La edición que tengo conmigo, en formato digital PDF, impecablemente presentada al lector de habla hispana está bajo el cuidado de Maite Súñer en la prestigiosa editorial barcelonesa (española) Galaxia Gutenberg. S.L, del recién culminado mes de abril de 2021, 663 páginas. Sin tiempo para el adiós (exiliados y emigrados en la literatura del siglo XX). Su autora, la crítica literaria, ensayista y licenciada en Ciencias de la Información egresada de la Universidad Complutense de Madrid, Mercedes Monmany, especializada en literatura contemporánea, básicamente europea, e incansable promotora de revistas y suplementos culturales y literarios de España, entre los cuales destacan La Vanguardia, Babelia de El País, ABC Cultural del diario del mismo nombre.
El rutilante nombre de Mercedes Monmany ya está asociado a grandes éxitos en venta del mercado bibliográfico español y de allende las fronteras del mercado intelectual hispano. En el año 2015 los lectores en la lengua de Cervantes tuvimos la fortuna de acceder a su libro Por las fronteras de Europa, patrocinado por el mismo sello editorial de Galaxia Gutenberg y dos años después la autora sorprende a sus ya fieles lectores que se multiplican cual legión con el ensayo Ya sabes que volveré, que, huelga decirlo, se granjeó el galardón internacional de ensayo literario José Manuel Caballero Bonald.
Hasta aquí esta brevísima y sucinta semblanza biográfico intelectual de la autora de esta portentosa aventura del espíritu cuyo título por demás enigmático Sin tiempo para el adiós, que se convierte en un registro abundante y profusamente meticuloso de los continuos éxodos y largas, dolorosas y prolongadas migraciones dramáticas que protagonizaron legiones de escritores, artistas e intelectuales de las más disímiles procedencias y nacionalidades de la Europa central e incluso de una parte significativa de Eurasia que hicieron hasta lo imposible para escapar de la mano de hierro de los regímenes totalitarios y fascistas que infestaron a Europa a partir del ascenso de Hitler al poder en 1933.
40 escritores, artistas e intelectuales sirven de pretexto histórico literario a la autora para internarse en las aguas profundas y procelosas de ese infinito océano de vida y creación estético verbal que forjaron lo más hondo y fascinante de la narrativa, la ensayística y la poesía europea del agitado y convulso siglo XX sacudido por dos guerras mundiales que aún dejan en la piel de la memoria de la humanidad terribles heridas que se niegan a cicatrizar en el alma atormentada de millones de sobrevivientes de las dos conflagraciones bélicas mundiales más afrentosas que la especie humana ha padecido a lo largo de dos milenios y medio de civilización judeocristiana.
Monmany comienza su bitácora de navegación con el hijo intelectualmente más aventajado del genio alemán Thomas Mann, Klaus Mann, hijo mayor de Thomas quien al igual a unos tres mil escritores antinazis huyeron de la Alemania nazi rumbo a diversos destinos anticipándose a la catástrofe que impondría el nazifascismo hitleriano. Viene de perlas esta cita que intercala Monmany a propósito de la lepra infesta que corroía el alma europea por esos años de la década de los treinta: “Existe efectivamente una forma de nacionalismo terriblemente sentimental y lloroso, de amor obstinado por la patria, que tan solo sienten aquellos a los que se les niega esa patria”. (palabras tomadas de un diálogo entre el científico Albert Einsten y un joven abogado de origen alemán exiliado en New York por aquellos lúgubres y tenebrosos años). “La lista de escritores que emprendieron el camino precipitado del adiós, un adiós hecho con prisas, sin tiempo para las despedidas, sin tomarse tan siquiera un respiro para las lágrimas, alejándose de una patria desde hacía tiempo irreconocible, es realmente impresionante”.
Nombres realmente memorables y eternos como el de Robert Musil, Vasili Kandinsky, Walter Benjamin, Hans Fallada, Ricarda Huch, Erich kastner y tantos otros que eligieron el exilio interior, “ocultarse, reducirse al silencio, apartarse de cualquier contacto con la vida pública, intentar sobrevivir como fuera, no tomar el camino sin regreso posible, o al menos inmediato, del exilio”. A juzgar por los resultados de la minuciosa investigación histórico literaria que desarrolló la autora de este monumental estudio bio-bibliogrático el exilio, el destierro, el transtierro, la extranjía compulsiva a que fueron sometidos “los devorados por la historia” al decir de la filósofa española María Zambrano según nos dice Mercedes Monmany en este atlas del espíritu de la artisticidad y sensibilidad creadora de la pasada centuria.
Me fascina hasta las lágrimas la lectura del inigualable polemista alemán Karl Kraus visto desde el lente analítico-crítico de Monmany: “Maestro de la literatura alemana, fanático de la pureza del lenguaje, apóstol casi inexpugnable del estilo”. Incluso, pone al sin par poeta Rilke al lado de Kraus como uno de los líricos más grandes de Europa en su tiempo y más allá de él. “Sin tiempo para el adiós” es una lista sobradamente “incompleta de los soldados del pensamiento derrotados por el Tercer Reich”. (…)
“Todos ellos han caído en el campo de honor del pensamiento. Todos tienen, a los ojos de los asesinos y de los incendiarios alemanes, un defecto común: la sangre judía y el espíritu europeo.”
Cómo me habría gustado que la autora de este maravilloso libro se hubiera detenido a narrar un poco más en detalles los hechos de la noche del 10 de mayo de 1933, misma noche en la cual los nazis haciendo uso de su juramento de los autos de fe llevaron a cabo las quemas públicas de libros en las plazas públicas de Berlín; pero, en fin, entiendo que el estudio de tales autos de fe del nazismo escapa a los propósitos de la indagación histórica de esta singular aventura del espíritu llevada a cabo por Monmany. Básteme solo citar brevemente de soslayo un poco el contexto de los autos de fe de las juventudes hitlerianas: “Una violencia salvaje se desató. Sus antecedentes hallaron su punto álgido con la quema de libros «de autores degenerados»: la llamada «Acción contra el espíritu antialemán», llevada a cabo el 10 de mayo de 1933 en grandes hogueras instaladas en las principales plazas públicas alemanas. Una acción perfectamente coordinada y planeada por las asociaciones nazis de estudiantes, que animaban a denunciar y destruir de raíz «el pensamiento judío, comunista, socialdemócrata y liberal”.