Estamos asistiendo, desde hace unos tres meses, a un periodo continuo de elecciones en España. En primer lugar, tuvimos las municipales y autonómicas, con el resultado conocido de la victoria de las fuerzas políticas de derechas que provocaron el hundimiento de socialistas, comunistas, etc. en prácticamente la mayoría de las comunidades autonómicas y muchos ayuntamientos en toda España. A raíz de estos resultados negativos y sin previa consulta, ni siquiera con su Consejo de Ministros, apareció con cara triste y más bien desencajado, Pedro Sánchez, para anunciarnos elecciones generales en dos meses y fijando la fecha para el 23 de julio, en plenas vacaciones de verano en toda España, que además coincide, con los días de más calor de todo el año.
Durante este periodo corto de tiempo, amén de las distintas concentraciones y mensajes de cada partido político, ha habido varias cosas que, seguramente, pueden haber sido determinantes en la hora final del resultado. En primer lugar, hemos asistido a un vergonzoso control de los medios de comunicación de todo tipo que, salvo honrosas excepciones, se han entregado directa o indirectamente a teledirigir a ese electorado adormecido y buenista que le parece bien todo lo que les dicen por los medios de comunicación.
Además hemos asistido a un cara a cara entre Sánchez y Feijóo en el que Sánchez estuvo nervioso, desencajado, rabioso y sin nada relevante que aportar, salvo ataques a la derecha, especialmente a Vox, que no participaba, sin el más mínimo fundamento y rigor. Resalto también que, cercana ya la fecha de la consulta, TVE organizó un nuevo debate a cuatro, entre PSOE, PP, Vox y Sumar, al cual asistieron, Sánchez, Abascal y Yolanda, desistiendo de ir Feijóo, que se negó a participar por considerar erróneamente que era un debate entre perdedores. Por último, creo merece la pena resaltar la influencia que sin duda ha tenido en el ambiente de los distintos partidos políticos las encuestas, que, con bastante asiduidad, han realizado las empresas más destacadas, tanto en España como fuera de nuestras fronteras, vaticinando posibles resultados. Todas ellas han resaltado permanentemente el triunfo muy holgado de PP y Vox, llegando incluso a considerar los 180 diputados para estas dos formaciones. Sólo ha habido una excepción y ha sido el inefable Tezanos, que no dejó de dar vencedor a Sánchez y sus acompañantes.
Todos sabemos ya el sorprendente resultado, que habiendo ganado el PP sin duda, incrementando sus diputados en casi cincuenta más de los que tenía y sumando a estos resultados los de Vox, que han sido treinta y tres diputados, es decir 19 menos de los que tenía, no les ha dado, para poder configurar la mayoría absoluta. Sin embargo, el PSOE, que sólo ha obtenido 133 escaños, dos más que en la anterior convocatoria, perdiendo las elecciones, se considera ganador con un nuevo sistema Frankenstein que consiste en asociarse con ERC, Sumar, Bildu, PNV, pero teniendo necesidad también de meter en ese conglomerado de partidos que no quieren ser españoles, lo proclaman y piden romper España, a Junts de Puigdemont, que, tras fracasar con su declaración de independencia de Cataluña, huyó en un maletero de España y sigue prófugo de la justicia.
Es triste que después del desastre de gobierno que hemos soportado todos los españoles, en todos los aspectos, durante los últimos cuatro años, nos veamos ahora a una posibilidad aritmética cierta que sería sin duda el principio del fin de la España que conocemos, ya que, sin duda, la unidad de nuestra querida patria estará prácticamente sentenciada.
Lo triste, y lo digo con una profunda pena como español, es que nada menos que 10,7 millones de españoles están de acuerdo en acabar con la España gloriosa y cuya unidad se ha mantenido prácticamente desde los Reyes Católicos. Me pregunto, porque no lo puedo creer, si la mitad de los españoles nada menos, están de acuerdo con imponer en España una especie de pequeñas repúblicas de tipo federalista y con los ojos puestos en sistemas tipo Venezuela o Cuba.
De todas formas, quiero dejar constancia en todo este dislate, los acertados comentarios del Sr. Molina, exministro de Cultura, que puso un muy buen ejemplo analizando las encuestas y su notable equivocación: si una persona tiene una enfermedad difícil y muy grave, parece lógico la consulta con los cinco mejores especialistas de esa enfermedad y si los resultados de todos ellos coinciden, tomar las medidas adecuadas con ese resultado seguro. Eso es lo que ha pasado en España y sin embargo no ha sucedido lo que el diagnóstico de los mejores especialistas aventuraron. El tiempo y las investigaciones creo tienen tarea para intentar desentrañar que es lo que ha pasado, que ha cogido con el pie cambiado a la gran mayoría de españoles, incluyendo los de corte izquierdista.
Termino con un comentario a las cartas que primero ha enviado Feijóo a Sánchez para reunirse sabiendo que él ha ganado las elecciones y la contestación más que esperada de Sánchez negando totalmente esa posibilidad. Para mí está claro que Feijóo es una copia casi igual que Rajoy, educados y complacientes, buscando sin fuerza real en sus convicciones una especie de centro que no existe y que creo que nunca existirá, y como ejemplo, ahí está Europa girando más y más a gobiernos de derechas y respetando las nacionalidades como primera medida para empezar a funcionar otra vez, en la buena dirección. Espero que finalmente la cordura y el amor a España haga que todos juntos podamos salir otra vez de esta situación desastrosa y no deseada por nadie con criterios sencillos, pero grandes a la hora de defender nuestra nación.
Artículo publicado en el diario El Debate de España