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Sistema de contrapesos: ¿la única opción democrática?

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Las discusiones que se llevaron a cabo a mediados de los años 1700 en la Europa Revolucionaria y principalmente en la Francia de las luces lograron producir e introducir una nueva forma de gobierno, más importante aún, idearon un sistema de equilibrios y contrapesos para que los tres poderes públicos clásicos pudieran interactuar, interrelacionarse y controlarse, de manera que las distintas concepciones jurídicas, políticas y sociales pudieran intervenir sin que ninguna tuviera supremacía sobre la otra.

Estas ideas que produjeron grandes pensadores, filósofos, abogados, políticos, químicos y biólogos franceses han marcado desde hace más de 200 años la cultura del mundo occidental y prácticamente Europa y América han acogido esta forma de gobierno como la ideal para desarrollar y desarrollarse en la sociedad actual.

Sin embargo, las ideas de un gobierno que lo controle todo no ha cedido ni en la mente ni en la ejecutoria de ciertos liderazgos autocráticos que han nacido y han encontrado caldo de cultivo en el militarismo y el deseo monárquico de algunos liderazgos que no se han adaptado al molde de los contrapesos o equilibrios jurídico políticos como una manera civilizada de permitir que todos se expresen y evitar que el Poder Ejecutivo controle y manipule al Legislativo y al Judicial.

Los recursos naturales de los países, las ambiciones individuales y la falta de preparación académica y política han facilitado la aparición de liderazgos apartados de la tolerancia, la inclusión y el respeto igualitario por los otros poderes públicos, que deben interactuar para que la sociedad funcione.

Estas verdades originarias que tienen que ver con la estabilidad política de la América hispana han visto cómo problemas que nacen de otras concepciones políticas y de gobernanza alejadas no solo geográficamente, están influenciando negativamente en los necesarios equilibrios de poderes públicos, inclinando la balanza hacia el Poder Ejecutivo.

Obligados estamos a dar el debate de ideas, a retomar el Espíritu de las leyes, El tratado de la tolerancia y tantas otras obras extranjeras o criollas que ayuden a volver por aquellos caminos en que la política era una manera de servir a los demás , a vigilar porque la sociedad sea la garante de la incorporación de todos, a la libre y sana discusión tan necesaria en estos tiempos de tanta maldad e inclinaciones hacia la destrucción y el caos. Es hora de regresar a la política con valores y principios éticos.

¿O será que ese modelo se agotó? En consecuencia, debemos dedicar todo el tiempo posible a buscar unas nuevas reglas que regulen la interacción necesaria y más conveniente para el Estado y los particulares subordinados. ¿Buscar un nuevo pacto social? Por ahora tendremos que lograr revivir aquel que nos garantice justicia, equidad, fraternidad, solidaridad e inclusión social.

La sociedad vive tiempos difíciles. Lamentablemente, el dinero pudo imponerse sobre las ideas con las consecuencias ya conocidas y padecidas por todos y sobre todo para aquellos que nos negamos a claudicar.

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