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Sin nada

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Sin nada están la mayoría de los venezolanos que viven en los campos, allá donde se pierden las carreteras de asfalto, allá donde la luz eléctrica es un milagro, allá donde una harina precocida cuesta un ojo de la cara.

Sin nada están la mayoría de los venezolanos de nuestras comunidades populares; sin nada para comer, para vestir, sin nada para vivir con dignidad.

Sin nada están los jubilados que solo reciben una limosna del Estado todos los meses; ellos que no tienen nada para comer ni para comprar sus medicinas. Sin nada, ellos viven así los 365 días del año.

Sin nada están los empleados públicos.

Esos obreros, esas secretarias, esos mensajeros y muchísimos profesionales que en las gobernaciones, alcaldías, ministerios y decenas de sitios más están subpagados por un Estado que no les interesa para nada el porvenir de aquellos que han invertido su vida en servicio de la nación.

Sin nada están los maestros de escuelas, que son maltratados y mal pagados, no solo por el Estado sino por los privados que no están cumpliendo con un pago justo para los miles de docentes que educan a millones de niños en todo el país.

Sin nada están los médicos de los hospitales y ambulatorios; sin nada están quienes se dedican a salvar vidas.

Ellos no tienen ni siquiera trajes de bioseguridad para protegerse del covid-19. Ni guantes para operar, y en muchos casos ni agua para lavarse las manos en las áreas de faena. Totalmente desasistidos.

Así están millones de venezolanos que sufren por un mal gobierno, por un sistema que además de ilegítimo no tiene la capacidad para resolver los problemas que aquejan a la sociedad.

Sin embargo, ante tanta calamidad aún no salimos de esta crisis. Y, ¿cuál es la razón de esta situación? Y es que el gran problema es que la clase política que ha conducido a la oposición también está sin nada.

No tienen nada de capacidad de acción, ni voluntad política. No tienen compromiso con los ciudadanos, ni mucho menos vocación de servicio.

No tienen fuerza, ni valentía. Carecen de estrategia y de visión táctica; son apenas unos mirones de palo que solo refrendan al régimen en sus atrocidades como las elecciones las regionales pasadas y las estafas de los referendos revocatorios a merced de un CNE espurio y de un bufete llamado TSJ al servicio del régimen.

Esa oposición no tiene nada, está vacía. Es por ello que debemos impulsar una elección popular sin CNE ni militares, que le permita a los venezolanos darse una nueva dirección política, un nuevo liderazgo que sí dé la cara, que sí responda positivamente a los retos, que sí logre objetivos puntuales y reales.

Es por ello que la oposición no puede seguir en manos de aquellos que llevan 23 años fracasando.

No puede seguir haciendo las mismas acciones sin sentido. Esto debe cambiar, y solo la sociedad puede hacerlo a través de su voz expresada libre y abiertamente en una elección popular.

Pues, quien resulte electo saldrá con todo. Con toda la fuerza de la gente, con la moral en alto y con la dignidad de ser elegido y no impuesto.

Vendría con todo para hacer que Venezuela sea libre de una vez y para siempre.

¡Así de simple! Punto.

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