OPINIÓN

Smart Working: ¿llegó la hora de ser más flexibles?

por David Somoza Mosquera David Somoza Mosquera

Si bien el coronavirus obligó a la gran mayoría de las empresas a migrar sus estructuras físicas al entorno virtual, con el correr del tiempo esto abrió la posibilidad de implementar un cambio radical en la manera de entender y llevar adelante el trabajo. Ahora, la nueva realidad del mundo laboral está pidiendo un nuevo esfuerzo de adaptación -el primero fue con el teletrabajo- tanto a las compañías como a su personal.

Ante ello, las empresas están considerando medidas orientadas a evitar la ausencia de esa frontera entre tiempo y espacio laboral y personal que ha traído la implementación, inicialmente de manera improvisada, del trabajo remoto.

Y aquí entra en juego la filosofía Smart Working,un concepto que se ha popularizado durante este último año debido al impacto que ha tenido la pandemia en las compañías. Este modelo plantea una reconfiguración de los equipos de trabajo y descarta la presencialidad. Su esencia es flexibilizar la jornada sin que las empresas pierdan competitividad.

Como bien señala Randstad, firma especializada en servicios de recursos humanos, “este modelo propone una gestión más eficiente de las personas y busca no solo aumentar la productividad, sino también la satisfacción del talento y a través de conciliación”.

Para lograr tal objetivo, esta fórmula empresarial se basa en tres pilares básicos: movilidad y flexibilidad horaria, trabajo por equipos y el uso de nuevas tecnologías. Este último aspecto es clave y es lo que hace que se diferencie del teletrabajo.

El Smart Working se apoya justamente en las nuevas tecnologías para permitir al empleado decidir el lugar de trabajo, el horario y las herramientas. Este sistema intenta adaptar el empleo al profesional, permitiéndole un alto grado de autonomía.

Sin embargo, ¿es posible aplicar modelos flexibles de trabajo, adaptados a las necesidades de los empleados, sin por ello comprometer la productividad de las empresas? Pues lo cierto es que las posiciones al respecto están divididas.

La respuesta de algunos es un sí rotundo y argumentan que la eficiencia se vería impulsada al escapar de la rigidez que ha caracterizado hasta el momento a las estructuras laborales. Aseguran que cuanto más satisfecho esté el trabajador, mayor será su compromiso y rendimiento.

Otros prefieren ser más cautos y no dar un cheque en blanco.Afirman que la confianza entre empleado y empresa no basta para inclinar la balanza a favor de los modelos flexibles, por lo que abogan por un sistema de definición y medición de los objetivos.

De cualquier forma, la implementación de este sistema supone un reto tanto para las empresas como para los trabajadores. Las compañías tienen que proveer formación tecnológica a su personal para que pueda desempeñar de manera óptima sus funciones. Además, deben proporcionar el acceso a dichas herramientas y conseguir que sean seguras para poder garantizar así la seguridad y confidencialidad del trabajo.

Por su parte, los trabajadores no solo deben perfeccionar sus habilidades de autogestión para cumplir con los objetivos, sino también comprometerse a mantenerse al día con las nuevas tecnologías y favorecer la comunicación para evitar el aislamiento del equipo.

Ciertamente no es una tarea fácil, más tomando en cuenta que la realidad de los negocios es muy heterogénea. De allí que sea conveniente usar fórmulas de trabajo que respondan mejor a las necesidades de cada compañía y que permitan desarrollar las condiciones propicias para la creatividad y la innovación.

Así que lo aconsejable es analizar y evaluar los resultados del teletrabajo que se ha hecho hasta ahora antes de adoptar una nueva modalidad. Es importante encontrar un equilibrio entre la flexibilidad que promueve el Smart Working, la interacción personal, el rendimiento laboral y las exigencias de la empresa.

A fin de cuentas, todos los modelos están en fase de experimentación y las compañías deben ver cómo evolucionan y si ofrecen la estabilidad necesaria para que sean sostenibles. Entonces, ¿llegó la hora de ser más flexibles? Eso lo decidirá cada compañía junto con su personal.