Iniciemos nuestra plática de esta semana con temas que creo deben tenerse en cuenta:
1) Nada sucederá “rápidamente” en Siria. Asistiremos a un prolongado período donde cada una de las facciones que controlan territorio buscarán consolidar los mismos y analizar el estado general de la situación para a partir de ello generar acciones. Esto llevará semanas o meses.
2) En la guerra europea, pese a los todólogos que consideran que los rusos combaten usando bicicletas, el hecho es que la situación es irremontable para Ucrania y que la apuesta puede pasar por un Trump que decida iniciar una aproximación a Rusia desde una posición de fuerza. Hemos analizado tal posibilidad y los problemas que acarrearía para Estados Unidos con relación a China. Veremos qué sucede con eso.
3) No hay definición alguna sobre si Rusia retendrá el puerto de Tartus. Tiendo a pensar que lo harán al costo que sea. Lo interesante de todo esto es que quienes tienen “cercanía” a esas instalaciones son únicamente los jihadistas de Hayat Tahrir al Sham, conducidos por el “democrático” Abu Mohamed al Jolani (candidato a ídolo de los todólogos, sin dudas).
4) ¿Por qué indefectiblemente Siria se desliza a una nueva guerra civil?; porque hay decenas de grupos armados “hasta los dientes” con agendas absolutamente disímiles en Siria; porque hay Grandes Potencias y Potencias Medias apoyando a esos grupos o ejerciendo presión en procura de sus intereses; porque entre las facciones en pugna hay organizaciones islámicas radicalizadas con enorme apoyo económico propio y del exterior; porque la propia Siria es en sí misma un Estado “artificialmente” generado y que desde hace 54 años ha sido conducido por una minoría “minúscula”, pero con enorme poder económico, militar y político; porque Siria por su posición geográfica actúa como bisagra entre el Oriente de Europa y el Oriente Medio; porque Siria es un campo de competencia entre tres viejos “ex imperios” que hoy siguen pugnando por el poder: Rusia, Turquía e Irán (Persia). Todo lo anterior configura un escenario en el que solamente un nivel de ingenuidad gigantesco puede creer que es uno “abierto a una democracia estable” o a una Siria conducida por yihadistas con libre mercado.
Siria no es una pieza cualquiera en el tablero de Oriente Medio. Ni siquiera lo ha sido en 2011 cuando, en medio de las protestas árabes, la conexión “intra árabe” comenzaba a tener enormes problemas y las protestas se traducían en la caída de regímenes históricos y muy duros. No es tampoco una caída unificada, independientemente de las circunstancias de Rusia e Irán (y Hezbolá) que fueron piezas clave para sostener a Al-Assad y convertirlo el ganador de la guerra civil entre 2011 y 2023, cuando la Liga Árabe comenzó su distensión.
Sin embargo, la caída que comenzó formalmente a finales de noviembre de 2024 inició un efecto dominó que puede romper el control que Irán tiene de Siria desde hace muchos años y únicamente a favor de una política promotora del terrorismo desde Teherán. La dimensión militar de la intervención iraní en Siria es la primera pieza fundamental para entender parte del entramado que pierde Teherán con la caída de Al-Assad. La disposición de miles de unidades de Hezbolá como también de la Guardia Revolucionaria que comenzó en 2011. Lo que inicialmente fue un traslado de miembros de Hezbolá bajo la mirada de las Fuerzas Quds, en 2014 se convirtió en un reclutamiento casi total de ya no sólo libaneses, sino también de Fatemiyoun afganos, Zainabiyoun pakistaníes y las milicias chiitas de Irán.
Estos esfuerzos militares de Irán, que a partir de 2016 significaron el desembolso anual de más de 15.000 millones de dólares, tenía 2 objetivos: mantener a raya a los grupos yihadistas que buscaban dinamitar a Al-Assad y reforzar la “base operativa” contra Israel. Estos dos elementos son inseparables: desde 1979 la República Islámica de Irán se convirtió en una teocracia donde la política interior y exterior se reforzó para cumplir tres objetivos de los cuales uno, quizás el principal, es destruir al estado de Israel a través de la guerra. Sin embargo, la intervención militar de Irán no hubiera servido de nada para salvar al régimen de Al-Assad en 2015 si la fuerza aérea rusa no hubiera intervenido directamente sobre Alepo.
Los avances rebeldes de noviembre y la escapada de Bashar al-Assad de Damasco este 6 de diciembre demuestra que Irán es un fiasco militar. La situación se agravó para los ayatolás en vista de la paliza que se han comido contra Israel en Gaza y el Líbano. El esquema con el que Teherán intentó construir sólidas posiciones estratégicas en Siria fue el mismo con el que solidificó a las fuerzas Basij, una estructura paramilitar que recluta a marginales de la sociedad y que lo hace bajo supervisión de la Guardia Revolucionaria. El “paraguas” que cubrió a las milicias pro iraníes en Siria, como también lo hizo en Irak, lo consiguió a través de las Fuerzas de Defensa Nacional (Dafa Al-Watani) que integró también los trabajos en la frontera libanesa y sobre comunidades chiitas atacadas por sunitas.
