El régimen dictatorial de los Al-Assad duró 54 años. En 1970 asume el poder Al-Assad padre por 30 años, «hereda» el hijo y manda 24 años, hoy en su exilio dorado en Rusia.
Hace 15 días nadie imaginaba este desmoronamiento, casi sin resistencia bélica a las fuerzas rebeldes, que venían luchando desde 2011. Frente a estos hechos, aparte de lo sorpresivo, hay muchas explicaciones. Como siempre, hay que asumir la perspectiva interna y externa del conflicto y su desenlace. En mi perspectiva, el factor geopolítico global y regional fue el factor «eficiente» más importante.
En primer lugar, Israel, con el apoyo norteamericano, le gana la guerra a Hamás y Hezbolá, brazos armados de Irán y, por consiguiente, al propio Irán. En segundo lugar, Rusia, el otro protector de Al-Assad, con su guerra en Ucrania perdió su capacidad de abrir otro frente en Siria. El régimen cae como un castillo de arena, al perder el apoyo de sus socios externos.
En paralelo, el régimen tenía décadas sin legitimidad y había perdido progresivamente el control del territorio desde 2011. Más de la mitad de Siria estaba controlada por fuerzas enemigas del régimen. Al este del Éufrates, los kurdos, con apoyo norteamericano. En la frontera con Turquía, estos con grupos rebeldes locales controlaban otra porción de territorio. En la frontera con Irak, grupos sunitas y bases anglo-norteamericanas cerraron la comunicación terrestre, vía Irak, con Irán. Y en el suroeste, Israel, al neutralizar a Hezbolá en el Líbano, avanza sobre territorio sirio más allá del Golán y se apodera de una zona montañosa estratégica, apenas distante 40 kilómetros de Damasco.
El régimen sirio quedó aplastado militarmente desde adentro y desde afuera. Desde adentro, el grupo rebelde dominante −ya en posesión de Damasco tiene que formar gobierno−, por el discurso inicial de su líder, se muestra moderado y tolerante a pesar de su origen yidaista. Hablan de paz en la región con reconocimiento explícito al Estado de Israel, un gobierno plural y respeto a las mujeres en cuanto a sus derechos, vestimentas, etc. Su conducta, hablará por ellos.
Siria, por algún tiempo, va a seguir la suerte de Libia, Irak, Líbano, es decir, un país fragmentado y un Estado fallido. Una historia de horror terminó y otra historia comienza, que por ahora no podemos calificar de mejor o peor. Los acontecimientos dirán. Lo único cierto es que la geopolítica global seguirá cambiando gobiernos y modificando fronteras en todos los continentes y creando nuevos equilibrios de poder.
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