«¡Muchacho, los valientes no tienen miedo!» Vociferan los cobardes que no tienen idea de lo que dicen, pues «la valentía no es ausencia de miedo, sino el dominio sobre él» una frase que está años luz para su entendimiento; «¡No creo en nada pues Dios no existe!». Se escuchan los alaridos de algunos otros en la lejanía de una tertulia, creyendo que tienen al Universo agarrado por los cachos, pero cuando la tortilla se les voltea y se caen con todo y vajilla los ves agarrando Biblia y rosario, citando versos y parafraseando salmos.
La pequeña Venecia era, hace unas lunas atrás, el paraíso terrenal. De Oriente a Occidente, de Norte a Sur, venían extranjeros a invertir y a formar sus familias en nuestro país. Y Venezuela, los acogía como hijos suyos. En la actualidad, ese punto cambio drásticamente. Son más los que se van o tienen planes de irse a los que se quedan y da la impresión, por momentos, que irse del país se ha convertido en una moda del siglo XXI. Entendemos que la situación está difícil, dura y “muy jodida”, no es necesario que nos expliquen el calvario que vivimos porque lo conocemos muy bien, pero, ese entendimiento pareciera no estar por parte de los “exiliados” hacia aquellos que nos quedamos. Hoy son más los que usan las redes sociales para destruir, fusilar y aniquilar a aquellos que hemos escogido el camino de la política para hacer cambio en nuestro país. Qué fácil es criticar desde un teclado en cualquier recóndito lugar en vez de respetar la fe y la esperanza que hoy mueve las fibras de muchos.
Hoy se pueden escuchar las críticas e insultos de algunos a aquellos que saludan con cariño a una persona con una condición especial; frases cómo «allí está el político, saludando al mongólico» fueron las altivas palabras de ese frágil ser ignorante, creyendo que las paredes no tienen oídos y que no le iban a responder, pues hoy no son unos pocos, somos muchos que lo vamos a hacer: aquí muchos se han transformado en la viva versión de una hipocresía 2.0 conjugada con la soberbia petulante, rimbombante y risonante, utilizando carros finos y ropa de marca como espejismo, con relojes que marcan más que la hora y teléfonos que cuestan más que una casa que no dan conocimientos ni sencillez; no se envidia que los tengan, lo luzcan y los disfruten, pero no vengan a decirnos en nuestra cara «que nacieron en cuna de oro» cuando ayer comían en platico de cartón. ¿Se les olvidó de dónde vienen a los soberbios pajaritos? Pues no seré yo quien se los recuerde, su hora llegará, pero eso sí, tengan presente que «verdugo no chilla».
Hoy algunos que fueron los herederos de una nación han fusilado el legado del Libertador y nos llaman fracasados; ¿»Fracasados»? Perdón, pero la palabra fracaso no existe en nuestro diccionario, ni en nuestro léxico, pues fracaso no es caer sino siempre levantarse, y el día que exista será cuando llegue el último día de nuestro calendario, cuando el espíritu abandone nuestro cuerpo y nuestra alma suspiré por última vez; mientras tanto seguiremos luchando por un país de oportunidades, de progreso, de bienvenidas y de desarrollo, por ese país en donde ganarse la plata no sea de la manera soez y sanguinaria de la que algunos estan acostumbrados. Lo más triste y despiadado es que la historia no tiene tiempo para escribir en sus páginas los nombres de sujetos de su clase ni de se calaña, pues son uno más en su haber..
Hoy respondo a manera personal: yo soy un soldado, del norte y visionario, con vocación y disciplina, a quien no le tiembla el pulso para librar las batallas a las que tú renunciarías; dispuesto a ir a la guerra, en el desierto, mar o montaña solitario o con una legión, recibiendo el llamado del diablo, pero Jesucristo me abraza, de ir hasta el mismísimo «valle de sombra de muerte» si es posible, recitando las palabras del salmo 23 a diestra y siniestra, «pues la vara y el cayado están conmigo», con un puñado de convicciones más poderosas que tanques y misiles, con la portentosidad de mi verbo, la ferocidad de mi determinación, con la frente en alto y el sombrero acuestas, y con el tricolor entre pecho y espalda diciendo a todo pulmón rendirse no es una opción. ¡Sin más nada que agregar!
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnaOpcion