienen levantadas; además que está demostrado que la humanidad no está formada para abordar y ejercer las correcciones pertinentes, porque sencillamente los marcos de referencia del modelo de información, no están diseñados para generar soluciones, ya que el fin de todo esto es un orden totalitario global donde todo está arreglado de tal manera, como el nudo georgiano donde no existan cabos sueltos.