OPINIÓN

Sobre la dignidad electoral

por Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

Me da la impresión de que estamos, en la oposición, en un momento de suspenso, de media lengua que, muy pronto, cesará porque el tiempo electoral no espera, así sea para negarlo. Hoy leo un tajante artículo de Antonio Ledezma en que califica las elecciones parlamentarias de trampa burda, una más, de la dictadura que nos aplasta. Era esperable esta posición que supongo compartirá el mariacorinismo. Guaidó y su gente han mantenido, antes, durante y después del viaje lo esencial de su proyecto, el mantra, pero han rehuido hacerlo polémico. Ya Capriles dijo bastante pero no todo, hace rato, sin muchos ecos que los hay, inaudibles por el momento repito. De los de la mesita y el grupo de asaltantes de la otra Asamblea no hablo, simplemente porque no son de oposición. Permítaseme agregar un dato heterogéneo: parece que Trump, Donald, arremete con furor, aunque no con todas las famosas cartas.

Un poco lúdicamente  se podría decir que el núcleo opositor central y mayor puede coincidir en un llamado a las elecciones, pero eso sí dignas ellas. Se dirá que no es mucho decir, que es una verdad de Perogrullo, pero es lo que se hay, para estos días al menos.  Ahora si a esta proposición usted le suma ciertos calificativos se crea una situación turbia seguramente. Por ejemplo generales o solo parlamentarias. Más ruda todavía con o sin  Maduro. A lo mejor conviene no acelerar mucho por esas vías. Por ejemplo para entretenerse se podría hacer un listado de esas condiciones de dignidad a las que se alude. O, lo cual podría ser una condición previa, dónde se pueden tratar de conseguir, y que  a veces se olvida, el sitio de transacción para generar ese escenario de la dignidad, que hasta diálogo se podría llamar, porque lo que existe es realmente fétidamente indigno. El de la Asamblea ya lo putearon. La mesita es la mesita. Los noruegos, supongo, salieron corriendo a sus cuartes de invierno (sic). A lo mejor por ahí en las sombras; por qué no, hay quien dice que las buenas transacciones políticas se hacen en penumbras, por lo menos por un buen tranco. Hay que ver eso, digo.

Otro tema previo es calibrar la actitud del gobierno que anda en una de disfraces de comandante para el Jefe, misiles y asesores rusos que según la politología popular saben jugar bien y los cubanos muy golpeaditos por su crisis. Y ya ha demostrado, para sintetizar, que  es capaz de todo, de cualquier marramuncia y de asumir cualquier justificación conceptual, salvo meter preso a Guaidó, por ahora. Pero es bueno calibrar esto porque al fin y al cabo son los que pueden, mientras Padrino maneje a las tropas patrióticas y socialistas,  salir de Tibisay o permitir observadores  que observen y todo lo demás.

De resto, si no hay decisiones categóricas de entrada,  habría tanto que ordenar institucional y políticamente, las condiciones, y jerarquizarlas y ver donde comienza la dignidad y donde termina. Aparto por supuesto las grandes equidades democráticas que se usan muy poco en este mundo cruel: la utilización comedida de los fondos públicos (y privados) o la repartición igualitaria de los medios de comunicación. Y que aquí ni hablar. Hasta  mejor, además, no jurungar en demasía por esos lados.

Pero volviendo a los límites de la higiene moral habría que calibrar lo del CNE  y la observación, nacional e internacional,  ya mencionados. La posibilidad del voto de los migrantes, que son como tres millones, que se supone huyeron del horror en buena parte,  lo cual debe ser complicado. El bojote de inhabilitados o perseguidos, partidos y personas. Las monstruosas instancias más poderosas y supremas como el TSJ y, más allá de todo, la Constituyente, con derecho para reconducir cualquier cosa, el pueblo en vivo y en directo. Plan república y milicianos y colectivos más o menos amaestrados. Y los problemas técnicos electorales, auditorias… Pero no seamos demasiado exhaustivos.

Por último si se lograse alcanzar la dignidad del votante. Y se votara. Qué es lo qué podemos suponer va a ser el resultado, porque  el gobierno y sus aliados algo sacarán, por ahí se dice que no sueltan el poder sino a palos.¿ Y Maduro sigue ahí hasta cuándo?. ¿Y qué hacemos con el “Presidente interino y Jefe de la oposición”, Juan Guaidó? ¿Y con el modelo chino?. Y esas cosas que por lo visto son para rato. Un trabajón pues y con escaso tiempo por delante.