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Sinfonía tonta para un apátrida

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Saime nuevos precios pasaporte

Adagio-Allegro non troppo

Un nuevo año se inicia y desde el primer día se siente que los problemas de los venezolanos se consolidan y proyectan hacia la insolubilidad. Es lo que se proyecta hasta el mediano plazo. La polarización política entre gobierno y oposición deja de lado las cosas que aquejan al común en lo inmediato y todo parece focalizarse en un cambio que se extiende y difumina en el tiempo, por el que pujan ambos sectores en direcciones contrapuestas. Con mayor rédito hacia el lado oficial. En el centro de la cuerda millones de nacionales se sumergen en el día a día, y se sustraen por completo de esa realidad. Son los que abultan los indicativos de la indiferencia y la apatía, que en temporadas electorales pasan a formar parte de la abstención mayoritaria. Entre los muchos inconvenientes –hay una ristra bien larga– que acogotan a los criollos uno solo se resiente en la esencia y en el origen de sus males. El que acredita la condición de ser de donde se es en estos tiempos de revolución y de la consecuente migración. Fundamentalmente de esa peregrinación: el pasaporte. Ni la ausencia de partida de nacimiento ni de la cédula te hacen tan apátrida y vagabundo, como la ausencia de tu documento de nacionalidad, como el pasaporte. Los venezolanos estamos en diáspora dentro y fuera de esos históricos límites establecidos entre Castillete y la Punta Playa, entre la Isla Aves y las cataratas de Huá. Subir esa tonta escalera de identificación es un esfuerzo que pone a cualquiera al borde del suicidio burocrático donde en el acorde armonioso de los procesos para acceder al documento, hay un trámite innecesario, un lapso inútil, un desembolso sospechoso y una alcabala para sobarle la mano a algún funcionario. Ese es un punto que se acredita en el pulso, el régimen. Desde el mismo inicio de la revolución la etiqueta de apátrida, el marbete de traidor, y la acusación de lacayo; encubierta con el rótulo político de escuálido o majunche marcaba desde Miraflores el territorio de los enemigos de la revolución. Y lo sigue trazando aún en este 2023 que iniciamos, porque aún se arrastra en el suplicio de la identificación oficial dentro y fuera de Venezuela.

Allegro con grazia

Un registro de nacimiento se expide al nacer. Después de la clásica e histórica nalgada del pediatra y el consecuente chillido del neonato que cuelga por gravedad de paticas, se ha nacido. Eso es un hecho. Como lo es todo el proceso biológico de la concepción, de la gestación, y del alumbramiento después de nueve meses en la barriga de la madre. Toda esa maravillosa trayectoria de la creación que es el milagro de la vida se eclipsa ante las exigencias y requerimientos oficiales que surgen posteriormente para que te registren y te expidan el correspondiente certificado que te autentica, en el derecho, que naciste. Desde ese momento el venezolano péndula oficialmente entre la anonimia dentro y la condición de apátrida afuera. No tiene ni nombre ni patria.Y ese es un calvario que se atraviesa a la venezolana con índices marcadamente contrastantes con otros países en términos de oportunidad. Así como la comida y el trabajo le sirven al régimen para ejercer un riguroso control social, con el origen y la identidad forman una dupla que le arrima bastante beneficios políticos revolucionarios. Si están adentro del país la diligencia se convierte en un suplicio y si estás fuera de las fronteras, la renovación del pasaporte o la emisión de una partida de nacimiento para los muchachos es una gestión inalcanzable. Para cualquier duda anímese a sacar la cédula a un infante de la casa o a renovar su pasaporte, que ya es mucho.

Allegro molto vivace

Hay una diáspora criolla alrededor del mundo. Los números indican que asciende a casi los 7 millones de errantes con necesidades de partida de nacimiento, de cédula de identidad y de pasaporte en cada uno de los sitios donde se asientan con criterios de temporalidad o permanencia. Su movilización está condicionada a la tenencia y a la vigencia de esos documentos para poder resolver y gestionar cualquier demanda del país receptor. Viajar internamente, desplazarse extraterritorialmente, hacer solicitudes oficiales, negociar compras, etc. siempre están precedidas de la presentación de esos documentos con vigencia y actualidad. Después de tantos años fuera del país en errancia política y económica, a los venezolanos se les presenta la encrucijada de apelar a la figura de la protección internacional que les da un amparo físico y legal en el país de acogida y les facilita una identificación como refugiado o apátrida; o incorporarse en el penoso calvario de esperar una renovación que se extiende en la espera. La otra opción es viajar para diligenciar eso directamente, y ustedes saben los costos imposibles de pasaje y permanencia. Es la línea política y estratégica del régimen de que, si lo puedes hacer difícil para que lo vas a hacer fácil.

Adagio lamentoso

Y hay un tema incorporado a este de los documentos de identificación que parece pasar por debajo de la importancia tanto para el régimen usurpador en el poder, como para toda la oposición. El voto. Y esta argumentación va dirigida al gran tolete de los millones de venezolanos que hacen parte de esa desbandada venezolana alrededor del mundo. Mayoritariamente quienes han montado carpa fuera del país por razones políticas o económicas, son parte de la gruesa tajada opositora. Y allí puede residir el desinterés del régimen para no dedicarle importancia ni añadirle eficiencia al tema de la documentación venezolana y la disposición de todo género de trabas para registrar y actualizar oportunamente todos esos documentos desde afuera. Lo que no se comprende es cómo dentro del liderazgo opositor jamás se ha blandido prioritariamente el voto del exterior como un lema de campaña. La promoción del registro, de la organización y de la movilización del voto extraterritorial se ha manejado de manera accesoria y superficial. La mejor manifestación es el desinterés y la desmovilización del venezolano que ha migrado ante los eventos políticos relacionados con Venezuela y con los venideros procesos electorales.

Mas prestissimo que el carajo

Las diligencias para estos trámites tontos en cualquier país medianamente dedicado a atender los requerimientos básicos de sus ciudadanos no pasaría de una formalidad presencial de llenar unos formularios y esperar un tiempo prudencial sin incómodas alcabalas, con un correo físico depositado a la puerta de la casa en el buzón; o en estos tiempos de tecnologías de información de comunicaciones (TIC) con algunos clics en el portal correspondiente. En Venezuela una diligencia formal de la partida de nacimiento, de la cédula y del pasaporte, dentro o fuera del país es una lotería sin billete.

Los conciertos y presentaciones que están haciendo artistas y humoristas venezolanos en algunas plazas mundiales como Miami, Nueva York, Barcelona, Madrid, París, Buenos Aires, Santiago de Chile, Bogotá, etc., contrastan en la asistencia con algunos eventos políticos convocados por algunas figuras del liderazgo opositor. De un lado hay llenos impresionantes y del otro vacíos con el desamparo y la soledad. El desinterés del migrante venezolano es francamente notorio y la apatía ante lo que ocurre en Venezuela por parte de la disgregaciones sobremanera preocupante, pero más alarmante es la nulidad del tema en la agenda opositora, especialmente en el argumento del voto extraterritorial. Eso se comprende en el régimen como parte de su estrategia de desmoralización y desmovilización, pero en el liderazgo opositor, no.

Cuando la revolución estaba arrancando, su mejor manera de estigmatizar a la oposición era la calificación discursiva de apátrida. En el tiempo, partida de nacimiento, cédula de identidad y pasaporte se han convertido en los medios para la reducción de los enemigos del régimen, dentro y fuera del país; y para remachar a sus adversarios como verdaderos errantes. Como parias.

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