Esto se traduce en un golpe directo al corazón financiero de la cúpula y la coordinación del corredor entre Líbano, Siria, Irak e Irán para abastecer a Hezbollah y permitirle a Teherán acceder a muchos recursos impedido por las sanciones internacionales contra el país. Agrego a esta ecuación un nuevo factor: Israel. Es gracias a la intervención de la fuerza aérea israelí que Irán no ha podido construir a un Hezbolá sirio que se pegara, como en el Líbano, a la frontera norte de Israel e intensificara los ataques en el Golán. Esto, que hubiera significado un verdadero dolor de cabeza para Israel, se vio ralentizado y probablemente obstruido por la eliminación de Qassem Soleimani en enero de 2020, lo cual impidió la coordinación de todos los grupos pro iraníes (con vestimenta del ejército sirio). Además de perder la base operativa en Siria, Teherán está empezando a perder los flujos económicos, políticos y culturales que construyó desde 2011 al ritmo de la guerra civil.
Todos los elementos, políticos, militares y comerciales, nos empiezan a dibujar al menos algunas de las tendencias que irán apareciendo en las próximas semanas: Irán ha sufrido un enorme golpe a su corazón operativo entre Siria e Irak, donde no podemos descartar novedades.
La nueva cara del poder en Siria queda en manos también de Abu Mohammad al-Golani, el líder de Tahrir Al-Sham desde 2017. No se puede excluir que haya todavía enfrentamientos hacia adentro de esos clanes familiares que tejieron poderes con Teherán de 2011 a 2021. Siria es un país enormemente fraccionado entre clanes familiares y grupos que dan su propia complejidad a las zonas.
¿Estos son los restos de la presencia iraní en Siria?; todavía queda un complejo entramado por desmontar. Una importante parte de ese conjunto operativo puede quedar desarticulado si ahora la relación Moscú-Teherán se desdibuja a la luz de los hechos dentro y fuera de la región. Debemos dar por descontado que Israel no permitirá el abastecimiento de armamento iraní hacia Siria ni la reconstrucción de Hezbolá y en especial la conexión con los depósitos de armamentos en el Líbano. La mayor pérdida para Irán es la “conexión terrestre”. Mucho cuidado.
Cierro aquí. La huida de Al-Assad reinicia, una vez más, el esquema en Oriente Medio. Irán, que empieza a pagar los altísimos costos del 7 de octubre de 2023, puede quedar sepultado en los escombros de la red proxy que construyó desde 1980. Nos resta ver quién ocupará su lugar.
Cerramos como todas las semanas con la acostumbrada recomendación de mi “inútil biblioteca”: LA PARADOJA DEL PODER NORTEAMERICANO por Joseph s. Nye, ¿Qué papel debería tener Estados Unidos en el mundo? Esta pregunta tiene un significado nuevo tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Desde el imperio romano, ninguna nación había acumulado tanto poder económico, militar y cultural, pero ese poder no permite solucionar problemas globales sin involucrar a otras naciones. Nye sostiene que en numerosos temas importantes -desde la estabilidad financiera internacional hasta el narcotráfico y el cambio climático, pasando por el terrorismo- el poder militar y económico por sí solo no sirve y en ocasiones puede debilitar en vez de potenciar objetivos. Esta obra analiza el auge de estos y otros desafíos y explica claramente por qué Estados Unidos debe adoptar una actitud más comprometida con el resto del mundo; THE STRUCTURE OF NATIONS AND EMPIRES por Reinhold Niebuhr, este es un estudio de largo alcance de los patrones y problemas recurrentes del orden político en relación con los problemas singulares de la era nuclear. El Dr. Niebuhr, junto a Morgenthau, uno de los padres de la teoría realista en el siglo XX, comienza examinando la estructura política de Rusia y los Estados Unidos, naciones que han alcanzado el poder imperial y, sin embargo, condenan el imperialismo, por diferentes razones. Considera que el comunismo ruso reconstruyó eficazmente, en términos utópicos, el imperialismo más antiguo de la historia. Luego considera las filosofías de la autoridad en los imperios islámico y cristiano y el desarrollo del dominio y la comunidad, particularmente en la cristiandad occidental, para revelar tanto las diferencias como las similitudes entre las comunidades tradicionales y las democracias modernas. Refuta la noción del siglo XVIII de que la autoridad del gobierno se proporciona en el mundo moderno puramente por el consentimiento racional y analiza los fracasos de la política exterior de la democracia liberal, basada en un “universalismo vago” y la consideración de la “comunidad de la humanidad” que deja poco espacio para las configuraciones de poder y autoridad que se desarrollan en la historia entre la nación y la comunidad universal. Considera como los “culpables menores de la historia” a los fanáticos insulsos de la civilización occidental que ven el logro altamente contingente de nuestra cultura como la forma y norma final de la existencia humana y cuyas políticas se ejemplifican en el dogmatismo irrelevante de Occidente en Oriente Medio.
@J__Benavides