La relación del sistema ideológico político económico con las enfermedades, como asunto de salud pública, es un tema que urge conocer tanto en las economías socialistas como en las capitalistas, donde las primeras están muy por debajo de los estándares de calidad de vida demandados por las personas y en las segundas priva el interés económico por encima del factor humano. Sin embargo, ambos sistemas dependen de los mismos proveedores de insumos y medicamentos.
A grandes rasgos, una enfermedad se entiende como un proceso degenerativo de las células, si bien es cierto que la ideología tiende a incidir en la psicología con los correspondientes comportamientos; también hay que recordar que el sistema de pensamiento va a incidir en la salud del individuo, por lo tanto, en la salud y conducta de la sociedad como un todo. El sistema de pensamiento va a reflejar una conducta y patologías en la persona, fundamentado en el principio de que el pensamiento se somatiza, pues está demostrado que los pensamientos enferman.
Por ejemplo, si observa una persona de una nación bajo fuerte sistema estatista de los bienes y medios de producción, por lo general, salvo alguna excepción, ya que toda regla tiene excepción, las personas van a tener preferencias por modelos de subvenciones en todas las organizaciones y estilos de vida, al nivel de representar un nicho para los partidarios de los sistemas de colectivización de los bienes y servicios; sin embargo, si se observa a una persona de una nación declinada a la libre economía, libre competencia, tendrá una preferencia por la libertad de empresas, la iniciativa privada, el emprendimiento, el trabajo productivo, la inversión.
En el mismo corolario del tema se viene desarrollando la narrativa, durante décadas basada en la investigación científica, de la proliferación de las enfermedades de las naciones desarrolladas; que van desde la bulimia, depresión, diabetes, alzhéimer, demencia, trastornos de la personalidad, de la conducta, obesidad, anorexia, enfermedades respiratorias, virales como el SARS-Cov-2, entre otros muchos virus, e incluso enfermedades tóxicas, ocasionadas por emisión de combustibles, entre otras cosas en el ambiente.
No obstante, nada se señala sobre las diferentes patologías y enfermedades infecciosas que directa o indirectamente se producen por los sistemas políticos de economías socialistas, donde las afecciones mencionadas en las naciones industrializadas, se elevan de forma exponencial, esas y otras más que se agudizan por la falta de proteínas y minerales de calidad, es decir, por el desabastecimiento, propio de los regímenes de economías colectivistas que desembocan en hambre; incluso la delincuencia, entendida como un trastorno de la conducta que basado en otras investigaciones científicas son a consecuencia de la carencia de una alimentación de calidad y ya de esto se han desarrollado algunos estudios; además de las múltiples enfermedades mentales como la paranoia, esquizofrenia, reflejada principalmente por los actores políticos y manifestada en sí por la sociedad de esos sistemas de Estado policial, que para colmo de males no existe o son precarias las condiciones, medidas y acceso a medicamentos para atender y gestionar la salud.
Además, a todas las enfermedades individuales se le suman las enfermedades sociales, como la inflación, las disrupciones económicas, el miedo y la psicosis colectiva, la delincuencia, la corrupción, que descansan sus causas en la estatización, por el fuerte control de los bienes y medios de producción que se acrecientan por la represión del Estado sobre la población.
En general, existen factores en ambos sistemas económicos que van a condicionar el ambiente propicio para que se desarrollen algunas patologías de manera especial en el ámbito biopsicosocial de la persona, por lo que es importante que la ciudadanía esté al tintero de un tema tan esencial como lo es la salud; pues precisamente lo que se plantea es que al conocer las causas de los desajustes, anomalías, enfermedades, se va a tener un adelanto para los ajustes y correcciones del sistema de organización política económica y por ende humano; no dejando, como suele suceder, la decisión y las acciones sobre el tema, en ningún momento, a discreción del Estado u alguna corporación en aras de la narrativa y concepción de ser un hecho de salud pública. Se sabe por la experiencia que cuando se monopoliza lo sanitario, la salud, en manos del Estado u corporación, se cometen grandes errores, como por ejemplo la falta de acceso, que desaparezca en el peor de los casos, o que se pierda el código de ética.
Es típico de sistemas dictatoriales que se oculten en la dialéctica del discurso, lo que si no puede justificar ninguna narrativa son los grandes males del sistema político del Estado totalitario, la represión, la coacción, que se refleja de forma directa en la reducción de salud integral y el bienestar de las personas.