OPINIÓN

Sobre la posmodernidad

por Albert Geovo Albert Geovo

En esta transmisión se hace un homenaje público a todos los grandes instructores de la humanidad, por haberse tomado la tarea de ser instrumentos de las fuerzas morales para las enseñanzas y reconstrucciones de grandes obras mundiales.

Por ser ese universo que transmiten, a través de las ventanas del alma, abiertos siempre a lo nuevo, sin prejuicios como el faro en la mar, sin limitaciones del ego.

Indiscutiblemente no fue fácil, ninguna de sus vidas, prueba de ello, son cada una de sus biografías, que los coloca en una posición de personajes de la historia universal, ya que no sólo es lo que hacen, sino cómo piensan, rompiendo todos los moldes, paradigmas, y así se encumbraron a ser únicos e irrepetibles.

Se sabe por las notas biográficas, de todos los desafíos que tuvieron que trascender, para ser recibidos en las moradas filosofales.

Por otra parte, comparto que es la cristiandad el centro de la historia, más aún el centro del universo; no en vano todas las civilizaciones desarrolladas han venerado al Astro Sol, como símbolo de la luz, que es en sí misma, la sabiduría, como epicentro de la fuente de luz, símbolo metafísico del conocimiento, de esa luz que ilumina el mundo, sin él, la vida no podría crear, al decir esto no es un coqueteo de pseudocientífico, de ningún modo que raya en el paganismo.

Ya que se le señala a los hombres originarios de todas las civilizaciones de paganos por venerar astros, pero poco o nada, se dice de la transferencia metafísica de esos astros representados en figuras humanas, cuando todas explican las potencialidades de lo invisible en la materia, es decir del átomo y sus derivadas en cada ser.

Conforme al tema, se recuerda la alegoría del Mito de la Caverna de Platón, interpretando a Polo Casanova Olivo, viene a ser, la respuesta al Metaverso de la Posmodernidad, pero no para convertir la realidad en una ilusión, o lo que es igual en nódulos de manipulación mediática, sino para transportar, la misma, a la infinidad eterna del microcosmo, a la velocidad de la luz, sin tener que pasar todo el proceso lineal y continuo de la via del tiempo descrito por la época del materialismo histórico.

Así pues, la posmodernidad, con todos sus desafíos, descubrimientos y adelantos tecnotrónicos, viene a ser ese presente permanente, donde nos encontramos en un tiempo eterno, con la única barrera del incuestionable del yo subjetivo de la dualidad, donde con el origen del razonamiento quedan atrás todos los mitos, fábulas, quimeras, supersticiones, hechicería y timos de la religiosidad pagana, para adentrarnos en lo único real, la unidad del ser, lo objetivo a la luz de la razón de la mente humana.