La creación poética es un gran incendio que consume a sus creadores y los sumerge en los mundos imaginarios, que se recrean en el quehacer lírico de los grandes autores que son capaces de crear un corpus poético que avanza sin descanso entre los abismos del alma inquieta. Ese fuego sagrado que se hace poema es muchas veces doloroso para quien lo escribe.
Existen escritores para quienes el acto poético es la trascendencia verbal hecha imagen sacralizada en una página que logra conmover a los espectadores, y los hace partícipes de una aventura imaginaria que logra sensibilizar a las almas nobles, y crear las refulgencias que causan el disfrute de un buen poema.
Según el reconocido y talentoso escritor Alberto Jiménez Ure, el poeta Tarek William Saab es un creador de la estirpe de aquellos grandes poetas que el mundo ha conocido como seres capaces de conmover con sus escritos y de causar sensaciones múltiples en el alma de los lectores.
Jiménez Ure, en el libro Saab, explora esa sensibilidad que hace del poeta un ser superior. A tal efecto, afirma sin medias tintas:
«La inteligencia superior rige mediante la cognición y vaticinios, actos que desaceleran las pretensiones del mediocre cuando prorrumpe el prestidigitador para encender la yesca donde casi todos dormimos en paz, rodeados de trigales que alimentan a criaturas racionales para las cuales la buena fe es dictat. Mi certeza de que él (Tarek William Saab) sea testigo de cuanto afirmo se capta en las formas de su discurso literario (lenguaje) henchido de espiritualidad».
Saab es un viaje por los intersticios de una de las voces espirituales más importantes de nuestra poesía actual, que, a base de un trabajo meticuloso y disciplinado, ha logrado ganar un espacio de reconocimiento entre críticos literarios del país. En ese sentido el libro es un documento original que intenta indagar por primera vez, con seriedad y profundidad, en los abismos de un creador cuyos poemas son ánforas sagradas rescatadas de algún viejo naufragio en las costas de la espiritualidad.
Conformado por diez capítulos que tratan de captar ese abismo secreto, especie de Peniel que como un río recorre la poesía del reconocido poeta de la revolución, Saab, es un testimonio espiritual que intenta ahondar en la sensibilidad de un autor que irradia la luz sagrada de los grandes espíritus y que logra conmover a sus lectores con aquellos poemas donde la melancolía, la soledad, la infancia escapada, el dolor y el amor expresan los códices sagrados de un cuerpo poético único.
El principio poético de Saab fue literatura Brava. Es -tal vez- el mejor momento de un libro que se disfruta y depara sensaciones únicas, al conocer, a través de testimonios la lucha y el sacrificio de un hechicero de la palabra, que ha logrado trascender su obra e instalarla en el panorama poético de un país que (como diría Gustavo Pereira en el prólogo de su primer libro Los ríos de la ira) «nos hinca y nos duele hasta el hueso, torcido como alambre en el medio del sufrimiento…».
Por las páginas de esta primera aproximación a la obra del poeta Tarek Willian Saab discurre una indagación que merece ser profundizada, para lograr desentrañar el enigma poético de una gran voz literaria que estalla en la conciencia y en la espiritualidad de un país, reclamando, imponiendo, plasmando ese espacio en el que «la palabra se hace rebeldía y sufrimiento y abandono total», como diría Octavio Paz.
Intenta Jiménez Ure descubrir para el lector la lucha espiritual entre el bien y el mal que recorre la obra del poeta Tarek. A tal efecto asegura, a través de una comparación entre el poeta William Blake y John Milton: «No es maniqueísmo persistir en la temática del bien en contienda, su antítesis es extremadamente poderosa y logra adherentes con mayor facilidad: ➼Todo quiere cerrarse en címbalos de rabia/Pero la tibieza de tu olor/ aún queda en mis brazos/ y un arcángel pasa/ y me toca. Así precipitó, en comunión con el concepto de Dios, Tarek William Saab en su poemario Los ríos de la ira»
En el capítulo IV del libro se hace una aproximación interesante sobre la labor poética de Tarek y sus funciones como jurista, partiendo del hecho racional de que esas actuaciones tienen algún impacto en la obra del poeta. Este capítulo abre las posibilidades singulares para una indagación que permita escrutar su corpus poético desde esa perspectiva jurídica, las resonancias de su labor quedan plasmadas, sin embargo, en la sensibilidad del hombre de leyes ante las preocupaciones estéticas de su tiempo:
«Advierto en un paisaje boreal elementos lúgubres, pocas veces hastío, ira o pulsión insurreccional, pero prevalecen remembranzas y nostalgias…».
Saab es, definitivamente, un libro que el lector de poesía disfrutará al tener la tentativa de una aproximación a la obra espiritual de quien Hugo Chávez Frías bautizó como «el poeta de la revolución», y que es sin duda uno de los grandes magos de la palabra escrita en nuestro país.
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