Esta semana, cuando se desarrolla este escrito, se piensa en la muerte de Julio César, sólo para contextualizar el drama que vivieron los reyes de España en su visita a Paiporta, en plena zona cero de la catástrofe que ha dejado más de 200 fallecidos en Valencia.
Cuenta la leyenda que cuando Julio César se disponía a ir al parlamento, su esposa Calpurnia semanas antes tuvo una premonición de no ir a ese sitio. Pues la mirada de la reina Letizia, con su rostro pálido, evoca la escena de una esposa desesperada por el inminente peligro que corre la Corona ante el río revuelto.
Ya se dice por toda España que el rey Felipe fue engañado, y aunque no pensaba hablar de este tema, es necesario, porque no sólo está en juego la Corona, sino la estabilidad de todo un continente con daños colaterales en la estabilidad de todo el sistema democrático de naciones de Occidente.
Recordemos otra historia, pero esta vez nos trasladamos con la imaginación y documentación histórica a la Venezuela del siglo XIX, por su gesta independentista del año 1810 en plena Guerra de Independencia, abanderada por Simón Bolívar , de raíces asturianas, que en plena expansión de Napoleón, gracias al genio político, militar, además de ser uno de los personajes más ricos de Hispanoamérica, con ayuda de naciones extranjeras, logra la tan susodicha independencia, una hazaña que generó más de 100 años de hambre, no sólo en Venezuela sino en toda la región de Hispanoamérica. A propósito de ese evento, la Provincia de Maracaibo permaneció fiel a la Corona de España hasta más de 10 años después de la independencia, lo que la llevó a tener estabilidad social, económica y política dentro de sus límites y no fue hasta una guerra naval en el lago que lograron derrotarla y sumirla en la pobreza, que hoy aún vive por todas las dictaduras y tiranías que en más de 200 años ha padecido la nación venezolana.
No me quiero ni imaginar el asombro de los departamentos en comunicación ante la visita de los reyes y el inminente peligro al que estuvieron sometidos, se sentirían acorralados. Muy valiente el rey Felipe que los encaró y más la reina que lo acompañó.
Retomando el cuento del César cuando clavaban los puñales en su cuerpo, ¡tú también Bruto! Así mismo, se sentiría Su Majestad ante aquella encerrona, propiciada por factores políticos que están bien lejos del quehacer político que es ayudar, servir y más en un momento tan doloroso para toda una nación como España.
Hasta mañana, espero les haya gustado la anécdota.
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