En este día lluvioso después del paso de la DANA, que traducido le dejó nada a más de 1.000 familias y sigue la cuenta de afectados en la Costa Sur de España, específicamente los más afectados están en la zona de la Provincia de Valencia.
Para entrar en contexto, voy a mencionar otro fenómeno natural que sucedió en Venezuela, específicamente en lo que hoy es el estado La Guaira. Antes quiero explicar que dicho país, hoy calificado mundialmente como una nación bananera, por la década de los años ochenta era considerada una nación en vías de desarrollo e incluso desarrollada, por ese entonces, en pocos años, pasó de ser de desarrollada a subdesarrollada, luego a tercermundista, ya que los límites de una calificación a otra son bastantes difusos en términos económicos, debido a las diferencias casi imperceptible que existen entre los distintos estratos sociales de la población.
Lo cierto es que la catástrofe de las zonas de Vargas, producto de una vaguada o deslaves de un río que esta en la cúspide de unas montañas , devastó toda una población que desapareció todo lo que se encontraba a su pasó, muy similar a lo sucedido por la DANA que dejó en nada a muchas familias en algunas zonas de Valencia España.
A propósito, se hace necesario abordar temas de la psicología social, ya que en toda tragedia, es en esos episodios donde afloran los sentimientos más inferiores del ser humano; cuentan los equipos de salvamento que participaron en la catástrofe sucedida en Vargas, costas centrales de Venezuela, que la gente que había sobrevivido deambulaban como zombis por lo que había quedado de las calles y playas, pensando que el mundo se había destruido, sin darse cuenta que la tragedia había sucedido en tan sólo el pueblo donde moraban; cuentan también que habían robos, lo más desdeñables era que hubo abuso de algunas mujeres que se entregaban a los hombres a cambio de que algún vehículo las sacara de aquel drama.
Otro hecho destacado de aquel evento sucedido en Vargas frente al mar Caribe, fue que Estados Unidos ofreció brindar todo el apoyo técnico de maquinaria, ejército, y equipo necesario para las labores de rescate y limpieza, y el actual régimen se negó. En fin, la historia se repite y se repite en todas las tragedias que nos dejan los fenómenos naturales de los que diariamente están sucediendo en algún lugar de la tierra.
Todo lo que está pasando se le achaca al cambio climático, si bien es cierto que dicho fenómeno está dándose producido por el calentamiento global; también hay que señalar otras hipótesis: ¿qué tal, si tales fenómenos todos son en si producto de movimientos geológicos que se vienen dando a lo largo de todos los siglos?
En resumen, la amenaza, es que todas las ciudades del mundo, o la mayoría de ellas se encuentra a pocos metros de altura, sobre el nivel del mar; es decir en las costas, vulnerables, no sólo a los distintos fenómenos propios que se producen en los océanos, mares, ríos y lagos, sino que también son vulnerables a todo tipos de precipitaciones, terremotos, tornados, entre otros fenómenos naturales.
Lo contradictorio es que estando los países poblados en las zonas costeras, y despobladas generalmente en el interior de los mismos, tocará por parte de la presente generación cambiar esos viejos paradigmas de las ciudades construidas desde tiempos pasados, pasando a ir cambiando las ciudades a las zonas no pobladas a alturas por encima de los 500 m, es decir, por encima del nivel del mar, esto ahorita puede parecer un cuento de niños, o un canto de sirenas con gritos de delfines, o como dirían cualquier otro refranero del libro, pero muy bien viene siendo explicado por algunos geólogos que la mayoría de las principales ciudades del mundo están amenazadas a desaparecer.
Lo más inverosímil, es que las naciones insisten en estar preparadas y se preparan para la guerra contra las naciones vecinas o cualquier otra nación en conflicto, cuando no somos capaces de enfrentar ninguno de los fenómenos naturales, y en eso hay que ser enfático, ninguno.
Tales fenómenos naturales, son como el cuento aquel que dice: “ ¡ahí viene el lobo, ahí viene el lobo!” y se toma como un chiste, mientras, el lobo llega y se los comió a todos en segundos, porque las tragedias suceden en milésimas de segundo. Lo mismo viene pasando con los movimientos de las diferentes capas tectónicas de la tierra, estamos mal acostumbrados a pensar que tales movimientos suceden por un milímetro cada ochocientos mil millones de años, sin tomar en cuenta que tales movimientos no se pueden prever, por ningún instrumento; la solución está en anticiparse y que mejor que construir ciudades bien equipada con servicios públicos e infraestructura de calidad en zonas a alturas superiores a los 500 mts sobre el nivel del mar, o es que no aprendimos la lección.
Eso explica por qué la mayoría de las iglesias, catedrales y templos cristianos están en los sitios altos de los distintos pueblos y ciudades del mundo, no es por casualidad, capricho, superstición, de los párrocos, obispos, frailes, constructores, reyes, financistas y asesores de la época, sino porque sabían mejor que nadie y por ellos, estos respetaban, los elementos de la naturaleza.
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